Pensó que su cabeza dolería por pasarse de copas, pero no era así. Se desperezó entre las sabanas de lo que creyó su cama. Era algo estúpido de pensar, mucho más estando algo dormido aún, pero esta no se sentía como su cama. Aclaró su nublada vista lo mejor posible y observo alrededor. Definitivamente no era su cuarto.
Tenía sus jeans puestos aún, y el cabello hecho un desastre. Entonces recordó lo ocurrido. Sus mejillas se volvieron rojizas por rememorar todas las tonterías que le había dicho a Castiel sin vergüenza.
Paso por su habitación, creyendo que encontraría a Eileen durmiendo aún, pero no fue así. Acomodó su aspecto un poco y se colocó la ropa adecuada. No imaginó la escena que lo recibiría en la cocina.
Cas no tenía problemas con la muchacha y hasta parecía feliz de tenerla rondando por el bunker. El ángel le sirvió café y se excusó, dejándole solo con Eileen de nuevo. Le vio marcharse, mientras intentaba responder con lógica a la conversación que comenzó con ella.
Castiel estaba feliz de que Eileen estuviese a milímetros de convertirse en su novia porque así Sam no sería una molestia para él. Pronto le olvidaría y dejaría de abrazarle y mirarle de forma inapropiada, ya no se sentiría incómodo y Cas podría seguir con su vida sin preocuparse por lo que el castaño sentía. Sam le vio marcharse lejos de él, lejos de su pesada presencia.
Eileen se despidió con un casto beso y un agradecimiento dulce. Entonces, fue como si el agua bajara por completo a sus pies, Sam dejó de estar aturdido y ahogado. Caminó a paso firme en busca del ángel y no retrocedería hasta tenerle entre sus manos.
- ¡¿Podrías al menos odiarme?! – Reclamó, cerrando la puerta de la habitación del ángel tras él.
- Sam, ¿Qué sucede?
- Entiendo que no sientas ningún tipo de emoción por mí, - Dijo entre lágrimas que no vio venir. – pero enfádate conmigo al menos por lo que dije, no hagas como sino existiera.
- Tú dijiste que lo olvidará. – Explicó. – Anoche estabas borracho y sin control sobre ti.
- Sé que lo hubieses al menos mencionado en otras circunstancias, pero intentas que crea que soy feliz para que este con ella. – Apartó sus lágrimas. – Jamás seré feliz con Eileen, Cas, porque jamás podre amarla.
- Puedes hacerlo, es solo cuestión de tiempo. – Apoyó.
- ¿Crees que no lo he intentado? No quieras empujarme a un límite que ya conozco. – Su voz quebrada, tan rota como su propio corazón.
Se dejó hacer cuando Castiel le empujó a sentarse en la cama, y no se rehusó a abrazar al ángel cuando, aun de pie, se acercó para consolarlo. Pasó sus manos alrededor de las caderas del otro, como un cinturón que buscaba obtener aún más cercanía. Se permitió hundir su rostro en la camisa de Cas, a la altura de su abdomen. Olía a café y algo a la colonia que Jack usaba, ajeno a cualquier aroma natural propio.
- No importa cuanto lo intente, cuán lejos te vayas, si morimos o si te olvido por completo... - Lamentó con su voz apagada tras la tela. – Jamás voy a dejar de amarte.
Los mechones chocolate se mezclaron entre los dedos de Castiel, proximidad que nunca habia probado antes. Sam se relajó entre las caricias, aceptando que eso era lo máximo que podría obtener del ángel, lo más profundo que su relación podía ir. ¿Cómo es que Dean lograba con tanta facilidad esos gestos sinceros del morocho?
- Sam... - Quiso hablar, pero el menor le interrumpió.
- ¿Lo amas realmente?
Pensó en la posibilidad de levantar su mirada, leer una respuesta en los gestos del otro, pero no se atrevió a sacar su rostro de su escondite.
- ¿De qué hablas? – Su tono era más suave de lo común, y no dejaba de jugar con las hebras entre sus dedos.
- De Dean.
Era como si hablaran del clima, una conversación tan pacifica como esa de repente. La respuesta no podría romper más o esperanzarle, pero al menos acallaría las dudas que brotaban de una simple pregunta al azar y cubrían sus pensamientos cada noche.
- Él es como un hermano, ¿Por qué preguntas eso? – Dijo con simpleza el ángel.
- Entonces... - Apretó entre sus puños la tela caqui de la gabardina. - ¿Por qué no puedes intentar amarme?
El interrogante rompió algo en el ambiente y no había nada más que decir para recomponerlo. Las manos se alejaron del cabello chocolate y Sam maldijo perder la sensación. Sus brazos fueron apartados por el ángel y el cuerpo frente a él se retiró. Con el rostro aún húmedo por las lágrimas, Sam observó al mayor desaparecer por el pasillo, abandonando su pregunta.
Todo el mundo alguna vez había resaltado sus virtudes, incluso el propio Castiel, reafirmando que sería el sueño de cualquiera compartir su vida con él. Sin embargo, la única persona con la que Sam quería vivir eternamente... parecía rechazarle constantemente. Quizá no era suficiente para él, tal vez de todas esas virtudes fallaba en la única que el ángel consideraba importante.
Se dejó caer sobre la cama en la que había despertado. A lo mejor, si cerraba con suficiente fuerza sus ojos, volvería a imaginar esas manos peinando su cabello.
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Hurt you.
FanfictionSam esta enamorado desde el primer día en que Castiel tomó su mano entre las suyas. Pero ese solo es su secreto, el que nadie debe descubrir, porque ese ángel nunca sera suyo. Sastiel.