Sentía aprovecharse de las pocas energías que el arcángel había recuperado, pero lo disfrutaba demasiado. La sangre que escurría de un corte en su mejilla llegó a su boca, y no dudo en compartir el sabor metálico con Michael. El mayor se abría paso forzosamente en su entrada, provocando que clavara sus uñas en la atlética espalda.
Probablemente volvería a avergonzarse cuando todo terminara, pero ahora no estaba pensando en nada. Su mente en blanco, solo centrada en la perfecta forma en que Michael le hacía sentir.
Pero entonces, la alarma volvió a escucharse. Michael no maldijo pero su rostro demostró enfado absoluto. Se vistió en un chasquido y salió de allí. Cas si maldijo a su suerte, y a lo que sea que interrumpía su momento con el arcángel. Aun necesitaba más atención y su cuerpo pedía a gritos que la acción continuara. Se ocultó entre las sabanas, intentado no pensar en el punzante dolor en miembro y rogando que Mike no se tardará demasiado. De solo pensar en el regreso del arcángel, su cuerpo volvía a enviar esa electricidad que le estremecía por su columna.
Sorprendentemente, la puerta volvió a abrirse mucho antes de lo que imaginaba. Pero aún más desconcertante fue ver a alguien que no era Michael.
- ¿Gabriel? – Dijo en el poco aliento que le quedaba. Tenía la garganta seca y aun no podía parar su jadeo constante.
El arcángel observó extrañado la habitación, pues pensaba en encontrarse con una celda o algo similar. Luego pudo fijarse por completo en el ángel bajó las sabanas, notando inmediatamente la sangre en estas.
- ¡Por mi padre! ¡¿Qué mierda te hizo Michael?! – Dijo mientras curaba rápidamente al ángel.
Por supuesto que esperaba sangre, su hermano mayor no era precisamente adversario de las prácticas sanguinarias de tortura. Lo que lo confundía eran las pequeñas cortadas a lo largo del cuerpo del ángel, forjadas evidentemente por la navaja ensangrentada sobre la mesa de noche.
- Estoy... bien. – Dijo el humano, manteniendo las sabanas cubriendo su desnudez mientras se sentaba en la cama.
El sudor caía por sus mejillas sonrosadas y apenas recuperaba el aliento. Gabriel tenía la suficiente experiencia como para saber que esas eran claras señales, señales de sexo reciente.
- En serio, ¡¿Qué mierda te hizo?! –
- Eso no importa...
- ¡Claro que importa! – Dijo, mientras hurgaba en el vestidor. – Me lo explicaras en cuanto salgamos de aquí.
Gabe había tomado la ropa que el ángel acostumbraba a llevar y la tiró sobre él.
- Vístete, nos vamos.
Cas observó su ropa un momento, dudando de la propuesta de su hermano. Y mientras Gabriel esperaba a que se vistiera, observaba afuera, verificando que la salida siguiera despejada de guardias.
- Estoy listo. – Dijo Castiel, colocando su gabardina como toque final.
El castaño sujetó su mano y se adentraron en el laberinto de pasillos blancos. A cada doble puerta que pasaban, Cas veía a sus hermanos dormitar en un profundo sueño provocado por Gabriel. ¿Dónde estaba Michael?
La salida se presentó ante el par, en una enorme señal de esperanza. Pero Michael la atravesó antes que ellos.
- La cobarde ovejita vuelve a casa, solo para robar a su propio hermano, ¿Eh? – La siempre tranquila voz del arcángel estremecía.
- ¡Hey, bro! Pensaba llevar a Cas a dar un paseo. – Bromeó Gabriel.
La mirada inexpresiva se posó sobre el humano, quien esquivó el contacto. Castiel sabía muy bien que, aunque él tenía una posibilidad de salvarse, Gabe saldría muy mal de aquí si continuaban desafiando al primogénito. Michael volvió a centrar su mirada en el arcángel menor, quemándolo con ella.
- Castiel, vuelve a la habitación. – Ordenó.
Gabriel afianzó su agarre sobre el menor, pero este se alejó, dando pasos lentos hacia atrás.
- No es de tu propiedad. – Desafió el castaño. – No puedes mantenerlo prisionero sin ser ángel.
- Lo es, solo que perdió su gracia.
Michael le esquivó, siguiendo los pasos de Castiel.
- Ahora, retírate de mi cielo. – Exigió.
- ¿Por qué haces esto, Michael? Ya no hay jerarquías, ¡No tienes por qué asumir ningún cargo sobre ángeles libres!
- ¿Ángeles libres? – Sonrió burlón. - ¿Sabes quién fue el primer ángel libre? ¡Se llama Lucifer y destruye todo lo que toca! Hago lo posible por arreglar lo que los de tu clase rompen, ¿Y soy yo el malo?
- Esta no es la forma. – Replicó Gabe.
- ¿Cuál es la forma, genio? Raphael está muerto, Lucifer encerrado, tú disfrutando de la "libertad". ¿Qué se supone que haga yo? ¿Dejar que el cielo se venga abajo por un grupo de incompetentes como mis hermanos?
- Estoy aquí aun, puedes parar esto. No tienes derechos sobre Castiel. – Insistió. – No tienes derecho sobre ningún ángel.
Mike estuvo a punto de abalanzarse sobre el castaño, pero fue frenado por el agarre de Cas, iba a matarlo si lo soltaba.
- ¡Tú no tienes idea de lo que significa el orden para el mundo! ¡El caos que existe es por culpa de gente como tú, que cree que su estúpida libertad vale más que nada! – Objetó, callando lo que sea que Gabriel deseaba exponer. – ¡Es mi reino! ¡Mi orden! ¡Un descarriado como tú no va a romper con mis decisiones de lo que puedo o no ordenar!
Los ángeles que antes dormían se levantaron como el ejército que eran, marchando hacia la discusión.
- Sáquenlo de mi cielo. – Ordenó.
- ¡Es mi cielo también! – Reclamó Gabriel.
- Abandonaste tu hogar y a tus hermanos. No eres mejor que Lucifer, Gabriel.
La imagen del primogénito junto a Castiel fue oculta por la horda de ángeles, mientras se alejaban del alcance de Gabe.
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Sí, señor.
FanfictionMichael quiere castigar al culpable de su desgracia, pero termina descubriendo cuanto Castiel desea eso. Michastiel Michael x Castiel Advertencia: Sadomasoquismo.