Capítulo 7

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En la celda de Candice, lady Emily intentaba persuadir a su hija sobre la conveniencia de aceptar la petición del conde de Pembroke.

—No me casaré con lord Pembroke, madre —afirmó Candice para consternación de su progenitora.

—Candice, hija... Lord Grandchester... —Estaba diciendo Lady Emily cuando la rubia la interrumpió.

—Lo sé, madre. Sé que lord Grandchester es el esposo de Amelie. Lo sé muy bien.

La amargura en el tono de su hija oprimió el corazón de la condesa viuda. Su intención no era herirla, pero de alguna manera debía hacerle comprender la realidad de su situación. No quería que tomara otra decisión precipitada como la de convertirse en monja.

—Esta mañana vino a verme lord Graham —comentó minutos después, no tocó antes el tema porque primero quiso tantear las aguas respecto al conde de Pembroke.

—¿Quién? —Lady Candice frunció el ceño. No conocía a nadie con ese título.

—Candice... —La condesa viuda titubeó, la información que tenía era un arma de doble filo, sin embargo, tras una inspiración profunda decidió continuar—: el señor Terrence es hijo del anterior duque de Grandchester, él es...

—Hermano de lord Anthony —susurró lady Wilton, sin poder creerlo.

—Es ilegítimo, Candice —corrigió la condesa viuda, absteniéndose de usar la palabra "bastardo" por considerarla demasiado despectiva. Los hijos no tenían la culpa de los errores de los padres, era injusto que cargaran con semejante estigma.

—¿Ilegítimo? —repitió azorada.

Por supuesto sabía lo que esa palabra significaba, no obstante, el hecho de que fuera hijo —precisamente del padre de lord Anthony— la descolocó. ¿El señor Terrence lo sabría? ¿Estaría enterado de que lord Anthony y él eran hermanos de padre?

—Sí, fue concebido fuera del santo matrimonio —aclaró la condesa viuda, más por reafirmar su argumento que por explicar el término.

—Debió ser difícil para el señor Terrence —murmuró la joven dama.

—Candice, por favor, no es momento de ser compasiva. —Lady Emily tomó la mano de su hija—. Cariño, no puedes casarte con él, ¿entiendes? —le dio un ligero apretón para asegurarse de que la escuchaba.

Lady Candice miró a su madre.

—¿Cómo sabe...?

—Te lo dije, él fue a verme esta mañana. Su visita fue para eso, para informarme que te pidió matrimonio y que tú lo aceptaste.

—¿El señor Terrence fue a verte? —Sin saber por qué, el corazón de la rubia comenzó a golpetear con fuerza dentro de su pecho.

Por la pregunta, lady Emily supo que su hija todavía no comprendía la verdad sobre la identidad de Terrence.

—Hija, el señor Terrence es Lord Graham —aclaró.

—¿Lord Graham? —repitió lady Candice sin entender nada.

—Será mejor que te cuente la historia desde el principio —dijo la condesa viuda tras un pesaroso suspiro.

Fuera de la celda, lady Amelie escuchaba la plática de madre e hija. Llegó a tiempo para escuchar a su madre decir el motivo de la visita de Terrence. La ira la había envenenado a tal punto que le fue imposible moverse. El cuerpo le temblaba de rabia, presa de una intensa furia —como jamás experimentó antes—, escuchaba hablar a su madre sin ser realmente consciente de lo que esta decía. Lo único que su perturbada mente lograba discernir era que Terrence no cejaba en su decisión de casarse con Candice. Se retiró tan sigilosa como llegó. Ni su madre ni su hermana se percataron de que las espió.

Quiero tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora