Lo que no debiste leer.

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Si algo le había enseñado la vida a Sam, era que las cosas iban mejor justo antes de derrumbarse. No le sorprendería que hubiese una discusión, o alguna distancia, un contratiempo, algún enemigo inoportuno. Las cosas iban demasiado bien con Castiel, con el bunker en general, los casos eran simples y su felicidad era todo manzanas doradas.

Hasta ese día en que se inmiscuyo sin quererlo en algo que nunca debió saber. Fue un accidente, y viendo atrás, deseaba nunca haberse equivocado y vivir en la felicidad de la ignorancia. Mantener ese secreto en donde estaba y existir con la duda de su contenido por toda la eternidad.

Pero confundió su celular con el de Jack, ya que eran del mismo modelo, y lo lamentaría. Estaba hablando de tonterías con Dean en la sala, cuando encendió el dispositivo que había tomado de la cocina. Su cerebro notó algo extraño, quizás la falta de contraseña o el protector de pantalla con una serpiente roja. En aquel momento estaba distraído y no presto real al pequeño error, haciendo todo automáticamente. Inmediatamente después de quitar el protector de pantalla, una conversación apareció en la pantalla, mensajes que tampoco reconoció.

El contacto rezaba "Papá" y la fotografía del contacto era la de Castiel. Entonces paró la charla, con Dean preguntándole que pasaba, asustado por su repentino cambio de humor. La conversación era algo que Sam ni nadie debió haber leído...

Papá: ¿Seguro que estas bien?

Jack: Yo... solo he estado pensando demasiado este tiempo. Me preocupa mucho lo que pueda pasar, Cas... Lo siento...

Papá: No hay porque, cariño. Sam y yo estamos bien, pero te prometo que las cosas jamás serán lo suficientemente perfectas para que debas preocuparte. Estaré bien, ¿Si? :)

Jack: Tengo miedo de perderte. Él vendrá a por ti y es mi culpa.

Papá: Jack, esto fue una decisión mía, nunca será tu culpa. De todas formas, pasaré por ti luego del caso, ¿Ok? Iremos a un lugar bonito y hablaremos mejor.

Tuvo que repasar un par de veces aquello, dándose cuenta de que todo comenzaba con una sucesión de preguntas de Jack. "¿Cómo estas, Cas?". Primero comenzaba muy de vez en cuando, luego aumentaba su periodicidad a todos los días que el ángel estaba fuera del bunker y, en el último tiempo, eran mensajes de Jack hacia el a cada hora, casi con minutos de diferencia, en una insistente búsqueda de la respuesta del otro.

Se había confesado con su padre en las últimas horas. Castiel efectivamente había pasado por él y Jack se había marchado rápidamente, probablemente olvidando su teléfono por esa razón.

Sam le pasó el aparato a su hermano, esperando que su juicio estuviese nublado y hubiese entendido mal la conversación. Sin embargo, recibió la misma reacción de él.

- ¿Qué demonios es esto, Sam?

Ambos se miraron pero ninguno logró entender de donde surgía esa conversación. Los protagonistas llegaron a tiempo para hacer frente al interrogatorio. El castaño le pidió a Castiel que se sentará con ellos y Dean intento convencer a Jack de retirarse a su habitación, pero el nephilim reconoció su celular y quiso quedarse, teniendo la sospecha que sus miradas no prometían nada bueno.

Le entregó el teléfono al ángel, de la misma forma en que se lo había pasado a su hermano momentos antes. Cas solo le echó un vistazo, obviamente que ya conocía la conversación.

- ¿Hay algo que no nos dijiste? – Presionó al ángel, esperando la mejor de las respuestas.





Castiel sopesó sus posibilidades. ¿Por cuánto más iba a ocultarlo? ¿Qué más daba? Era una manera cruel de contarle a Sam porque su final estaba pactado, porque todo estaba dicho.

Ellos ya habían oído hablar de Empty cuando Cas regresó de una muerte que dolió más que cualquiera de las anteriores. Esa parte de la historia fue fácil. El ataque al cielo fue comprendido. Su decisión... no fue aceptada.

- Tu... ¿Qué? – Intentó procesar Sam. – Tú... prometiste tu vida a ese sujeto.

Solo pudo asentir. Usualmente, el primero en reaccionar mal era Dean, pero esta vez el sería quien tendría que aquietar las aguas.

- ¿Y no te pareció razonable contarnos antes sobre esto? – Reclamó el castaño. – Meses... ¡Casi un año ha pasado, Castiel!

- ¿Por qué preocuparlos? No hay nada que hacer.

- ¡No lo habrá si no hablas a tiempo!

Sam se puso de pie y repasó su cabello, denotando el enfado que sentía.

- Eso jamás pasará, Sam. – Objetó. – Nunca seré feliz por completo, lo tengo claro aunque Empty no. Y no se trata del presente, se trata del pasado con el que cargo, además de un futuro no muy alentador.

- ¡No lo sabes! ¡Ese sujeto juro volver por ti, y no creo que le importe romper una estúpida promesa!

Ninguno de los tres había presencia tremendo temperamento en Sam, suelto sin correas y liberando todo su enojo.

- ¡Es mi vida, y mi decisión que hago o dejo de hacer con ella! – Se equiparó a su lado, desafiando su mirar. – ¡Soy un guerrero, listo para morir desde el día en que nací...! No puedes cambiarme, Sam.

- ¡No lo eres! ¡Ya no eres ni guerrero, ni soldado, ni ángel! Eres Cas, solo Cas.

Hubo un momento de silencio, en que sintió cuan profundo las palabras podían escocer. Sus pulmones parecían rehusados a procesar aire, pero los obligó a hacerlo. Miró detrás de Sam, allí donde estaba su razón de ser.

- Sí, tienes razón. No soy nada... Disculpa si me aferró a lo único que brilla en mi vida. – Dijo con sarcasmo.

No quería escuchar más. Pelear y discutir sobre un tema que estaba firmado y sobre el que no había nada que cambiar, era estúpido. Tomó a su hijo y volvió a insistir en el mismo punto que ese pleito había borroneado, convencer a Jack de que esto no era su culpa.

Sabía que Sam había reaccionado así por su preocupación, miedos e incertidumbres, emociones humanas comprensibles; sin embargo, se lo advirtió en su momento. Y no se trataba de apartar al cazador por este pequeño incidente, sino por todos aquellos que no se apartarían de su vida jamás. Si él no creía poder aguantar esto, entonces no era capaz de aceptar quien Cas era. 

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora