Dean no parecía demasiado fuerte para ayudarle, pero puso toda su energía en quitar las cadenas que les restringían. No podían escuchar que pasaba en la sala del mapa, y tampoco era bueno que lo imaginaran. En lo único que podían pensar era en salir y salvar a su hijo de lo que sea que Sam tenía para él.
- Esto es imposible. – Emitió un quejido el rubio.
Castiel no podía curarle por más que estuviese justo a su lado, y eso solo le hacía desesperarse más, porque podía ver desangrarse a su amigo sin hacer nada. Se opuso a su restricción hasta que esta comenzó a lastimarlo.
Un golpe venido de la sala detuvo todo movimiento.
- Jack...
No supo en que momento, pero el nephilim estaba a tres pasos por detrás suyo, observando la espada de ángel modificada que escondía tras él.
- ¿Por qué mientes? – Interrogó Jack.
Sam dejó aparte su actuación que pretendía encaminar al joven hacia lo más profundo del bunker y apuñalarlo cuando menos se lo esperara. Cambió su sonrisa a desagrado absoluto. El maldito niño estaba acabando con cada punto de su plan perfecto.
- Jacky, no hagas esto más difícil. – Dijo con voz falsamente dulce. –
- ¿Qué está pasando, Sam? – Todo en el joven era confusión. - ¿Dónde está, Cas? Ha estado tratando de comunicarse conmigo y no puedo...
Terminó de enfurecer al escuchar el nombre de su ángel en boca de ese infame, hijo de Satán. Ese engendro jamás mereció el amor de Cas, ni tan siquiera la atención que le quitaba a Sam. Estaba cansado de que su pareja siempre terminara por prestar más atención a las necesidades del niño, a sus caprichos y que muchas noches durmiera en el cuarto de Jack, dejándole solo. No iba a aguantarlo más.
- Donde este Castiel no debe importarte una mierda, ¿Entendido? – Sentenció. – Nunca más vas a interferir entre nosotros.
Empuño con fuerza la espada y dio se encaminó contra el nephilim. Escuchó un golpe, y su cerebro tardó en comprender que fue su cuerpo el que golpeó contra el muro. Sus oídos solo percibían sonido muerto. Intentó aclarar su vista y recordar donde estaba, pero el mundo parecía muy lejos de su realidad.
Cuando Jack apareció frente a él, agitado por haber corrido hasta allí, pudo finalmente tranquilizarse. Las cadenas cayeron sin problema bajo la fuerza del nephilim, y le abrazó tan cerca de sí como podía. Necesitaba convencerse de que estaba bien, de que nada malo había pasado.
- ¿Qué está pasando? – Interrogó el menor mientras pasaba a curar las heridas profundas en Dean.
- Sammy está loco. – Dijo el Winchester con un hilo de voz.
- Necesito purificar su alma.
Se levantó de su lugar tan rapido como su cansado ser se lo permitió y caminó hasta donde Sam estaba, pidiendo a Jack que se quedará atrás. El castaño había logrado sentarse, con su espalda contra el muro y su mirada en el techo. Aún estaba mareado y confundido por el golpe; por lo que se dejó hacer cuando Castiel sujeto su rostro para que le mirara.
- Cas... - Logró decir, asiendo su mano a la gabardina.
- Shh... - Susurró. – Esta bien, todo estará bien después de esto, Sam.
Con cada mano a un lado del rostro del menor, Castiel usó su cansada gracia para purificar su alma.
Ahora sabía que nada de lo que había dicho realmente era su pensamiento, que nada de lo que había hecho era él. Nunca le culparía por lo que hizo y mucho menos, le diría que había otro amor en su vida. No había que disculparse de ninguna de las partes y tampoco tendrían que perdonar nada. El conflicto no era real. Se sintió como despertar de una pesadilla, una muy realista y aterradora en la que lo perdía todo por una tontería.
Se acercó lo suficiente para respirar el mismo aire que Samuel y le besó. Soñó con que ese beso fuera más especial que cualquier otro, y que nadie le corrompiera con besos vacíos nunca más.
Muy pronto, el alma de Sam volvió a ser tan dulce como aquella tarde en la playa y Cas pudo saborearla un poco más.
Castiel se sentó a su lado y dejó que el menor recostará la cabeza en su regazó. El ángel le quitó su dolor y le permitió dormitar un rato. Se maldijo por haber permitido que algo tan simple escalara tan rápido, todo por una pelea. Si hubiese insistido, quizás se hubiera dado cuenta de cuan envenenado estaba Sammy.
- Mmh... - Escuchó quejarse al menor, antes de que emitiera su primera palabra. – Perdón.
- Descansa.
- Lo siento. – Insistió Sam. – De verdad lo siento.
Al parecer los recuerdos le llegaron como una oleada de agua negra y turbia, haciéndole sentir culpable y avergonzado. De repente le vio romper en lágrimas e imposibilitado para detenerse.
- Yo... no quise...
- Lo sabemos, Sam.
- Tú sabes que te amo. – Susurró entre sollozos.
- Por supuesto que lo sé.
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Hurt you.
FanfictionSam esta enamorado desde el primer día en que Castiel tomó su mano entre las suyas. Pero ese solo es su secreto, el que nadie debe descubrir, porque ese ángel nunca sera suyo. Sastiel.