Casados.

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Habían planeado desde el más mínimo detalle, pero verlo todo junto y en su lugar era mágico. Como si de repente, un sueño que intentas plasmar en papel, se hiciera real por completo.

Gabriel era el encargado de la fiesta, por lo que él les presentó. Tomó la mano de Sam, sintiéndolo inseguro de caminar, y tiró de él hacia el salón. La boda civil sería igualmente rápida, porque Chuck también estaba detrás de ella, pero eso no le quitaba lo especial.

El lugar estaba repletó de gente y Cas no dejaba de ver como su pareja intentaba poner un nombre a todas las caras a su alrededor. Sabía muy bien que hacer una lista de invitados y verlos allí en el día más especial de tu vida, eran cosas muy distintas para Sam. Le llenaba el corazón ver lo feliz que era el castaño de destapar pequeños recuerdos con cada invitado, a la vez que se acercaban a su segundo altar.

El camino de rosas acabó y Dios le sonrió particularmente a él. Era muy extraño tener la atención de un padre al que creyó que no le importaba en lo absoluto. Quizás seguía sin importarle, pero... al menos era interesante para su padre.

Básicamente, lo único que debían hacer era firmar, junto a los padrinos de la boda.

- Al demonio el protocolo. – Dijo Chuck, girando los papeles para que firmaran.

Era extraño recibir una boda oficial cuando ni siquiera existes para el mundo. Castiel Novak no existía, al menos no para el estado, era tan falso como el millón de identidades que usaban los cazadores para pasar desapercibidos. Sin embargo, solo habían creado esa identidad para una cosa, casarse. Sam sostuvo su mano mientras firmaba y Cas supo que era suficiente si existía para ese hombre.

Fue su turno y recordó que tenía que hacer esa firma extraña que se inventó para sus identificaciones.

- Haz la otra. – le guiño un ojo Chuck.

Hacía mucho tiempo que no usaba su antigua firma, pero supuso que su padre se encargaría de arreglar cualquier problema que hubiese con ello. Firmó en simbología enoquiana, con símbolos y formas que solo le correspondían a él, era una característica única en cada ángel.

No pensó que lo haría, pero sorprendió a Sam, sobre todo por la belleza de la escritura, o eso dijo el menor. Gabe, Crowley, Dean y Charlie, también firmaron como los padrinos de la boda y todo quedó listo. Chuck iba a decir que eso era todo pero Gabriel se adelantó.

- ¡QUE EMPIECE LA PARTY HARD! –Gritó a todo pulmón, recibiendo la misma emoción por parte de los invitados.

Tenían su propia mesa, con los padrinos y, Jack y Mary también. Las copas tenían brillantina desde la base hasta la mitad de que iba desde blanco a azul. Castiel tomó una de ellas y notó su inicial junto a la de Sam enfrente.

- ¿Algo anda mal? – Interrogó el menor, quien aún no había soltado su mano izquierda.

- Es como... si hubiésemos imaginado todo, pero jamás pensáramos que fuese posible por completo. – Sonrió. – Sin embargo, ahora que podemos palparlo... es...

- Mágico. – Completó Sammy.

Y todo el resto también lo fue. La cena acabó pronto, y el primer baile debía comenzar. No sabía bailar, pero Sam dijo que eso no sería necesario, solo debía seguirle. Girar al ritmo de música suave con su cabeza apoyada en el hombro del castaño fue ver una perspectiva del mundo diferente. Si de eso se trataba bailar, quería bailar por siempre.

En algún momento la fiesta se puso "movida" como decía Gabriel, por lo que poco a poco la pareja fue separada. Estaba en medio de las mujeres de la familia, siendo adulado por lo guapo que se veía y resaltando lo hermoso que era todo, algo que usualmente las mujeres hacían en ocasiones así, ya sabía bien eso.

Al otro lado, Sam estaba reencontrándose con amigos de su universidad que Dean había logrado contactar e invitar en sorpresa. En todos los años que llevaban conviviendo, nunca le vio con esa sonrisa permanente por tanto. Y, como si hubiese sentido su mirada, Sam se volteó hacia él y sonrió de forma especial, como solo lo haría al verle a él.

El pelilargo gesticuló un "te amo", provocándole un sonrojo. Imitó su acción con un "te amo también". Ambos rieron y regresaron a las conversaciones en las que estaban, como si nada hubiese sucedido.

A su parecer, la fiesta debería durar muchísimo más.

- La gente se lo estaba pasando bien. – Lamentó, viendo a todos marcharse.

- Cariño, no todo el mundo es un ángel. – rio el menor. – Habrá más fiestas en otra ocasión.

No se irían demasiado lejos para su luna de miel, más que nada porque ambos preferían las salidas en las que también estaba el resto de su familia. Una semana era más que suficiente para disfrutar en pareja, en especial porque el plan era no salir de la habitación de hotel.

Colgó con cuidado su traje, notando que tenía una diminuta mancha de algo en la solapa. Frunció el ceño y lo quitó con sus poderes.

- Pon una lavandería y nos haremos millonarios. – Bromeo Sam, saliendo de la ducha.

El cabello chocolate goteaba por sus hombros, mojando piel que el menor ya había secado. Imaginó lo diferente que se sentiría bailar, esta vez piel con piel, por lo intento probarlo sin consultarle a Sam.

Le abrazó y sintió la piel caliente y húmeda del más alto contra su frio tacto. Apoyó su cabeza en el hombro, y ahora las gotas le mojaban a él. Sintió los brazos fuertes envolverle, su aliento suave contra su piel y el aroma a frutas que desprendía su cabello.

Sam se alejó un mínimo, lo suficiente para besar sus labios. De pronto sintió la necesidad de navegar por todo su cuerpo, y probablemente el castaño querría lo mismo de él.

Estaban sobre la cama, en medio del calor, la fricción, el placer y... Sonó el celular de emergencia.

No hubiese insistido en que Sam contestará si no fuese el único celular que tenían para comunicarse con Dean y Jack en caso de que algo extremadamente importante pasará.

- ¿Qué? – Pregunto el menor, mordiéndose los labios.

- Sammy, te necesito inmediatamente en el bunker.

- Mañana, ¿Si? – Estaba a punto de colgar, a pesar de la mala cara de Cas, y Dean insistió.

- ¡Es importante! Juró por Dios que entiendo tu situación, pero estamos jodidos, bro.

- ¡¿Qué puede ser tan peligroso a esta altura de nuestras vidas para interrumpir mi luna de miel, Dean?!

- ¡JO-DI-DOS! – Insistió el rubio.

- Llama a Chuck.

- ¿Con quién crees que estoy ahora mismo? – Dijo sarcástico el hermano mayor.

- ¡Hey, chicos! – Saludo Chuck desde el fondo.

La llamada finalizó, y Sam giró hacia Castiel.

- Jodidos definitivamente. – Lamentó el menor.

- Pero casados, - Sonrió, besando la punta de la nariz de Sam. – podrás tenerme cuando quieras.

Estaba asustado de que su pareja perdiera la sonrisa que había llevado durante todo el día, pero ese pequeño recordatorio de que estarían unidos para el resto de sus vidas, le devolvió la alegría a su cara. 



FIN.

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora