Siempre estarás conmigo

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Llego a mi casa después de un largo día de trabajo, cuando entro llamo a Brad, pero no contesta, siempre he creído que usa mi casa solo para dormir, ya que en el día, el nunca esta.

Me siento en el sofá, el apartamento se siente muy vacío, si solo estuviera el, si Ryan estuviera a mi lado todo sería diferente, recuerdo todas las veces que él ha estado conmigo.


—¡Ryan dame el control! —Trato de quitarle el control remoto pero no puedo, lo mueve de mano a mano rápidamente.

—¡Elizabeth, yo no quiero ver esa película!

—¿Qué tiene de malo ver una película de Jennifer Aniston? —Aún estoy intentando quitarle el control pero no puedo.

—Las películas de ella solamente son de amor.

—¡No es cierto! Además vamos a ver Marley y yo.

—Elizabeth... adivina que le pasa al perro. —Ryan sube la mano con el control en ella.

¡Cállate Ryan! Si no puedo ver la película mejor me voy a mi cuarto y por favor no me sigas. —Camino hacia mi cuarto, cuando de pronto siento que mis pies ya no tocan el suelo, Ryan me carga por la cintura y me regresa al sofá.

—Tú no vas a ir a ningún lado. —Ryan me dice muy despacio y me da un beso.


De pronto escucho alguien tocando la puerta que hace que mi recuerdo de Ryan se esfume. Me acerco a abrir la puerta y veo que es el.

—Ryan, ¿qué haces aquí? —Pregunto con mi voz que parece un susurro.

—Necesitaba hablar contigo. Además traigo tu favorito. —Me enseña una botella de vino en su mano izquierda.

Pienso en un momento si debería estar cerca de Ryan, si debería dejarlo entrar, pero cuando menos lo pienso ya estamos sentados en la alfombra de la sala con dos copas de vino.

—Elizabeth, hoy fui a ver al abogado Tanner, en una semana llamaran a Grace para que por fin firme los papeles de divorcio. —Dice con una voz aliviada.

—¿No me estas mintiendo Ryan? —Pregunto sorprendida y le doy un trago a mi copa de vino.

—No Elizabeth, yo nunca te mentiría de esa forma, tú sabes que te amo y daría lo que fuera por seguir contigo.

—Yo también te amo. —Le digo mientras lo beso, en la sala, solamente se ve la pequeña luz de la chimenea falsa, solo estamos Ryan y yo, y así es como quiero estar toda la vida.

Siento como unos pequeños rayos de luz entran por la ventana, me despierto poco a poco, de pronto me llegan los recuerdos de la noche anterior, Ryan y yo platicando de nuestro futuro, después vimos una película, pedimos comida para cenar porque los dos estábamos muy cansados para cocinar, pero de alguna manera terminamos bailando con una suave música de fondo.

De pronto escucho unos pasos que se acercan a la recamara, veo que es Ryan, trayéndome el desayuno a la cama.

—Pensé que te habías ido. —Le pregunto a Ryan aun soñolienta.

—Elizabeth, nunca te voy a dejar.

Ryan acerca la charola con el desayuno, dos pancakes, una taza de café, un pequeño plato con fruta, y los cubiertos están en la pequeña charola de madera. Veo que en la esquina esta una nota, la tomo y le pregunto.

—Y esta nota. —Le pregunto curiosa.

—Es para ti Elizabeth.

Leo la nota y solamente una lágrima cae por mi mejilla.

Te traeré el desayuno a la cama, no un día, ni dos, te lo traeré todos los días, y a cambio solo te pido que estes conmigo.

Ryan se acerca a mí y me limpia la mejilla y me dice con una voz suave.

—Elizabeth, Te amo, y sé que siempre estarás conmigo. 

Una segunda oportunidad para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora