Capítulo 21 parte 1

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Lord Grandchester se apeó del carruaje que lo llevó hasta la casa de los condes de Graham. Según supo, acababan de instalarse en esta, pero tenían planes de marcharse en cuanto "La Silenciosa", su navío más grande, llegara a las costas de Cornualles. Tenía varios días intentando hablar con Terrence, pero por algún motivo nunca lograba encontrarlo ni en la goleta ni en ningún lado. Esperaba tener mejor suerte ese día.

Tocó la aldaba de la puerta de calle y a los pocos segundos la hoja de madera se abrió. Un hombre cuyo aspecto rudo y desaliñado no concordaba con el del típico mayordomo apareció al otro lado.

—¿Quién es y qué rayos quiere? —espetó el hombre, su rostro hostil demostraba lo poco que le importaba identidad del visitante.

Lord Grandchester elevó las cejas, asombrado por la falta de modales del "mayordomo". Si es que lo era, su vestimenta tampoco era la esperada en un sirviente de su rango.

El golpe de la puerta al cerrarse lo hizo pegar un respingo. ¿En verdad le había cerrado la puerta en la cara? ¿A él? ¿Al duque de Grandchester?

Incrédulo volvió a golpear la aldaba.

—Soy el duque de Grandchester —dijo en cuanto la puerta se abrió de nuevo—, vengo a ver a lord Graham.

—Casa equivocada —ladró al hombre, la puerta a punto de cerrarse.

—Estoy seguro que no —atajó el duque, su mano en la hoja de madera para impedir que le volviera a cerrar la puerta en las narices.

—¿Quién es, Stuart? —La voz de lady Candice llegó hasta el duque desde dentro.

El hombre maldijo en voz alta sin importarle que el duque lo escuchara, sin embargo, no le quedó más remedio que responder a su señora.

—Nadie, milady. Un buhonero —respondió Stuart o "la rata", como lo conocían entre la tripulación, su brazo tenso por el esfuerzo que hacía para cerrar la puerta.

—¡Lord Grandchester! —gritó el duque, perdiendo el decoro; era eso o dejar que lo dejaran afuera otra vez.

Stuart apretó la mandíbula. Tenía órdenes expresas de su capitán de no permitir la entrada a nadie que no fuera miembro de la tripulación.

—Está bien, Stuart, su gracia es bienvenido —dijo lady Candice detrás del sirviente, al que no le quedó más remedio que apartarse para que el duque entrara.

¡El capitán iba a sacarle el cuero a tiras!

—Lady Candice, un placer —saludó el duque con una pequeña inclinación de cabeza.

—Bienvenido, excelencia. —Lady Candice correspondió al saludo del duque con una reverencia—. Stuart, dile a Jane que nos envíe una bandeja de té al salón amarillo, por favor.

La rata apretó los labios, disgustado, pero aceptó el pedido de su señora. Mientras lady Candice y lord Grandchester caminaban hacia el mentado salón amarillo, fue a la cocina en busca de Jane. Tras comunicarle a la doncella el pedido de lady Candice, mandó un mensaje al Perséfone para avisar al capitán de la visita del lord.

En el salón, luego de informarle que Terrence no estaba en la casa, lady Candice hablaba con el duque sobre la salud de la duquesa viuda. La puerta estaba abierta y Jane, que hacía un momento acababa de dejar la bandeja con el té y algunas pastas, estaba sentada en una silla a una distancia prudente para salvaguardar la reputación de su señora.

—¿Cuánto tiempo se quedarán? —preguntó el duque cuando el tema sobre su madre estaba agotado.

—Una semana como mucho, depende del arribo de "La Silenciosa".

Quiero tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora