Capítulo 11

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No existía una forma sutil de expresar cuanto le gustó la respuesta de la mujer, si no iba a oponerse a nada de lo que él dictaminara la convertía en una esclava dedicada y juiciosa o al menos lo suficientemente inteligente para saber que le conviene a su persona, lo siguiente a decidir era muy sencillo: quería hacerla suya. Había repasado la imagen de cuando la trasladó, por alguna razón esa idea se repetía como un eco, blanco sobre blanco. La indumentaria blanca cubría de una manera grácil la piel blanca de la hembra y ahí estaba otra vez, con la hembra envuelta en blanco pero esta vez era una tela que no alcanzaba a cubrirla del todo, debajo no se hallaba absolutamente nada más que el blanco de la piel de la hembra, nada le impedía hacer desaparecer toda la prenda para poder contemplar la piel como el marfil. Vegeta aun sostenía a Bulma por el brazo y no dudó en acercarla pero ella resbala por sus pies húmedos y Vegeta la levanta sujetándola por el mentón, los ojos azules eran espejos, eran luz, eran paz.

–Me extrañas ahora? Esclava! –

"Maldición! Tenía que llamarme esclava en este momento?" se decía a sí misma mientras Bulma se muerde el labio inferior al sentir un poco de enojo –Las palabras sobran en este momento príncipe, al fin va a dedicarme su tiempo o no? –

El saiyajin captó el minúsculo cambio en la mirada de la mujer, esa chispa de fiereza al llamarla esclava, por supuesto lo hizo a propósito para ver esa reacción, sonrió de lado y una vez más ladeo la cabeza, le iba a conceder la razón esta vez, las palabras sobraban. Se quitó todo lo que traía puesto para tomar su ducha, de reojo disfrutaba los cambios en la mirada de la mujer, su sonrojo volvió pero nunca desvió la mirada, ya no quedaba nada de la timidez que mostró al verse atrapada, esta fue sustituida por una insolente e impúdica actitud. Esto volvió a complacer al príncipe, la atrajo a la ducha junto a él y la beso con ansias.

Bulma había estado conteniéndose y sujetando sus manos para no correr a ayudar al hombre a desvestirse más a prisa y exigirle que le dedique más horas, pero un ruido logró distraerla: eran los sirvientes acomodando algún aparato muy pesado en el piso superior, como era obvio los residentes estaban a punto de llegar, que tal si alguno podía escuchar todo lo que iban a hacer, ese pensamiento logro que Bulma se sonrojara aún más pero de pronto fue atraída y besada con tanto ardor que no podía respirar y preguntarle a Vegeta que tanto ruido podía aislar su nueva habitación, pero si no tenía suficiente oxigeno para respirar, menos para pensar, entraron a la ducha dejando atrás la toalla de Bulma. Se besaron con intensidad bajo el agua, estaba demasiado caliente para la piel de ella pero simplemente no tuvieron tiempo de regular apropiadamente la temperatura. En medio de los besos habían caricias, gemidos, Bulma recorría otra vez las cicatrices del guerrero regocijándose por el tacto de esa maltratada piel, sentía el calor, el sabor con el que hace unos minutos soñaba. Era él, era real. La cola peluda recorría suavemente la espalda de Bulma estremeciendo a la humana con su contacto, las manos se dedicaban a explorar el cuerpo del otro sin dar descanso a los labios, pronto Bulma necesitó más, mucho más pero Vegeta solo la acariciaba, quería que la haga suya en ese instante, pero el roce de sus cuerpos continuaba y continuaba así como el agua que caía sobre ellos, sin incrementar la velocidad, sin mostrar la lujuria que caracterizaba al saiyajin, con una sonrisa perversa Vegeta comprendía la prisa de la mujer pero deliberadamente la ignoraba alargando el momento se entretenía jugando con ella, mordiendo con calma iba explorando el cuerpo de su esclava consciente que el fuego en ella no hacía otra cosa que aumentar. Con villanía se movía lento, escuchando los suspiros, deleitándose cuando la espalda se arqueaba dejando expuesto todo su cuerpo níveo, así iba disfrutando la urgencia en ella.

De pronto todo paró, el saiyajin cerró el sistema del agua y salió de la ducha, la mujer lo siguió con pasos temblorosos, si le hubieran pedido que sujetara cualquier cosa de seguro la hubiera dejado caer por el temblor en sus manos, se miró a sí misma, trémula, con el corazón latiendo deprisa, su piel enrojecida y sola. Iba a comenzar a maldecir pero fue jalada al lado del príncipe, sus labios se unieron de inmediato, no les importó mojar todo a su camino, a Bulma no le importaba resbalar otra vez, se encontraba en los brazos más seguros del mundo, nunca la dejarían caer. Ese príncipe la besaba con tal fuerza que ya le era familiar, dando pasos lentos la llevo a su cama, "al menos hoy me toca la cama" pensó Bulma mientras recorrían su cuerpo con la boca. La espera fue suficiente para los dos, Vegeta sin más se adentró en ella y sujetó las manos de ella a los lados de la cabeza, mientras se movía la mujer se retorcía y gemía, jadeaba y trataba de respirar mientras movía sus caderas, Vegeta la miraba complacido, indefensa y bajo su completo control se movía con él, la notó más entregada, su disfrute y sus claras muestras de gozo lo hicieron liberarle las manos y se apartó para ver su reacción, ella no solo no se alejó sino que lo atrajo para besarlo nuevamente, con más ardor, con más fuerza, aquello no lo esperaba, pero no iba a quejarse ni tampoco a oponerse, siguió el beso y comenzó a besar otra vez todo el torso de ella, se abrazó a su cintura y recorrió cada bocado de placer que podía disfrutar.

Bulma cerraba los ojos e imaginaba, dejaba su mente desplegar imágenes al azar según las caricias iban subiendo de tono, vio toda una galaxia dibujada sobre su piel y cada beso y mordida era una estrella extra que su amado guerrero añadía al lienzo. No quería que aquello terminara nunca. Vegeta por su parte nunca vio a la mujer disfrutando tanto, pero el placer de ella incentivaba al suyo y lo incrementaba, con gula se lamía los labios para continuar saboreando ese manjar de mujer. Bulma sentía que las horas flotaban con su cuerpo moviéndose al ritmo que imponía el saiyajin, lento y fuerte, rápido e intenso, siendo abrazada o besada, su piel se derretía ante el calor del príncipe que la desbordaba hasta provocarle perder todo rastro de autocontrol. Una y otra vez, sentía que se diluía, jadeaba suspiraba, susurraba y gemía repitiendo el nombre que amaba.

Cuando culminaban se quedaban quietos unos momentos para recuperar el aliento, podían pasar unos minutos o unos cuantos segundos, pero ya sea uno o el otro volvían a comenzar, se acercaban a la piel del otro buscando, buscando los labios o el cuello, mordiendo y obteniendo gemidos en respuesta, explorando y gozando el calor del otro. Una vez más Vegeta la saboreaba intensamente mientras su respiración agitada comenzaba a hacerle cosquillas a Bulma que cerraba los ojos para concentrarse en esas manos, en esa lengua y las figuras que parecía dibujar a lo largo de toda su piel, esa maravillosa sensación era tan parecida a la de antes o mejor dicho a la del futuro. Mientras ella disfrutaba Vegeta se perdía en la lujuriosa misión de reclamar de toda forma posible aquel cuerpo que le enviciaba, la sentó de forma que él quedara a sus espaldas mientras la embestía con ardor en las venas, sus manos tocaban todo de ella, Bulma echaba la cabeza hacia atrás y no paraba de gemir, luego la puso de cuatro para continuar con el placer, le encantaban los sonidos que ella le dedicaba como su nombre dicho de formas que él nunca pudo ni imaginar, sus deliciosos gemidos pero ahora quería escuchar sus gritos, la giró para poder besarla mientras la recostaba y así poder bajar con su boca hasta sus bonitos pechos y morderlos primero despacio, después con más fuerza dejando marca sobre marca, Bulma ya gritaba aun antes de invadirla, ella lo abrazaba con sus débiles brazos recorriendo la espalda llena de cicatrices al ritmo de las profundas embestidas mientras esa boca succionaba y mordía su cuello, Bulma solo pudo continuar gritando hasta culminar. Placer, ahora se mostraba para ambos con un rastro dulce.

Al fin Bulma se quedó dormida al lado del cuerpo que tanto le gustaba, pero despertó a los pocos minutos porque advirtió la falta de la otra persona en la cama, lentamente abrió los ojos, estaba cansada pero sentía el cuerpo ligero, nada pesaba ni en su mente ni en su alma, se movió con calma y se toco los labios al estar más sensibles de lo que recordara, seguro estaban a punto de romperse. Abrió los ojos por completo y en la penumbra pudo ver sus brazos todo marcados por las manos del saiyajin "pero cómo es posible!" pensó, estaba tan calmada y sin dolor pero ahí estaban las marcas que pronto serían moretones, la esperanza de no ir a un centro de recuperación se perdía y más al ver sangre en las sábanas, se toco con precaución descubriendo mordidas profundas .

"Maldito Vegeta se cree un vampiro o que" pensó Bulma mientras se sujetaba el cuello mordido en varios lugares, algunas habían comenzado a doler tanto que sangraban, se acaricio el cuello lastimado y se volteó para buscar al saiyajin con la mirada, por qué no la llevaba al centro de recuperación de una vez? Se sorprendió al verlo en medio de la habitación parcialmente vestido, serio y en actitud meditativa, recordó verlo así en la cámara de gravedad, tan concentrado, disciplinado, estricto consigo mismo, ni notó que la humana lo miraba. Ajeno a todo, a la violencia a los enemigos, hasta al sexo, estaba tan concentrado como ella lo recordaba, así lo amaba, se quedó en silencio mirando, espiando a su amado guerrero.

Para la inflexible mente de Vegeta era imposible dejar la batalla de lado, la guerra corría por sus venas dándole su principal motivo para respirar. Hace horas Bulma manifestó "Hacer todo a un lado" para aplacar sus deseos, que ingenua, esa idea le resultaba risible. Ahora comprendía por qué el hombre la apartó en cuanto ella se manifestó así. Bulma continuó grabando la imagen del saiyajin en su memoria mientras se preguntaba cuanto más le quedaba por aprender del hombre que amaba.

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