No existían demasiadas oportunidades que reunieran las circunstancias ideales para que Sam se atreviese a hacer lo que haría. Era una estrella fugaz haciéndose visible en una nublada noche de luna llena. A veces, pensaba que soñaba y no quería despertar. Su memoria intentaba guardar cada segundo, hasta el sonido de las llantas sobre la carretera era importante de recordar.
Porque no tendría otra oportunidad...
Pero esa noche fue idealmente sangrienta.
Dean conducía lento, para no molestar al ángel en su sueño reparador. Castiel respiraba suavemente contra el cuello del castaño y su sangre le manchaba la camisa a cuadros. Los tres estaban heridos, pero Cas se llevó la peor parte, agotando su gracia y desmayándose a medio camino al bunker.
En la oscuridad de la parte trasera del Impala, donde su hermano no podía verle, Sam se atrevió a recorrer la extensión de piel disponible para él. Avanzó por los dedos de Castiel muy suave, tomando a cada unión de sus huesos como un nivel superado. Llegó hasta la línea que demarcaba su gabardina y volvió a bajar por el mismo recorrido. La superficie era lo más suave que jamás tocó y se volvería adicto a ella si la repasaba una vez más. Desvió su mirada hacia el rostro que tenía a centímetros, apartando con cuidado el cabello oscuro. Ajustó apenas su agarre en la cintura del ángel, acomodándolo con mucho cuidado, para luego apreciar de cerca su aroma mezclado con la sangre.
- ¿Cómo está? – Interrogó Dean, intentando verle por el retrovisor sin éxito.
- Bien. – Respondió saliendo de su mundo. – Solo... necesita descansar.
- Ya casi llegamos.
No tendría otra oportunidad así en mucho tiempo, y saber que terminaría pronto, solo le hacía pensar en lo efímero que era su contacto con el ángel desde el día en que se conocieron.
Deseaba con tanta fuerza que la mano que sostenía correspondiera sus caricias con la misma suavidad; tanto como deseo que su padre le trajera un cachorrito para navidad. Sus deseos raras vez se cumplían y Cas estaba demasiado inconsciente para tan siquiera entender lo que sentía.
Apoyó sus labios en el cabello despeinado del otro, como en un beso inconcluso. Cas se removió un poco, pero estaba seguro de que no era consciente de nada, mucho menos de cuanto Sam anhelaba su afecto.
Pronto el Impala se detuvo y Cas regresó a los brazos de Dean, al puro estilo nupcial. El rubio le quitó las prendas innecesarias y le acomodó en la cama. Sam solo pudo volver a acercarse cuando fue su turno para curarle.
De eso se trataba siempre. Sam lograba un fugaz acercamiento hacia lo que sentía, caminando a ciegas guiado por sus instintos, pero al abrir el ángel se apartaba de sus brazos para retornar a los de su hermano mayor. Era lo correcto, lo destinado a ser.
Mantuvo su distancia luego de eso, mientras Dean se quedaba a cuidarle bebiendo una cerveza. Le observó apenas un momento. Su hermano mayor tenía la vista fija en el ángel, con los pies sobre el escritorio en una posición relajada, supuso que divagaba en su mente.
Quizás ya se había dado cuenta de lo que sentía, o apenas lo estaría sospechando. Pero es que... Dean siempre miraba así a Cas y su mirada era recíproca. Sentía que el momento de dar la enhorabuena a su hermano estaba llegando, y daba más miedo que cualquier pesadilla.
Se encerró en su cuarto, dejándolo a oscuras y quitándose la ropa, hasta la última prenda. Se fue para no verle, pero su imaginación podía maquinar imágenes mucho peores. Seguramente Dean se acercaría, sabiendo que su hermano no estaba cerca, se arrodillaría a un lado y besaría con delicadeza la misma mano que Sam solo podía rozar con timidez.
No necesitaba saber la verdad, su imaginación era suficiente tortura.
Al día siguiente, aún magullado y con vendajes cubriendo piel sana también, Cas preparaba café.
- Buenos días, Sam. – Dijo con una sonrisa.
Pasó por su lado y se perdió en el pasillo. Podía apostar su vida a que llevaría ese café a Dean, como agradecimiento por haberle cuidado. Y aún si no fuese así, si Sam fuese quien lo cuidara, probablemente ese café seguiría siendo para Dean.
Y sí, Cas llevaba ese café para Dean. Pero lo que Sam no sabía es que el ángel había pensado en servirle el desayuno también, solo que no lo haría correctamente. Existían temporadas en las que el castaño se cuidaba y otras en las que lo olvidaba por el estrés de alguna situación, pero últimamente estaba siéndole fiel a un desayuno apropiado y nutritivo.
Castiel sabía que las frutas y verduras eran saludables, pero no cuál de ellas iban bien en un batido sin que terminara con sabor a vomito. Podía elegir algo de cereal, pero Sam hacia una mezcla entre ellos que el ángel jamás se había aprendido. Cocinar no era su fuerte en lo absoluto, e intentar hacer algo saludable que tuviese buen sabor... eran niveles mucho más allá de sus conocimientos.
No quería preparar algo que fuese asqueroso y Sam comiera por compromiso, o preparar un café y que tuviese que romper con su rutina sana.
La idea de hacer un desayuno terminó de disiparse cuando Sam apareció en la cocina. Parecía enfadado con el mundo y a punto de golpear a alguien. Quizás también se había quedado despierto por su culpa o incluso, estaba lesionado y sufrió de insomnio por el dolor. No supo sus motivos, pero Cas se alejó rápidamente, porque no quería que le odiase más por preguntar de más o hacer algo indebido.
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Hurt you.
FanfictionSam esta enamorado desde el primer día en que Castiel tomó su mano entre las suyas. Pero ese solo es su secreto, el que nadie debe descubrir, porque ese ángel nunca sera suyo. Sastiel.