Mucho más que tú...

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Y un día cualquiera, llegó Jack a sus vidas.

Y Castiel se fue.

Todo comenzó con la hermosa Kelly, donde Castiel apostó todos sus bienes inesperadamente. Al principio parecían ir todos por el mismo camino, pero Sam y Dean notaron como el ángel parecía desviarse de vez en vez, como dudando de cada paso que daba. Hasta que Cas encontró el sendero que más le confortaba, Kelly.

La historia del Hijo del Diablo se convirtió en Romeo y Julieta huyendo para salvar a su hijo.

Sam sintió celos, por primera vez por alguien que no era su hermano. Nadie había pensado en la posibilidad de que un amor naciera tan espontáneamente, pero Sam lo vio. Cuando Cas y Kelly se miraron y tomaron sus manos, aferradas en una unión irrompible, supo que su amor era mucho más puro que el de su hermano y el ángel, e incluso aún más que el suyo por Castiel.

Quizás solo era su imaginación, pero tenía la teoría que nadie podía evitar enamorarse de Cas. Ese niño les unía de formas que la humanidad no comprendería. Y sintió su sangre hervir en celos como alguna otra vez, solo que no se sentía tan personal, tan inmediato como esas otras veces.

Desesperadamente buscaron a la pareja fugitiva, sin saber cómo esto terminaría. Por supuesto que no esperaba ver la luz aparecer y apagarse en el rostro de Castiel...

No esperaba perderle de nuevo.

Pero Sam estaba tan convencido de que regresaría, de que eso no estaba pasando realmente y todo acabaría con un final feliz. Se alejó paso a paso, desarraigándose del shock para ocuparse de algo que distrajera su mente. No quería pensar y volver a la cruel realidad.

Jack era un simple chico en busca de su padre, pero eso no evitó que Dean encaminara su ira hacia él. Pero solo era un tumulto de sentimientos frustrantes para su hermano mayor que necesitaba exteriorizar.

Sam, en cambio, veía en el chico la inocencia y una posibilidad, quizás él podría abrir el portal y también traer a Castiel de vuelta.

- Tal vez si soy malo. – Sopesó el joven nephilim.

- Cas creía en ti, y yo lo haré también. – Prometió el castaño. – Dean solo... intenta sobrellevar la muerte de alguien... especial para él.

- ¿Castiel era especial también para él?

- Si. – Confesó con pesar. – Lo era.

- También para ti.

- Él era... solo un amigo. – Mintió.

Jack supo que mentía, pero Sam se había acostumbrado a tomar ese papel, actuar según lo que creía correcto y cubrir sus verdaderos sentimientos con una gruesa sabana. Mantendría este personaje incluso frente al nephilim, incluso aunque Castiel parecía alargar su regreso a casa.

Él tenía razón y Jack fue quien trajo de vuelta a quien llamaba su padre, y solo fue el principio de un caos que venía anunciando hace tiempo.

Castiel dejó de lado a Dean y volvió el centro de su vida al nephilim, siendo todo en lo que pensaba y por lo que existía.

Sam había advertido que las peleas y discusiones entre su hermano mayor y el ángel se habían duplicado de a poco, mucho antes de que Cas decidiera unirse a Kelly en esa aventura de familia. Y ahora que Castiel tenía prioridades mucho más marcadas, cada día era una discusión distinta.

No quería ser el tercero en discordia y romper algo que había estado tratando de conservar a costa de su propio corazón roto, pero comenzaba a molestarle la forma en la que su hermano trataba mal al ángel por cualquier razón.

- Dean, es suficiente. – Se convirtió en su frase favorita, y la única que decía para intervenir.

Había visto a este par de tornados arrasarse el uno al otro, y también salvarse en el último minuto, pero ya no había buenos tiempos para Cas y Dean.

Una noche todo explotó. Ambos dijeron cosas muy crueles y Sam intentaba detenerlo de caer al vacío, pero no pudo hacerlo. Dean golpeó a Castiel y el ángel, con sus ojos brillando, lo lanzó contra el muro contrario.

El ángel tomó a Jack y salieron del bunker, mientras Sam intentaba curar la herida en la cabeza de su hermano mayor.

- ¿Qué forma de arreglar las cosas es esa? – Reclamó el menor.

- ¿Tú también? – Replicó Dean, tomando la gasa de las manos de Sam y curándose el mismo. – No te metas, Sammy.

- ¡Pues entonces compórtate y nadie se meterá en tus asuntos! – No quería levantar la voz, pero le fue inevitable.

- ¡¿Por qué no le dices a él que se comporte?!

- ¡Cas es quien tiene la razón, Dean! ¡¿Es que no lo ves?! ¡No te lo mereces y aun así él sigue a tu lado!

- ¡¿Por qué sigues defendiéndolo siempre?!

Y Sam se quitó la máscara de mentiras que cargo durante años, como un peso enorme sobre sus hombros que finalmente dejó de lado.

- ¡Porque lo amo mucho más de lo que tú lo haces! 

Hurt you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora