Todo estaba listo. Varios cambios de ropa, protector solar, shampoo, etc. Cerró el bolso junto a su mochila, las cargó y salió de la habitación. Tuvo que pellizcarse para ratificar la veracidad de esta realidad.
Miró a lo largo del pasillo, esperando ver a su novio, pero no estaba allí. Siguió su camino hasta el garaje. Dean bajó el capo de Baby y se limpió las manos de manchas negras con un trapo anaranjado. Sam le sonrió y dejó sus cosas a un lado de las escaleras.
- ¿Ya acabaste de preparar el otro auto?
Siguió a su hermano mayor, quien encajó la llave y revisó que ningún sonido del motor sonara extraño. Esperaba una respuesta pero Dean solo le entregó las llaves luego de apagar el Impala.
- ¿Qué significa...?
- Llévate a Baby.
Tardó un momento en decifrar la broma en esto.
- No hablas en serio. – Acusó al rubio.
- No me hagas arrepentirme. – Rio Dean, asegurándose que el capo hubiese quedado limpio de manchas.
- Pero Dean, es Baby, tu auto. – Señalo lo evidente. – Apenas y me dejas conducirlo cuando estas medio muerto.
El rubio pareció necesitar un segundo de silencio, con su mirada perdida en el negro brillante del Impala, como recordando. Sam sabía cuán importante era ese montón de metal para su hermano, había más vida allí que en su mente.
- Papá me lo regalo a mí por... porque siempre lo quise. – Rio, y Sam tuvo un flash de aquel día. Nunca vio a su hermano tan feliz. – Pero sé que hubiese querido que fuera de ambos. Y sé que él hubiese estado de acuerdo con esto, darte la oportunidad que tengas bonitos recuerdos con este auto.
Casi pudo ver las lágrimas agolparse en sus ojos, pero Dean huyó con su típica frase que se burlaba del sentimentalismo.
- Son tan gays que me contagian. – Rio marchándose.
La puerta volvió a abrirse minutos después, con otros pasos bajando las escaleras. Ojos azules le miraron con preocupación, y se percató de que probablemente sus ojos estaban tan ahogados como los de Dean.
- Hey... - Saludo a Cas mostrándole las llaves de Baby. – Todo listo.
Los bolsos estaban en su lugar, la tarde parecía tranquila y ellos estaban seguros de esto. Creyó que el resto de la despedida seguiría en el mismo nivel de sentimentalismo, por mucho que su hermano intentara esquivarlo, pero enseguida se le olvido lo que había dicho.
- Ten cuidado cuando aceleras, eres muy brusco con ella. – Le reprendió por enésima vez. – Y en la guantera hay para que limpies el cuero, hazlo seguido.
- Ya lo sé, Dean. – Blanqueó los ojos al mayor, intentando escaparse de su sermón.
Sin embargo, luego de que Dean acabase de dejar claro cada punto del cuidado de Baby, le tocó a él ser acosado.
- Nada de alcohol. Puede salir con amigos pero debe volver antes de las 18:30hs. Puede comer dulces, pero no si se queda despierto hasta tarde.
Fue solo un pequeño porcentaje de todas las reglas que Castiel le dio a Dean para el cuidado de su hijo, con amenazas sutiles pero entendidas.
Ahora estaba distraído, apoyado en la puerta de ventanilla abajo. El viento despeinaba su cabello negro y era la primera vez que Sam lo veía cómodo con ropa más casual para salir. Tuvo que obligarse a mirar al frente y no distraerse con las vistas del ángel. Como si aún viviese en aquel tiempo en que su amor era un secreto, dudo si tomar su mano sería correcto.
Castiel, desde el momento en que aceptó estas pequeñas vacaciones, no había dado muestras de emoción alguna. Más bien, parecía hacerlo todo para que Sam estuviese satisfecho. Pensó que quizás no quería esto, y no quiso pensar más.
Por distraído, el peso en su hombro lo tomó por sorpresa. Cas apoyó su cabeza en él y cerró los ojos. Su mano fue atrapada por el ángel, quien entrelazo sus dedos de forma suave.
- Tu alma es dulce. – Dijo en un susurro, desconcertando al castaño.
- ¿Las almas tienen sabor? – Sonrió divertido.
- No, es más como... - Intentó explicarlo, pero no existían palabras en el lenguaje humano para hacerlo, o eso pensó Sam. – No puedo explicarlo, pero me gusta tu alma.
Iba a decir algo, pero no era capaz de ver la gracia de Castiel. Por lo que solo sonrió al camino, feliz de transitarlo de la mano del ser que amaba; tal y como un día lo habían hecho sus padres. El amor de John y Mary superó mil fronteras, y sus hijos bien sabían que aún se amaban a pesar de las vueltas que los habían separado.
Podía no ser una bonita historia de princesas y príncipes que siempre ganan la batalla, pero Sam quería el realismo y la pasión que sus padres lograron. Con Cas a un lado, cada día se sentía más cerca de ello.
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Hurt you.
FanficSam esta enamorado desde el primer día en que Castiel tomó su mano entre las suyas. Pero ese solo es su secreto, el que nadie debe descubrir, porque ese ángel nunca sera suyo. Sastiel.