Finalmente podía repasar con su mirada, una vez más, el suave perfil de Michael. Su cabello seguía mojado por el baño de espuma que había tomado juntos, y las sabanas cubrían su desnudez absoluta. Cas solo se concentró en la sensación de su cuerpo entrelazado con el otro, piel con piel, tan cerca como fuese posible.
Todos le habían repetido que no se ilusionara demasiado, pues nada era seguro. El mantenía a Michael en sus cabales, pero en algún segundo estaría solo y todo volvería a desatarse como una tormenta encerrada en un frasco.
Castiel creía que podía dejar esos asuntos para después, cuando Mike despertara y su lucha contra la marca fuese retomada. Mientras tanto, deseaba memorizar cada centímetro de piel del otro y pensar que nada de esto realmente podía ir mal.
Michael no descansó demasiado, lo suficiente para mantenerse a pie. Quizás para estar seguro de que el arcángel estaba bien, mezclado con un poco de travesura, el ángel le acompaño en su ducha. Mike decía estar obsesionado con las costumbres humanas que antes le parecían inútiles, porque después de pasar tanto tiempo en un desorden personal caótico, el agua le resultaba purificante.
Volver a usar su impecable traje negro fue gloria. Era volver a su vida normal, pero sabía que eso no estaba completamente de regresó. Mike Intentaba mantener la esperanza que veía en los ojos de Castiel, pero su mente lógica le decía que esto era una absoluta locura.
- ¿Cuánto resistirá esta nueva restricción? – Sopesó acomodando su corbata por enésima vez.
- Lo suficiente hasta que encontremos otra. – Cas se acercó, intentando respirar el mismo aire que el otro. – Pero necesito que creas que funcionara.
Michael anhelo arrancarse una promesa del fondo de su corazón, pero sabía que serían todas mentiras.
No tomaría decisiones solo, eso había quedado claro. Ahora se reunían alrededor del trono, como en los viejos tiempos, con sus hermanos y su padre.
- ¿Dónde está Castiel? - Interrogó nerviosamente.
Se supone que el ángel arreglaría unos asuntos y estaría allí enseguida, pero al parecer se había retrasado. Chuck notó el repiqueteó del zapato de Mike en el piso y el roce nervioso entre sus dedos.
- Seguro no tarda. – Intento calmarle sin mucho éxito.
- ¿Podemos empezar sin él? – Sugirió Gabe. – Estas reuniones me aburren.
Gabriel estaba abriendo su paquete de snacks crujientes y Michael buscó desviar la mirada, sabiendo lo que vendría.
- Mala idea. – Susurró Lucifer, divertido de ver el comienzo de una catástrofe.
El primer crujir de una papa se escuchó y la respiración de Mike se aceleró. Podia ver cada maldita partícula de esa alimento desparramarse por la ropa de Gabe, el asiento y el blanco suelo. Gabriel no tenía idea de que ese pequeño desorden solo estaba lanzando chispas a la gasolina que recubría a Michael. Iba arder junto a él.
- Michael. – Llamó su atención Chuck. – Quizá Gabe tiene razón, empecemos.
- No puedo. – Sentenció con los dientes apretados y su mirada fija en el menor. – Voy a matarlo.
Y justo cuando Mike tomaba impulso para ponerse de pie y lanzarse sobre el castaño, Castiel atravesaba la puerta apresuradamente.
- Lo siento, el papeleó se alargó. – Se lamentó.
El lugar se quedó en silencio, que Castiel pensó que había hecho algo malo, pero no. No entendía cuan afortunados se sentían de que llegara; excepto Lucifer que quería ver el mundo arder.
Los días pasaban de esa manera, con el pequeño ángel deteniendo un tsunami contra todo pronóstico. Aunque la mayoría aprobara eso, a Michael no le parecía bien. Un día la represa se rompería, Castiel no estaría allí y Mike temía mucho de cuan rojas de sangre podían tornarse sus manos.
En la soledad de su oficina, donde sentía al mundo seguro de él, jugaba con su bolígrafo para distraerse. Observando de vez en vez la llave frente a él. Él mismo la había creado, como también a su cerradura y a la jaula que abría.
Esta no era la primera vez que barajaba la posibilidad de encerrarse por su cuenta, pero estaba seguro que le sacarían a rastras. Moldeó la llave en sus manos a su antojo, cambiando su color, sus sellos y su forma en general.
Existía otra opción. Podía rehacer los sellos en la jaula, de forma que solo él podría comprender, tirar la llave y así, nadie podría sacarle. Nadie.
Gabriel entro, sin tocar como siempre, y mascando chicle de forma ruidosa. Realmente parecía que quería enloquecerlo a propósito. El menor iba a preguntarle sobre el ángel, pero la llave llamó más su atención.
- Conozco esa cosa. – Dijo, sentándose en la silla frente al escritorio. - ¿Qué demonios estás pensando?
- No es de tu incumbencia. – Dijo Mike, mientras guardaba de nuevo la llave en el cajón de siempre.
- Siempre dices que te dejamos solo y no sé qué, - Replicó enfadado. – Pero ahora que estamos aquí, no paras de ignorar todo lo que hacemos por ti.
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Sí, señor.
FanfictionMichael quiere castigar al culpable de su desgracia, pero termina descubriendo cuanto Castiel desea eso. Michastiel Michael x Castiel Advertencia: Sadomasoquismo.