4. Demasiados knock-outs

2K 230 13
                                    

4. Demasiados knock-outs

Cuando desperté estaba en un cuarto pequeño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando desperté estaba en un cuarto pequeño. Estaba acostada en una cama. Al enfocar a mis alrededores, me fijé que habían cuatro paredes y sólo una puerta. Ni una ventana, ningún otro mueble en el cuarto. Sólo una cama y el empapelado todo roto de rasguños y mojado por la humedad.

Me levanté de inmediato, poniéndome en estado de alerta. Me acerqué a la puerta e intenté abrirla moviendo con fuerza el picaporte. Claramente, la puerta no se abrió. Suspiré.

Me alejé un poco de la puerta, me coloqué a un metro de ella. Tomé aire, llenando mis pulmones de aire y mi sangre de oxígeno. No había usado, desde el funeral de Allison, intencionalmente mi don telepático; con cualquier emoción fuerte, éste se disparaba solo y el objeto más cercano sufría las consecuencias. Así que estaba algo nerviosa de utilizar mi habilidad, pero no había probabilidad de lastimar a nadie más que a mí en esta habitación.

Tomé aire otros segundos más e intenté concentrarme. Me sentía como al principio, cuando recién me había transformado e intentaba controlar mis impulsos. Había avanzado bastante desde la mordida, pero con todo el tema del nogitsune parece que retrocedí un poco. Lo cual no me sorprende. Deaton incluso me explicó que eso era parte del trauma, de las heridas que dejó el espíritu japonés en mí. Me costaría volver a tomar control de mi cuerpo y mis habilidades, pero estaba dispuesta a hacerlo. No puedo pretender salvar a mis amigos si no tengo el control. Sólo que a veces se hace complicado explicarle eso a mi inconsciente.

Sentí la vibración correr por mis brazos. Traté de concentrarme en ello, volver a visualizar ese poder como una metáfora en mi mente. Siempre se me hizo más sencillo usar mis poderes al pensar en una analogía.

Justo cuando creía tenerlo, cuando estaba por liberar esa energía concentrada en las venas de mis brazos, la puerta se abrió. Me desconcertó y pude notar cómo ese esfuerzo de mantener mi fuerza telepática a pie, se desvanecía.

—Hola, Sarah. —dijo la mujer. Recordé su nombre. Araya. La líder de Las Calaveras. Era más pequeña que yo, pero aún así intimidaba más.

La puerta se cerró detrás de ella ni bien cruzó el marco. Supongo para evitar que escapara. Ni lo pensé, mi oportunidad ya se había esfumado. Miré a la mujer, debería tener unos cuarenta y tantos, hasta podría decir principios de cincuenta, pero no podía estar segura. Tenía en la mano unas bayas o algo similar, no reconocí qué eran.

—Son arándanos. —respondió como si me leyera la mente. Sí, oficialmente esta mujer me intimida—. No sé si lo sabes, si alguien te lo ha dicho, pero los arándanos tienen cualidades de resistencia. Protege a quien los tenga de los ataques psíquicos.

—¿Ataques psíquicos? —pregunté. La escena se me hizo familiar, salvo por el escenario y los personajes, pero aún así me recordó al partido de hace un año. En el cual Gerard me amenazó y mientras lo hacía me explicaba las cualidades del anís.

Black List [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora