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Había perdido la noción de cuánto tiempo estuve esperando a Yoongi fuera de su casa, después de que viéramos a nuestro amigo tras las rejas, me prometió que me acompañaría a buscar mi vestido, un bonito ejemplar negro que había apartado en una boutique.
Comencé a entrar en desesperación, pues, no quedaba mucho tiempo para que cerraran el local y al día siguiente no tendría la oportunidad de recogerlo, estaría ocupada ayudándole a Hobi con los últimos preparativos, además cuando el sol se pusiera tendría que ir a la despedida de soltera de Lana (más por decisiones ajenas que mías).
Su casa se veía tan vacía, había tocado el timbre más de ¿cinco veces?, pensé en entrar, pero, ¿que pasaría si estaban sus padres?, se convertiría en una falta de respeto y desde aquel incidente con Duri tal vez no me tengan tanto afecto.

Me dije a mi misma que tuviera paciencia, tal vez estaba tomando una ducha o algo parecido, aún así le daría una tolerancia máxima de diez minutos, si lo había olvidado sería su problema.

Mientras tanto...

El escuchar esa palabra de seis letras provenir de los labios de la persona que tanto quería, no supo que hacer. Es una de esas situaciones en las que tienes que tomar una decisión, esperando a que las cartas estuvieran a tu favor, un arma blanca de doble filo.
Por supuesto, podría tomarlo del cuello y tomar sus labios, más de un escenario dependía de la reacción del otro, pero volvió a dudar y se quedó de nuevo estático en su lugar sin ninguna expresión observando el rostro que lo aclamaba.

—Acaso me vas a dejar esperando—  el otro insistió sin dejar de lanzarle esos ojos provocativos, esta vez decidió tomar una de sus mejillas con amor —bésame Jiminie, no hay nadie aquí

Estaba seguro que lo que estaba viviendo era parte de su imaginación, un sueño, o alguna alucinación.
Existía también la posibilidad de que lo que quería Yoongi era real, podría tener la misma confusión que el y sabía lo que se sentía.

—He estado frunciendo mi boquita para que lo hagas, ¿no vas a besarme?

—No— contestó serio—los amigos no se besan Yoongi, ya te dije que no me gustas

—¡vaya!, yo sabía que no me mentías— Jimin lo miró confundido—te puse a prueba, ¿verdad que soy buen actor?

—Demasiado bueno diría yo, me asustaste en un momento creí que me obligarías a besarte

—No le cuentes esto a nadie— fue lo que dijo después de bajar de la barra de un solo salto —vámonos te acompañare a tu casa



ㅇㅇㅇ

El agua fría de la regadera hizo contacto con su piel desnuda. Sus pensamientos comenzaron a vagar en la cara de pánico de Jimin.

"Bésame", "¿me dejarás esperando?"

Sus carcajadas hicieron eco por el baño que solo era testigo de su presencia, al parecer se equivocaba respecto a sus sospechas después de eso se sentiría mucho más tranquilo.

La ducha le sentó bien, pero carecía de cansancio alguno, se dejó caer sobre la cama de sabanas negras, su cara chocaba con su superficie, salió un quejido de desesperación porque sentía que tenía algún pendiente pero no lograba dar con lo que le preocupaba, por inercia, decidió voltear hacia la ventana de la casa de al lado, el brillo de la habitación de la chica que lo tenía abobado llamó su atención. Supuso que estaba despierta por esa razón, planeaba entrar por la ventana como siempre lo hacía y darle muchos mimos porque se lo merecía después de demostrarle que para ella el era perfecto ante sus ojos.

Sin más preámbulos, bajó por la puerta trasera de su casa para así cruzar la barrera que lo separaba de ella, siempre que cometía este acto se sentía como un auténtico caballero, subiendo hasta lo más alto de la prision donde seguramente algún animal salvaje protegía la entrada para impedirle llegar hasta la damisela.
Al cruzar la ventana lo primero que logró ver en la habitación, fue el vestido cubierto por una capa de papel transparente que lo protegía, después de todo logro recordar eso que tanto necesitaba, pero desgraciadamente era tarde, en lo que tenía que preocuparse ahora era una forma de pedir disculpas.

Borderline | Yoongi & Tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora