UN INVITADO INESPERADO (BENJAMIN)

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 Comencé a pensar que tenía que controlarme y no dejarme guiar por mis impulsos, correr a esa velocidad casi me delata y logró que aquella chica llegara a dudar, era imposible que un humano común y corriente corriera a tales velocidades, ella lo notó, lo supe en cuanto vi sus ojos y aquella mirada nerviosa.

   —¡Benjamin Reed¡ –Aquel grito me sacó de mis pensamientos, me levante inmediatamente y me dirigí al mostrador.

   —Soy yo —Le dije al joven tras el mostrador, era alguien bastante alto, una edad aproximadamente igual a la mía de cabello rubio y ojos azules, una tez bastante pálida a decir verdad y una contextura sorprendentemente musculosa.

   —Aquí tienes tu Macchiato doble con un shot de caramelo, un pastel de fresa, y 2 sobres de azúcar —Dijo aquel muchacho extendiendo mi orden hasta mis manos.

   —Muchas gracias ¿Cuánto es? —Dije sacando el dinero de mi bolsillo.

   —Son 7 dólare... perdón, Libras —Dijo el chico riéndose de si mismo.

   —¿Recién llegado? —Pregunte extendiéndole un billete de 10 libras—. Quédate el cambio.

   —Asi es, desde los Estados Unidos de Norteamérica, muchas gracias por la propina señor Reed.

   Solo le dirigí una sonrisa y me fui con mi orden a la mesa donde estaba sentado, comenzaba a observar mi café y la forma que había logrado el barista sobre ella, era algo extraño, tenia la forma de media luna y a un lado algo que parecía una especie de hoja, muy bonitas formas a decir verdad y bastante bien hechas.

   Una vez termine de comer lo que había ordenado y habia terminado de tomar mi café, lleve la taza al mostrador y me fui de la cafetería, tenia muchas cosas que hacer, una era llamar a mi padre y preguntar como estaban él y mi madre, entre otras actividades que me tenían bastante preocupado.

   Al llegar a las cabinas telefónicas noté algo bastante extraño, no cargaba monedas conmigo, comencé a buscar en mi mochila, en mis bolsillos, y solo tenia billetes <<Debí tomar el cambio en la cafetería>>.

   De la nada sentí que alguien tocaba mi espalda y al darme vuelta me topé con una chica un poco mas baja que yo, cabello negro y unos ojos marrones que enamoraban, era ella.

   —Hola Benjamin ¿sucede algo? —Dijo Jasmine sonriente.

   —Hola Jasmine, puedes decirme Ben simplemente. —Dije riendo—. No, solo estaba intentando llamar a mis padres. Pero no tengo monedas.

   —Yo tampoco tengo monedas, pero ten, llamalos desde aquí —Dijo Jasmine extendiéndome su teléfono—. Por cierto, puedes decirme Jas.

   —Perfecto, Gracias Jas. Es que mi teléfono se averió hace algunos días —Tome el teléfono y le marque a mi padre.

   Tras el tono del teléfono sonar varias veces, al fin se conecto la llamada y alguien al otro lado estaba hablando, era mi padre.

   —Hola papá soy yo, Ben.

   —Hijo, ¿Cómo estas?, ¿Ya tuviste tu primera clase?, ¿Cómo te fue? Y lo mas importante ¿De donde me estas llamando?

   —Pueeeeees... Llamaba para preguntarte justo como estabas y como estaba mamá... Ya los extraño, yo estoy bastante bien la verdad, la primera clase estuvo genial, y te estoy llamando desde el teléfono de una compañera de clases.

   —Nosotros la verdad también te extrañamos, tu madre esta bien, debe estar en casa y yo pues bien también, ya los rasguños ni se notan, por cierto... ¿Cómo vas con eso, lo has logrado controlar?

   —No seria conveniente hablar de eso ahora —Le dije a mi padre a la vez que miraba a Jasmine.

   —Bueno, está bien, entonces ¿Me llamas luego?

   —Esta bien papá, adiós.

   —Adios hijo.

   Tras colgar la llamada le entregue el teléfono de nuevo a Jasmine quien esta vez se despidió dándome un beso en la mejilla, tenía que ir a comprar unos libros en la librería.

   Yo también debía hacer lo mismo pero solo tenia algo de efectivo en mis bolsillos asi que tendría que ir a mi departamento y buscar mis tarjetas.

   Tras cruzar todo el campus universitario y cruzar un par de calles llegue a las torres residenciales, escuche una discusión al pasar por la recepción, para mi sorpresa el joven barista de la cafetería era quien estaba discutiendo con el encargado de recibir a la gente.

   —¡Pero tiene que haber alguna habitación, no puedo pagar un piso yo solo! —Gritaba el joven barista.

   —Lo siento señor Greyman no hay mas habitaciones disponibles, solo tenemos pisos completos —Respondió el recepcionista con total calma.

   —¡¿Entonces que?! ¡¿Duermo en la calle?! —Gritaba el barista de la cafeteria nuevamente.

   —Ehmmm, eso no hace falta, a mi me sobra una habitación en mi piso, si quieres podemos pagarlo a medias —Me metí en aquella discusión.

   —Oh, hola, ¿Benjamin, no?

   —Asi es, ¿Hay algún problema con que comparta mi piso con el joven? —Le pregunté al recepcionista.

   —No señor Reed, puede compartirlo sin problema siempre y cuando pague su renta.

   —Perfecto, vamos...

   Quizás me estaba arriesgando de más al invitar a alguien a quien apenas conocía a compartir una casa, a vivir conmigo sin siquiera saber su nombre...

—Oye, ya tu sabes mi nombre... Pero... Yo no se el tuyo —Le dije a mi nuevo compañero de piso.

   —Ah, cierto, lo lamento Benjamin, soy Simon Greyman, vengo de Estados Unidos como te había comentado —Me respondió con una sonrisa.

   —Oh, genial Simon, solo dime Ben por favor, a veces es incomodo escuchar mi nombre completo, pues bueno, aquella es tu habitación, acomódate y luego charlamos de los gastos —Le señale la habitación que se encontraba desocupada a Simon.

   Simon se fue a la habitación desocupada y comenzó a desempacar mientras yo repasaba un poco de lo que habían enseñado por la mañana...

   Era hermoso mirar la luna y saber que no te convertirías... aún faltaban otras 6 noches para que sucediera, así que tenía tiempo de sobra para moverme por las instalaciones y sus cercanías así sabría a donde correr cuando todo comenzara.

   —¿Es hermosa no? —Escuché a Simon en la puerta de mi habitación.

   —Si, la verdad si, de hecho tengo cierta atracción por la Luna, mamá me solía decir cuando era niño que era de queso, pero a mí me parecían patrañas —Respondí—. Sin embargo, mi atracción por la luna es diferente. Me atrae más el misterio y lo que oculta.

   —Si tienes razón... La verdad es bastante curioso todo lo que oculta nuestro satélite —Respondió Simon—. Oye tengo algunas cosas preparadas de la cafetería, más que todo Bollería, podríamos cenar con eso.

   —Si suena genial, en un rato salgo.

   Seguírepasando mis apuntes y salí a comer, eran unos panes con un sabor súper dulce,una grandiosa cena y luego me fui a dormir.

AMOR DE LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora