Dejando todo por ti.

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Tecleaba en su computadora frenéticamente, la misma investigación sobre algún interesante caso. Su visión periférica logró alcanzar al ángel que salía dela cocina. Cas intentaba arreglar su corbata, tenían que hacerse pasar por el FBI de nuevo y según Dean, tenía que verse presentable para que le creyeran.

Pensó en ayudarle por un segundo, estuvo a punto de apartar la silla y anudar correctamente la corbata, pero Dean se le adelanto. El rubio apareció de la nada, bromeando con Cas y acomodando su corbata y el saco. Dean le sonrió al ángel y Sam volvió a teclear frenéticamente.

- Ya nos vamos. – Anunció su hermano mayor, despeinando su cabello al pasar.

- No sangren mucho. – Bromeó.

Las voces se atenuaron, Cas quejándose de la ajustada corbata y Dean riendo, hasta que desaparecieron tras el grosor de la puerta principal. Sam alejó sus manos del teclado, reclinó su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos.

Los años pasaban y aún se sentía bajo el agua, con esa presión constante sobre su pecho. Lo había intentado todo, pero nada parecía surtir efecto, y ya muchos se daban cuenta de lo que pasaba.

Supuso que el primero en descubrirlo, era una de las personas que más le conocía. Bobby, una tarde cualquiera, no recordaba con claridad la época, compartió una cerveza con él. Podían ver a su hermano lavar el Impala a través de la ventana, quemándose sin camiseta bajo el sol abrazador. La marca en su brazo parecía mostrarse más nítida, como recordatorio constante para el Winchester menor.

- ¿Todo está bien con Dean? – Interrogó Bobby, sacando a Sam de su trance.

- Todo está... bien. – Dudó.

- No desesperes, apuesto a que conseguirás tu propio ángel. – Sonrió Bob.

Por un momento, Sam quedó desconcertado al verse descubierto tan pronto, pero era Bobby quien se lo decía, alguien que le conocía desde muy pequeño. Desvió la mirada, sonrojado y algo triste.

- Eso no va a pasarle a alguien como yo. – Dijo, mirando su brazo como si pudiese ver la sangre de demonio que le envenenaba.

- Sam, el hecho de que Dean sea la misión de ese ángel, no significa que sea de su propiedad. – Le dio un trago a su cerveza y se aclaró la voz. – Apuesto lo que quieras a que no le interesa Dean.

- Apostemos. – Dijo Sam, creyéndose ganador y chocando su botella con la de Bobby.

En otras ocasiones, Crowley, evitando que Dean y Cas le escuchasen por alguna razón, hacia sus típicas insinuaciones pero hacia la relación entre Sam y el ángel. Había temido ser descubierto, más por alguien así, pero todo quedó en un secreto no pactado con el demonio.

Tiempo después, visitaron a Oliver Pryce con Castiel. Momentos muy incomodos se dieron en aquella ocasión, pero el regresó a casa fue peor. Antes de marcharse, cuando Cas ya estaba lo suficientemente lejos, Oliver le había detenido en el marco de la puerta.

- Díselo. – Sonrió. – Aquello que dejamos ir, se va tarde o temprano aunque no lo desee.

No pudo entablar ni una sola palabra después de eso, porque su mente estaba desordenada completamente con esa única frase.

No eran muchas las personas que le habían descubierto, pues intentaba ser lo menos obvio posible. Sin embargo, quienes le conocían y aprendían a leerle como un libro abierto, lo tenían fácil. Todos le empujaban a dar un paso adelante, pero no comprendían que Dean estaba allí enfrente, más cerca de Cas cada día, y no podía imaginar apartar a su propio hermano.



El usual aviso de llamada en su computadora despejó sus pensamientos.

- ¿Eileen?

La chica había aparecido imprevistamente en cualquier caso de los más típicos, siendo ella no tan normal. Llamó su atención su sentido del humor ante algo que otro sentiría pesar y la forma culta y sincera con la que se expresaba. Dean ya estaba molestándolo en cuanto se quedaron solos en el auto al marcharse a casa luego del caso. Había estado hablando con ella por mensajes y cada día lo sorprendía más.

Imaginó la posibilidad de tener una historia con ella. Algo más normal, más cerca de lo que había soñado toda su vida. Más de una vez se había quedado dormido con su teléfono sobre el pecho y había despertado con un "Buenos días" de ella. Podía ser la indicada...

Pero entonces, Castiel aparecía solo por un segundo en su visión. Se perdía de nuevo en el azul de sus ojos, y se dejaba llevar por ese amarre.

- Buenos días, Sam.

No tenía idea como hacía, pero sus palabras sonaban mucho mejor que las de cualquiera, y le hacía sentir mucho mejor que las de un millón de personas.

- Buenos días, Cas.

Volvió a la realidad y dejó de seguir camino de pensamientos que siempre lo llevaban al ángel. Presionó una tecla y Eileen apareció en su pantalla.

- Hey, hola. – Sonrió con su habitual falsedad.

- ¿Por qué esa cara? – Rio ella. – Parece que no estas teniendo un buen día.

- Hace tiempo que no tengo un buen día. – Se rio de sí mismo.

- Estoy cerca del bunker, ¿Salimos?

Aceptó, necesitaba despejarse y ver un poco de mundo después de una semana encerrado allí. Pero su teléfono sonó cuando estaba por confirmar la salida y cortar la video-llamada con Eileen.

- ¡Hey, Sam! – Su hermano intentaba parecer normal, pero sabía que algo malo habia pasado.

- ¿Qué paso?

- Es Cas...

- ¿Qué hay con Cas?

- No lo encuentro, hermano, temó que algo le haya pasado. No contesta su teléfono y ya le he rezado un par de veces. –

- Voy para allá.

Cortó la llamada con Dean, se disculpó con Eileen y se marchó inmediatamente en busca del ángel. Jamás, ni tan siquiera por un segundo, pensaría que existía algo más importante que Cas. Apartaría a Eileen, y a cualquiera de sus amigos, por salvar al ángel aunque no fuese relevante para él.

Sabía que su hermano estaría preocupado, pero no se equipararía a lo que él sentía en ese momento. Si algo le pasaba a Castiel de nuevo, se culparía, porque se supone que era Sam quien acompañaría a Dean en ese caso.

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora