31. Apoyándonos

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31. Apoyándonos

Dormí con el ceño fruncido y tratando de mantener mi mente fría, pero siempre volvía a lo que Scott mencionó sobre la tercera clave de la lista. El nombre de Derek. Que Lydia escribió. Lydia, quien es una banshee. Una criatura con línea rápida con la muerte.

Apenas si quiera pude dormir. Quise llamar a mi hermano, recriminarle sobre el secreto que me ocultó, decirle cuánto me decepcionaba aquello y cuánto me dolía. ¡Estamos hablando de la vida de Derek! Si a Lydia le llegó su nombre, es porque algo está pasando con Derek. Algo que no vemos.

¿Será lo que le hizo Kate? Y si es así, necesito detenerlo, revertirlo. No voy a permitir que esa psicópata le haga más daño. Pero no puedo saber con exactitud que fuera eso. Tal vez Lydia sacó su nombre por otra razón, no refiriéndose a lo que Kate le hizo, sino a algo que pasaría pronto...

Derek me convenció de no llamar a Stiles. Porque si lo hacía con el enojo tan presente, mis palabras saldrían con connotación hiriente — Probablemente tuvo sus razones para no decírtelo. —intentó calmarme Derek. ¡Sus razones! ¡Qué importan sus razones cuando hablamos de la vida de una persona!

Le prometí que no llamaría. Era lo mínimo que podía hacer. Esperaba que la indignación y el enojo aflojaran su intensidad al acostarme en la cama a su lado. Derek envolvió sus brazos en mi cintura, protegiendo su cuerpo con el mío. No tardó demasiado en dormirse, su respiración delató aquello. Por mi cuenta... Tardé bastante en pegar ojo. Y cuando lo hice, aún estaba enojada y herida.

Al despertar, me vestí con una muda de ropa limpia que había en el departamento de Derek. Tomé también un cuaderno y lapicera, que había provisto en los casos que me quedara a dormir con él para al día siguiente ir al instituto. Desayunamos en silencio, sin discutir lo que Scott mencionó ayer. No había demasiado por decir, la verdad. Ambos estábamos inquietos.

Derek me dejó en el instituto, insistió en que no me enojara que intentara hablarlo con Stiles. No sé por qué le defiende. No sé qué diablos pasa en la mente de Derek, por qué está tan tranquilo con todo esto. Y en mi cabeza hay tanto remolino de cosas que no puedo parar a analizarle. No entiendo por qué no está reaccionando como yo.

—Mira, no sé tú, pero a mí me importa tu vida. Me importa muchísimo. —hablé antes de salir del carro—. Y que me hayan ocultado un pedazo de información que indicara que tu vida está en riesgo, no me da ni pizca de gracia.

No le di tiempo a responder. Mi mente, aún nublada del enojo, no pensaba con claridad. Abrí la puerta y salí del tirón. Probablemente después me sentiría culpable de responderle así, pero en el momento estaba que echaba humos de todos lados.

Fui caminando hacia mi locker para buscar lo que necesitaría en el día. Mis pisadas eran fuertes, las suelas de mis zapatillas resonaban contra el suelo. Con firmeza, coloqué mi contraseña y tal vez con más fuerza de la normal abrí la puerta de metal.

Busqué entre mis cosas y saqué unos cuantos papeles. Realmente no estaba prestando demasiada atención a lo que mi cuerpo hacía. Luego de finalizar, con un manotazo volví a cerrar mi casillero. El estruendo del metal resonó, pero nadie dijo nada al respecto. Al mover la puerta, un rostro apareció detrás. Él saltó con el ruido.

—Cuidado, Sari. La harás puerta giratoria así. —bromeó mi hermano, con una sonrisa de costado. En otro contexto, me hubiera alegrado de verle contento. Pero en ese momento, lo único en que pensaba era en darle una cachetada.

 Pero en ese momento, lo único en que pensaba era en darle una cachetada

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Black List [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora