Borderline | Yoongi & Tu

The end

Meses atrás...

Las nubes cambiaban sus tonalidades a una amplia paleta de grises, el viento soplaba de una forma diferente aquel día.
Yoongi estaba sentado en el segundo escalón de esa gran casa azul sideral.
Se limitó a suspirar y descansar sus codos sobre sus rodillas, tal vez tres autos de diferente modelo y color habían pasado, sentía que lo juzgaban de alguna forma. Un sonido proveniente de su celular lo sacó de todos sus pensamientos, metió la mano con torpeza en el bolso de su pantalón hasta que tuvo éxito.

Leyó un mensaje en la pantalla de bloqueo, uno proveniente de Andy, le hizo saber que había tenido un inconveniente en su clase de inglés así que tendría que esperar un poco más por ella. Hizo un puchero de desesperación, no le quedaba de otra más que seguir ahí.
Una mala idea vino de su cabeza: era mejor esperar en su patio trasero, donde probablemente habría un lugar para recostarse; entrar no sería complicado, pues, la puerta se encontraba al costado de la casa y al estar vieja necesitaba de reparaciones probablemente la entrada no estaba prohibida, no para el.

Abandonó el solitario sitio, para caminar por el césped hasta la puerta blanca de madera. Empujó tan fuerte que la cerradura salió volando de lo oxidada que se encontraba.
No fue culpa mía, pensó, así que caminó entre el césped hasta llegar al centro del jardín, con cuidado dejó caer su cuerpo entre la tierra y las hierbas que formaban una alfombra color verde. Ahí no pensó en nada más que en el canto que emitían las aves, las cuales paseaban de un árbol a otro. La vegetación rasguñó la piel de sus brazos, esto le provocó una gran picazón, así que las subió hasta su pecho.
Las ráfagas de viento chocaban con su rostro, especialmente los mechones que caían hasta su frente, se pegaban unos a otros. Un sonido melodioso podía escucharse, las hojas de los árboles se convertían en un instrumento, uno muy extraño y de melodía grave.
Especialmente en esa calle, las casas se encontraban separadas por varios metros, dejando espacios grandes entre ellas.

Las hojas secas se quebraron desde el bosque, que se encontraba después de la cerca trasera, el viento paró para crear un silencio desesperante.

Eran pisadas

Podía apreciarse la desesperación de quien las efectuaba, otra ráfaga de aire frío apareció para colarse entre los oídos de Min, gracias a ello no podía escuchar nada más que el ruido que su cavidad provocaba, los árboles rugían y se desprendían de su belleza porque se caía su piel.
Más silencio, pero, esta vez, Yoongi sintió miedo al no apreciar las hojas crujir, decidió posar su cuerpo sobre sus codos para ver si alguien lo acompañaba.

Una chica de largas piernas estaba parada frente a él, su Jersey amarilla estaba salpicada de machas rojas que se pegaban a ella como una obra de arte abstracto. Sus ojos temblaban al igual que sus extremidades.
Era evidente que estuvo corriendo por ahí, porque su pecho bajaba con rapidez.

—¡Lana!, ¿estás bien?— dió un solo salto para correr hasta ella, desesperado al verla así quiso revisarla, pero ella no se lo permitió y comenzó a correr en dirección contraria, yendo de nuevo hacia lo desconocido.
El se sintió atado, con necesidad de ir con ella, sus piernas no podían detenerse y siguió tropezando con las ramas que estaban descansando por todas partes.

—¡Espera!— gritaba entre jadeos cuando la perdía de vista, los anchos troncos se atravesaban ante sus ojos y le hacían el trabajo mucho más difícil.

—¡Ayúdame Yoongi!— la voz femenina clamó por el, su preocupación aumentó; en ese momento no le importó analizar la situación, solo quería saber porque estaba tan asustada.

Sus piernas comenzaron a doler, su respiración raspaba en las fosas nasales, así que tenía que respirar a través de su boca. Ya no podía gritar, el camino de regreso era como un sendero sin rumbo, no sabía donde estaba, ni cómo volver, solo quedaba seguir corriendo.