18. T. E. I.

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18. T. E. I.

Me quedé a dormir en su casa

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Me quedé a dormir en su casa. Tras aquél abrazo, y lo que éste significaba, no me atrevía a dejarle solo. Nos quedamos charlando, nada muy profundo, incluso tonterías. Algunas teorías respecto a la lista negra, pero nada demasiado concreto. Aún no sabíamos nada de ella, cómo se actualiza, quién la hizo. Solo hay doce nombres, de los cuales seis ya están muertos. No había mención de Liam, ni de Malia, ni de mí. Aunque no sé si eso me deja tranquila o más inquieta.

A la mañana siguiente, fui la primera en despertarme. Mi mente aún trabajaba lo de la lista negra. Sé que Lydia está intentando todo para poder conseguir las otras dos claves. Siento que debo ayudarle en algo, pero no sé cómo.

Bajé las escaleras caracol mientras bostezaba — Buenos días. —me saludó alguien en la planta baja. Parpadeé varias veces para despejarme del sueño y apunté mi mirada hacia el sillón del departamento.

Bufé al ver de quién se trataba — Diría que es un placer, Peter. Pero realmente no lo es. —contesté desviando la mirada, yendo hacia la cocina a preparar algo de café para Derek y para mí. En media hora debía ponerme mi ropa e ir al instituto, no tenía tiempo para lidiar con Peter.

Le escuché levantarse del sillón y dejar un libro a un costado. La cafetera hizo su magia y pronto ya tenía dos tazas de café preparadas. Peter amagó para agarrar una de ellas. Usando sólo mi fuerza telepática, le hice esquivar el movimiento.

—Ruda. —se quejó. Le dediqué una mirada mortal de reojo y luego acerqué mis labios a la taza—. Tenía intensiones de hablar de un tema que nos concierne a los dos. —anunció. Giré levemente mi cuerpo para apoyarme contra la encimera. Le miré con una ceja alzada, esperando a qué dijera cuál era ese supuesto tema—. Estás pasando demasiado tiempo con Derek, Sarah. Ya ni usas las palabras, sino tus cejas.

Rodé los ojos — Si tienes algo que decir, dilo ahora. Deja de dar vueltas. —espeté sin ánimos de seguir los rodeos. Estoy cansada y tengo otros problemas en mente.

—Te lo ha dicho, ¿no? —fruncí levemente el ceño—. Lo de no haber olido la sangre.

Antes de que pudiera preguntarle cómo lo sabía o qué quería que dijera ante aquello, un carraspeo nos interrumpió. Derek, con su cara de dormido y el pelo despeinado, bajaba las escaleras. Me contenté unos segundos con su imagen. Llevaba solo unos joggings holgados de color gris claro. Su pecho al descubierto. A él le gusta dormir sin remera, y en parte porque su remera se la robé yo para usar de pijama. No hubo quejas de ninguna parte.

Derek pasó de Peter y se acercó a mi lado. Tomó la taza que él siempre usaba y dio un sobro de su café. Escuché un murmullo contento al sentir el sabor de la bebida. Me dio un rápido beso en la mejilla y luego se giró hacia su tío.

—¿Qué haces aquí?

No sonaba acusatorio, pero tampoco entusiasmado con la visita. Peter exhaló con dramatismo — ¿Es que no puedo visitar a mi sobrino sin una excusa? —nuevamente le dediqué una mirada mortal. Y no necesitaba ver el rostro de Derek para saber que él también se la estaba dando. Los ojos claros de Peter fueron hacia los míos—. Sarah, en serio, estás pasando demasiado tiempo con él. Hasta tienen la misma mirada mortal.

Black List [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora