El sonido del elevador me asusta, inhalo profundamente y empiezo a caminar rumbo a su oficina. Paso por varios escritorios, algunas personas voltean a verme, y otras no parece importarles que estoy ahí. Recuerdo que la última vez que vine a la oficina de Ryan entre sin avisarle a nadie, estaba enojada y llegue gritando, esta vez deseo que sea diferente y me acerco a su secretaria, ella está detrás de un escritorio transparente.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —Me dice la secretaria en un tono amable.
—Quisiera ver al señor Cunningham.
—El señor está en una junta, si desea esperar puede tomar asiento. —Y me señala un sillón rojo.
—Está bien, lo esperaré. —Le digo con una falsa sonrisa.
Me siento y me pongo a observar lo que es ahora Beauty Light Company. Los colores de las paredes son más claros de lo que recuerdo y veo algunos cuadros en la pared que parecen ser recuerdos de pasadas campañas publicitarias. Me levanto para verlas más de cerca, recuerdo algunas de ellas, veo la que está en la esquina y me invade una ola de nostalgia, es la primera campaña publicitaria que hice para Beauty Light Company. Veo los colores, las figuras y los textos, recuerdo que estaba muy emocionada ese día, de pronto escucho que alguien dice mi nombre.
—¿Elizabeth?
Volteo lentamente y me doy cuenta que es Ryan.
—Hola. —Solo alcanzo a contestar.
Ryan me ve por varios segundos, lo que parece ser para mí una eternidad. Se ve muy cambiado, lleva un traje negro y lo único que le da color es una corbata azul, nunca lo había visto así, es como si lo desconociera, lo veo serio, con bolsas en los ojos, quizá no haya dormido por varios días, pero es como si lo estuviera escondiendo bajo la farsa de ser un ejecutivo que tiene todo bajo control.
—¿Podemos pasar a tu oficina? —Le contesto con un tono de brusquedad.
—Adelante. —Me dice y me abre la puerta.
Me acerco a su escritorio y me siento en una silla con toques transparentes que de alguna manera combinan con el escritorio de la secretaria.
—Dime Ryan, ¿Tengo una demanda en mi contra?
—No es demanda, es incumplimiento de contrato. —Me dice mientras se sienta en su silla.
—¿Por qué? ¿Quieres destruir mi reputación?
—Yo no quiero destruir nada Elizabeth, pero sé que lo mejor para ti es que te quedes aquí con nosotros.
—El tiempo no te ha cambiado, sigues pensando que aun puedes manipularme.
—No te estoy tratando de manipular, simplemente quiero lo mejor para ti.
—Tú nunca te preocupaste por mí. Tu prioridad eres tú.
—Hablas sin saber cómo ocurrieron las cosas.
—Ryan, ya estoy harta, hace varios meses pensé que por fin te había olvidado y que ya estaba libre, y hoy me doy cuenta de que...
—¿De qué aun sientes algo por mí? —Me pregunta Ryan.
No le contesto a Ryan, mantengo la vista en una fotografía que él tiene en su escritorio, es difícil de ver, así que la tomo y la veo más de cerca, es la foto de un bebe, quizá de recién nacido.
—¿Es tu hijo? —Le pregunto en voz baja.
—Sí.
—Ryan, tú por mucho tiempo me has hecho daño, por primera vez, déjame ser feliz.
Ahora es Ryan el que no contesta.
—¿Aun amas a Grace?
Ryan no me contesta, solo me mira.
—Yo creo que sí, y sé que su amor ha pasado por momentos muy difíciles, pero la razón por la cual tú sigues con ella, es porque aún la amas, y no debes de esconder eso.
Los dos nos quedamos en silencio.
Ryan de repente abre un cajón de su escritorio, de el saca un sobre amarillo y lo abre, se detiene un instante y saca unas hojas de él. Las lee por unos minutos y las pone encima de su escritorio.
Toma un bolígrafo y firma la última hoja.
—Este documento acredita que eres libre de Beauty Light Company.
—¿Eso quiere decir que ya no tengo una demanda por incumplimiento de contrato?
—De hecho nunca la tuviste.
—¿Entonces volviste a mentir?
—No, de hecho la merecías ya que no debiste de haber dejado la compañía de esa manera.
Me doy cuenta de que aún tengo la foto de su hijo y la vuelvo a poner en el escritorio.
—Solo falta que firmes aquí. —Me señala la parte inferior de la hoja.
Firmo sin pensarlo dos veces.
—Listo. Ya no tienes ninguna relación con Beauty Light Company... o conmigo.
—Está bien. —Le digo con los ojos llorosos.
—Siento que te tengas que ir así, tu, profesionalmente eres una de las personas con las que mejor he trabajado, tu forma de hacer lo que te gusta es lo que hace que seas la mejor.
—Gracias por decir eso.
—Siento mucho si te hice sentir mal cuando estabas conmigo, espero que algún día me perdones. Simplemente no pude darte lo mejor.
Me levanto de la silla y camino lentamente rumbo a la puerta.
—Siento mucho lo de Brad.
Volteo a verlo. Ryan está a un lado de su escritorio.
—Has pasado por momentos muy difíciles, espero que seas feliz.
Me acerco a Ryan y le doy un abrazo, pongo mis manos alrededor de su cuello, él me toma por la cintura y así nos quedamos, sin decirnos nada, pero sabemos lo mucho que significa esto para nosotros.
Me separo de él y salgo de su oficina sin voltear a verlo.
Camino por los pasillos de Beauty Light Company hasta llegar al ascensor, cuando llega, entro y me veo en el espejo, me siento diferente, de alguna manera me siento libre.
Llego a la planta baja y me acerco a la puerta, antes de salir me doy la media vuelta, veo la recepción y unas letras grandes con el nombre de la compañía, hago una pequeña sonrisa y salgo de Beauty Light Company, cruzo la calle y me encuentro a Alexander.
—Pensé que no vendrías. —Le digo a Alexander.
—Estoy aquí para salvarte.
Alexander coloca su mano en mi cintura, el atardecer empieza y caminamos por las calles de Nueva York.
—Creo que trabajaré contigo.
—Es una buena noticia, pero por el momento no vamos a pensar en eso, tenemos que disfrutar de este día.
Seguimos caminando hasta que llegamos a Rockefeller Center. Alexander me abraza, yo apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos.
—Alexander.
—Elizabeth.
—Te amo.
—Yo también te amo... y te quiero hacer feliz.
ESTÁS LEYENDO
Una segunda oportunidad para amar
RomanceEl amor es un sentimiento hermoso, muchas personas encuentran a su amor ideal, pero que sucede cuando tu amor esta casado con alguien mas. ¿Aceptarías ser la amante? ¿Que obstáculos se interpondrán en tu felicidad? ¿Y si llegaras a conocer a alguien...