Capítulo 22

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Llame a Fernando, y me lo cogió enseguida.

— Hola Malú. — Dije con media sonrisa en la cara.

— Hola Fernando ¿Como está todo? — Pregunté.

— Regular...— Dije sincero.

— ¿A tenido otra crisis no?

— Si a noche mientras cenaba, me llamaron y tuve que irme corriendo, como no tenga un trasplante de corazón ya, no sé qué va a pasar... — suspiré—

— Quiero ir a verla Fernando, me voy a quedar todo el tiempo que quieras mientras tú trabajas.

— No hace falta... Malú.

— Déjame ayudarte, como la primera vez ¿Recuerdas? Dime en qué hospital estás qué voy para allá.

— Te la mandó por mensaje, ¿vale?

— Perfecto. — colgué y enseguida me puse el abrigo y me fui, para coger un taxi y mientras me iba para recepción me llegó un mensaje de él con la dirección y la habitación del hospital, que al parecer es privado y de los caros. Cogí el taxi y le dije la dirección de donde sería mi destino. Después de veinticinco minutos para llegar, a ese hospital, por fin llegué.

Me dijo en qué habitación estaban, y me fui directamente a la habitación que él me dijo, me paré en la 405, esa era su habitación me paré un momento y me quedé dudosa si entrar o no, pero esa niña me necesita, así que intente tranquilizarme y toque la puerta, y enseguida me abrió la puerta Fernando.

— Papá ¿quien es? — dijo desde la cama, con la mirada atenta al pasillo donde estaba la puerta.

— Es una amiga que ha venido a verte, cariño por favor pasa.

Entre tímidamente con una media sonrisa a la habitación y enseguida ella sacó su sonrisa que desde la conocí me encantó.  La abrace sin más, y le di un beso su frente.

— ¿Como estas reina? — Dije apartándome para poder mirarla.

— Ahora mejor, por que estás tú. — me volvió a abrazar con una sonrisa en la cara.

— Tienes que ser fuerte ¿Si? Tú puedes con todo cariño..¿me haces un sitio en tu cama? — Dije dejando mi bolso en la silla que había al lado de la cama.

— créeme que lo soy pero hay a veces que una ya pierde la esperanza...

— Si tú pones de tu parte créeme, que seguirás con ese corazón tan pero tan fuerte, pero tienes que poner de tu parte ¿Vale? — le digo abrazándola.

— Está bien pero con una condición.

— ¿Cuál? — Fernando y yo hablamos a la vez, y me quedo mirándole con una media sonrisa.

— Que seas tú la que me des las pastillas mientras tú estés aquí en México.

— Hija Malú tendrá muchas cosas que hacer, cariño.

— Ahora tengo unos días libres Fernando. — le dije mirándole de nuevo.

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