Falsa calma.

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No podía dejar de observarle, como si, de repente, esa pequeña salpicadura de oscuridad comenzara a esparcirse y convertirlo en un monstruo de pesadilla. Pero estaba fuera de peligro y de vuelta en la habitación que compartían. Ya no tenía marcas superficiales, pero sus alas aún seguían sanando y su gracia estaba casi agotada, era un blanco fácil para esa marca. Nada paso durante horas y Michael continuaba durmiendo con tranquilidad. Castiel estaba aliviado por una parte, pero no dejaba de pensar en lo que el arcángel debía sobrellevar ahora.

Se recostó a un lado del arcángel, bajo las sabanas, manteniéndole cerca. Queria tomar esa marca y hacerla suya, desaparecer en lo más profundo del universo y librar a Mike de esto.

El mayor dio un suspiro y abrió suavemente los ojos. Castiel estaba allí, como siempre, a su lado.

- No te veo descansar. – Reclamó al ángel, con la voz rasposa.

- Padre se encargó de todo, ya no me siento cansado.

- Eso no es excusa, soldado. Usted hizo una promesa. – Sonrió, reacomodándose de lado.

Contrario a seguir la broma, Castiel se abrazó a él.

- ¿Qué pasa?

- ¿Por qué la aceptaste? – Reprochó.

- Se tenía que hacer, Castiel. – Dijo Mike. – No existía otra opción.

- ¿Qué pasara si te envenena como a Lucifer?

- Me encerrare voluntariamente.





El hecho de que quisiera estar con Michael, no quitaba que seguía teniendo un trabajo. Tomó otro archivo y continuó con su sellado. Estaban consiguiendo muchos ángeles y el cielo volvía a colmarse. Parecía que las cosas mejoraban, pero luego recordaba lo de la marca y su mundo volvía a caer. Luego de acabar el papeleo, tomó todos los archivos para llevarlos a los encargados de direccionar misiones.

Balthazar estaba allí, entregando la planilla de desempeño de su nueva unidad.

- ¿Ahora si me explicas que está pasando, Cassie? – Susurro a su oído. – ¿Cómo lograste salvarte?

Seguía sin confiar en él del todo, pero podía amenazarlo con acusarlo de traición si hablaba, y Balthazar era curioso pero no estúpido.

- Sígueme.

Pronto comenzaron a adentrarse por lugares del cielo que Balth casi no recordaba, quizás paso por allí dos veces en su vida. Aun siendo de rangos muy altos, no se tenía autorización de pasar por allí con tanta libertad.

- ¿Es la...? ¿La oficina de Michael? – Casi gritó.

- Shh... Está descansando. – Reprendió Cas, señalando a la puerta de enfrente. – Michael me permite trabajar en su oficina, para que no tenga que cruzarme con los demás.

El rubio deformó su cara en desconcierto. ¿Desde cuándo Micky era tan dulce con sus soldados? Castiel cerró la puerta con seguro y se sentó en la silla del arcángel como si fuese suya.

- ¿Qué hiciste para entrar al área V.I.P del cielo? – Rió Balthazar. - ¿Chantaje o rodilleras?

Cas lo sopesó por un momento, sin entender a que se refería con "rodilleras". Señalo al frente para que su hermano se sentara y dejara de observar el lugar como si fuese Disneyland.

- Debes jurar que no se lo dirás a nadie. – Pidió Castiel.

- Cassie, con la posición que tienes ahora, sería como acostarse con la mujer de un mafioso. – Sonrió divertido, apreciando la suavidad de la silla en la que estaba sentado. - Seria suicidio. ¿Me cuentas la historia? Con detalles.

- No daré detalles.

- Eso solo lo hace más interesante, Cassie.

Castiel achinó los ojos hacia el rubio, recibiendo el mismo gesto en burla.

- ¿Qué hiciste, Cassie? – Recitó de forma cantarina.

- Cállate.

- ¡Di-me, Ca-ssie! – Volvió a cantar.

- Tuvimos relaciones, ¿Ok?

- ¡Oh! ¡Lo sabía! Rodilleras. – Festejó como a una apuesta ganada. - ¿Qué tan especial es tu servicio para que Micky no pueda deshacerse de ti? – Curioseó.

- No ofrezco un servicio, Balthazar. Somos... pareja. – Se sonrojo.

El rubio exageró su sorpresa, dio una vuelta en la silla y volvió a enfrentar a Cas.

- Cassie, he conocido a chicas interesadas menos eficientes que tú.

- ¡Balthazar!

Despues de un rato más de burlarse de su hermano y hacer bromas que no terminaba de comprender, Balth se tranquilizó.

- Creí que tenías algo especial con la ardilla, ¿Quién diría que atraparías al pez gordo?

- ¿Dean? Él es como un hermano para mí.

- Pues a mí no me miras como a él. – Fingió ofenderse. – Y Michael es tú hermano literalmente, Cassie.

- Eso no es... - Balth siempre lograba ponerlo nervioso, al igual que Gabe. –

La puerta se abrió, en salvación de Castiel.

- ¿Qué hace él aquí?

La voz rasposa de Michael estremeció a Balthazar que se puso de pie de un salto. 

Sí, señor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora