Mentira.

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- Quiero vacaciones. – Dijo a su hermano, tomándolo por sorpresa.

Iban de vuelta a casa y obviamente, no era algo que Dean esperaba oír en medio del silencio solo roto por la radio.

- ¿Con Cas?

- Sí, creo que es necesario. – Explicó habiéndolo sopesado por un tiempo. – Todo esto de Empty nos ha distanciado bastante y creo que no avanzamos.

- Te estas quedando en la friendzone, básicamente. – Rio el rubio.

Dean opinó, luego de terminar de burlarse de él, que Castiel podría necesitarlo también, aunque no debía esperar que eso remediara todo mágicamente. A pesar de haberse arriesgado a estar con Sam, a pesar de todos los comentarios ajenos y aquellos que torturaban su cabeza, a pesar de todo... Cada nuevo suceso solo hacia al ángel sentirse más inseguro con su decisión, y Sam debía comprender que nunca estaría absolutamente de acuerdo con su propia relación. No se trataba solo de Empty, o su obsesión o cualquier problema que surgiera; las dudas en el ángel estarían allí toda su existencia y no había como cambiarlas porque estaban basadas en verdades.

Debió admitir que eso dolió un poco, mucho más viniendo de boca de su hermano mayor, quien había sido su mentor desde el día en que nació. Pero era una verdad que un tercero veía mejor desde afuera, y alguien como Dean, que les conocía bien, podía juzgar sin miedo a equivocarse.

Se mantuvo a la distancia que Cas impuso, por mucho que deseará más, porque un rechazo sería realmente doloroso a estas alturas.

- ¿Qué pasa? – Interrogó el ángel, supuso que lo había mirado fijo por demasiado tiempo.

- Nada, solo pensaba.

- Mientes. – Dijo Cas, apartando su mirada. – Sé que quieres conclusiones rápidas, pero no puedo dártelas. – Su voz sonaba tan suave que Sam pensaba que hablaban de muerte. – Entenderé si crees que no puedes esperar.

- No, por supuesto que no. – Se apresuró a desmentir. – Solo quiero comprender.

El ángel tomó su mano por encima de la mesa, entrelazando sus dedos. Era suave y tan mágico como siempre, sintió escalofríos subir por su espalda y la calidez del amor. Pero también reconoció esa mirada, esa lástima que Cas no podía ocultar en sus celestes.

- Necesito estar seguro de que no te perderé si te doy el amor que esperas de mí. – Habló con la misma suavidad de antes. – Estoy seguro que piensas que en algún momento esto será perfecto y apoyar tu idea es como... mentirte. No voy a mentirte sobre esto.

Ante su silencio, Cas le había regalado un beso y se había marchado. Entonces, estuvo seguro que no aceptaría irse con él lejos por un tiempo, por mucho que Sam creyera que lo necesitaban.




Castiel era un ángel de seguridades, siempre terminaba viéndose obligado a tomar riesgos, y lo odiaba. Mantuvo su posición frente a Samuel porque sabía que en su corazón no había seguridad de que esto realmente saldría bien. Había ignorado sus creencias de fracaso una vez, y Sam le confirmó cuan fácil podía romperle.

Le quería cerca y no podía evitar ceder a una noche de series o el desayuno juntos; pero besarle con pasión o hacer el amor se había vuelto un poco más difícil. Principalmente porque sentía que sus manos quemaban el alma del castaño, como si solo estando así de cerca podía dañarlo.

Le amaba y eso no tenía discusión alguna. Sam le amaba también y lo había asumido.

Para los humanos sería fácil entregarse a sentimientos naturales y casi salvajes. Para un ángel, donde su pensar era más fuerte que el sentir, las probabilidades de un fallo eran mayores. Cas lo experimento y vio con sus propios ojos el resultado, ¿Qué más necesitaba para saber cuan mal acabaría esto?

Sin embargo, el menor seguía esforzándose por obtener su aprobación, su aceptación, tan siquiera su mirada. Darle una negativa se le hacía imposible a veces.

- Creo que vales la pena. – Dijo Jack, con su sonrisa manchada en helado de fresa.

Hablar con él era encontrar la simpleza de la vida, era tan literal y casto que amaba escucharle opinar sobre todo.

- Pero no podría saberlo jamás. – Objetó, esperando el siguiente argumento con ansias.

- Si podría. – Dijo el rubio. – Porque tú nunca le harías daño a Sam a propósito.

No pudo evitar traer toda la sangre de su vida a sus recuerdos, opacando la sonrisa y fingiendo otra más falsa.

- He hecho más daño del que crees, Jack, y a gente que amaba con todo mi ser.

El nephilim cayó toda objeción, pero a Cas no le gusto ver su mirada oscurecida durante todo el paseo. Su relación con Sam no había cambiado gran cosa para Jack, pero ahora, sabiendo que se trataba de un imposible casi, le frustraba.

Prometió al rubio que todo estaba bien, como siempre lo hacía, y muchas de esas las cumplía. Volvió a su cuarto y Sam estaba allí.

- Me siento un poco solo, ¿Puedo dormir contigo? – Preguntó el castaño, jugando con un papel que Castiel reconoció enseguida, aquel que ocultaba entre páginas de un libro viejo.

Era solo una noche normal, como tantas otras en las que charlaban hasta que Sam cedía al sueño y Cas se quedaba a leer. Pero esta noche, había una tensión especial, quizás por lo que habían hablado antes y el final sin resolución en que se había acabado.

En cuanto se adentró en la cama, Sam se acurrucó contra él, como si necesitará sentir el aroma inexistente en su cuerpo, como si su calor predeterminado hiciera alguna diferencia o su tacto curara un dolor más profundo que el superficial. Acarició su cabello chocolate por simple costumbre, esperando ver como se derrumbaba una vez más entre sus brazos.

- Lo siento... - Susurró el pelilargo. – Debí asumir mucho antes que el amor no nos salvaría a ninguno de los dos.

Besó su cabello en consuelo y le abrazó más cerca.

- No creas que no amo ver la esperanza en tus ojos, como la primera vez que me viste. – Confesó. – Pero no hay forma de que permita que vivamos en la mentira. 

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora