Malditos los dos.

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Despertar sin Castiel a un lado, le devolvió a la realidad demasiado pronto para que pudiese procesarlo con tranquilidad. Estar solo de repente dolía más de lo que recordaba. Se levantó y, aún con pijama y el cabello despeinado, se puso a trabajar de nuevo.

La mesa del bunker estaba repletas de libros, archivos, notas, todo lo que pudiese necesitar. Bostezo con cansancio, habiendo dormido una hora, y aun así, seguía sin encontrar nada. Empty no existía en libros de ninguna clase, no había intervenido jamás antes y nadie había tenido algún tipo de contacto con alguien así. Tradujo cien páginas sueltas en enoquiano que parecían ser una pista, pero nada había allí más que la mención efímera del lugar al que partían los ángeles a pies de su final. Quizás podría llamar a Rowena, crear algo más personalizado para este ser desconocido, incluso puede que la bruja poseyese información.

Pero no tenía nada más que cansancio.

Un día despertaría y Castiel no estaría a su lado, pero tampoco estaría en este mundo. De solo imaginarlo...

Allí solo en medio de la oscuridad. Quizás dormiría y nunca podría dar conteo a la eternidad. Pero... ¿Qué tal si estaba despierto, suplicando salir de la nada, volver casa? Su ángel estaría tras un cristal grueso de la realidad que no podría atravesar, no podría rescatarle de ese encierro eterno.

No creía poder, pero un día podría olvidarle. ¿Y si finalmente lo lograba y el ángel se convertía en un recuerdo de una desgracia lejana? Entonces, Cas estaría verdaderamente solo en la oscuridad, sin tan siquiera alguien que golpeara a las puertas de su prisión con insistencia.

No quería perderle, y si lo hacía, no quería olvidarle tampoco.

Apartó las lágrimas que estaban a punto de caer por sus mejillas y apartó el cabello de su rostro. No había tiempo de pensar en circunstancias que podrían evitarse trabajando duro. Apartó el sueño, la frustración y el dolor también para continuar con su búsqueda.

- Es suficiente.

La voz de Cas le tomó por sorpresa, sin haberlo escuchado acercarse. El ángel cerró el libro que intentaba leer y le miró directo a los ojos, con algo parecido al enojo.

- Vete a dormir.

- No quiero. – Respondió como un niño, intentando recuperar el libro perdido. – Aún queda mucho en donde buscar.

- No existe donde buscar, Sam. – Objetó el ángel. – No encontraras nada en ninguna parte.

Mordió sus labios, la derrota se sentía distinto si alguien más te lo decía en la cara. Quería cerrar los ojos y que eso que buscaba apareciese, dándole la respuesta de cómo mantener a su lado a quien amaba. Era un sueño egoísta, pero no podía dejar de soñarlo.

- Tiene que haber una forma. – Repitió, más para sí que para Cas.

- Solo olvídate de esto, jamás pasará. – Aseguró el morocho, empujando con suavidad su mejilla para que le mirara. – No hay forma de que él venga, Sam.

Apartó la mano sobre su rostro y despeinó su cabello, apoyándose en la mesa.

- Dijiste que yo ya no era un ángel. –Recordó Castiel. – Esa es una de las razones por las que Empty no vendrá, Sam, nunca seré ese ser sin cicatrices que salvo a tu hermano. El pasado duele, y lo hará el futuro, porque el mundo no perdona a los ángeles caídos. Por eso tampoco quería que te aferraras a alguien como yo.

Sintió la primera lagrima escapar hacia abajo y las manos de Castiel sobre su cabello, intentando curar el dolor como su gracia lo haría en otro caso. No quiso decirle aquello, solo salió de su boca en un intento estúpido por llamar su atención y hacerlo reaccionar. Pero lo dijo, y descubrió mucho más de lo que esperaba. Cas estaba seguro de que su condena abarcaría toda la eternidad, con o sin intervención de Empty, con o sin Sam en ella.

En vez de enfadarse y tomar una actitud infantil frente a los hechos, debió entender. Con Jack en peligro, siendo lo más preciado para Cas, y una mínima posibilidad de darle una verdadera oportunidad al nephilim, seguramente fue muy difícil para él. Lo fue y lo era, pero estaba seguro de que no se arrepentía de ello. Sam tendría que haberlo abrazado, prometerle que juntos intentarían arreglarlo. Pero las emociones le invadieron demasiado pronto y lo único que logró fue abrir una herida que el ángel pretendía sobrellevar día a día.

- Lo siento. – Dijo justo antes de ponerse de pie y abrazarlo como debió.

Castiel correspondió el gesto, aferrándose a su cintura.

- Yo soy quien lo siente. Estando a mi lado solo estarás tan maldito como yo. 

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora