Capítulo 1 parte 2

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La condesa viuda de Pembroke asistió a la palidez en el rostro de su hija con toda la serenidad que ha cultivado en sus poco más de cuarenta años de vida. Ella lo sabía, siempre lo supo. Aun cuando su pequeña disimulara cada vez que el nombre del joven salía a relucir.

—¿El duque de Grandchester? —repitió la joven rubia.

A lo mejor escuchó mal y su hermana no iba a casarse con el único hombre que ha amado desde niña. El hombre que, siendo apenas un adolescente, se robó su corazón una tarde de verano.

Para su desgracia, lady Emily asintió, demoliendo con el gesto el pequeño resquicio de esperanza que se erguía con timidez en su pecho.

—La boda se celebrará después de las pascuas.

Lady Candice agrandó los ojos ante lo dicho por su madre. Un agudo dolor le atravesó el corazón. Estaban en la cuaresma, faltaba casi nada para las pascuas. La devastadora realidad se abrió paso en su aturdida mente.

Iba a casarse.

No era ningún malentendido ni existía equivocación alguna.

Él iba a casarse... con alguien que no era ella.

Ni siquiera quería pensar en el hecho de que la mujer a la que desposaría era su hermana Amelie, su amiga y compañero de juegos, si lo hacía se derrumbaría ahí mismo.

La visión se le enturbió y no supo que lloraba hasta que lady Emily se sentó junto a ella y comenzó a secarle las mejillas con su pañuelo de encaje. El gesto de ternura de su madre, lejos de consolarla, acrecentó su dolor. Quería echarse a llorar en su regazo. Quería volver a los tiempos en que era una niña y se quedaba dormida mientras su madre le acariciaba el pelo, quería despertar y darse cuenta que todo era una pesadilla.

—Lo lamento, cariño. —Lady Emily acarició con suavidad las húmedas mejillas de su hija mayor—. Si pudiera evitarlo, sabes que...

—Está bien, madre —interrumpió la joven. Respiró profundo y se obligó a serenarse. No podía dejarse llevar por el dolor en presencia de su madre, era echarle una carga que no merecía—. No es su culpa. Él siempre me trató como a una pequeña hermana.

Lady Emily esbozó una frágil sonrisa. Lo que lady Candice decía era cierto. El duque de Grandchester nunca mostró interés romántico en ella. Desde que llegaran al pueblo, la trató con amabilidad, incluso cariño, pero nunca mostró amor romántico por ella ni siquiera cuando tuvieron edad para ello. Sin embargo, fueron quizás esas atenciones que no prodigaba a otras jovencitas las que confundieron el pobre corazón de su pequeña.

El duque tampoco demostró sentimientos por Amelie durante el tiempo que ella todavía vivía con ellas, aunque claro, en esa época su hija menor aún era una niña que ni siquiera tenía la edad para ser presentada en sociedad. Según la carta de Amelie, los dos coincidieron en Londres. No se habían visto desde que la joven abandonó Cornualles para instalarse en Bristol con la hermana de su padre, sin embargo, durante la temporada social en Londres se vieron con frecuencia; la atracción surgió poco a poco. O eso explicaba en su carta.

—La fiesta de compromiso será al día siguiente de la llegada de tu hermana —comentó lady Emily—, en Grandchester Castle. —Prefería darle la mayor información posible ahora, no quería alargarle la agonía innecesariamente así que tomó aire y continuó—: Él... vendrá con ella. Lady Bristol viajará con ellos, por supuesto.

Lady Candice centró su mirada en la mesita de centro para ocultar a su madre la agitación que le provocó saber que en pocas semanas él estaría en el pueblo. Tan cerca... y tan lejos. En el pasado fueron amigos, se tenían la confianza suficiente para hablarse sin formalismos cuando estaban a solas, tal vez por eso, ella abrigaba la pequeñísima esperanza que algún día llegaría a corresponderle.

Quiero tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora