PELIGROS (BENJAMIN)

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   Luego de seguir a Jasmine, o al menos lo que creía que había sido la ruta que había tomado me di cuenta que el esfuerzo estaba siendo en vano, había desaparecido y ni por muy rápido que corriera la encontraría.

   Decidí volver a casa, el asfalto aún permanecía mojado, las farolas escurrían la poca agua de lluvia que les quedaba e iluminaban tenuemente las calles de aquella pequeña zona a las afueras de Londres.

   El calor del momento, la impotencia, la ira y la tristeza que sentía justo en ese momento me impedían darme cuenta del frio que estaba haciendo, solo lo noté al ver que cada vez que exhalaba salía un poco de humo de mi boca.

   Continué caminando lentamente mientras pensaba en la mala suerte que tenía en estos momentos, primero perdí a mi madre para siempre, y ahora la única chica que se había fijado en mí probablemente me odiaría por siempre.

   Poco a poco me fui acercando a casa, pateando cada pequeña roca que conseguía para ir poco a poco liberando el estrés, no funcionaba solo hacía que me estresase más.

   Cuando llegué a la puerta de la casa en la entrada estaban Zacharias, Emira, Simon y mi padre esperándome, todos con una expresión de miedo y tristeza.

   —¿La alcanzaste? —Simon fue el primero en preguntar algo.

   —No, la seguí todo lo que pude y de un momento a otro desapareció —Dije deteniéndome y algunas gotas que escurrían del techo caían sobre mí.

   —Lo siento amigo. – Dijo Simon.

   —¿Les parece si entramos? —Dijo mi padre—. Me estoy congelando aquí afuera.

   —Sí, entremos. – Respondió Zacharias.

   Al entrar en la casa solo me senté en el sofá con la ropa un poco mojada, mi padre fue a buscar un poco de té para todos, en ese momento sólo quedábamos Zacharias, Emira, Simon y yo en la sala.

   —Ben, ya te lo había advertido, esto podría causarle mucho dolor a Jasmine, por eso te ped... —Comenzó a decir Zacharias.

   —No comiences con tus tontas advertencias Zacharias, no estoy de humor  justo ahora —Dije empujándolo contra una pared y colocando mi codo contra su cuello.

   —Cálmate imbécil, tampoco es mi culpa que Jasmine te haya escuchado decir lo que eres —Respondió Zacharias estampándome contra el suelo.

   —A ver, se calman los dos —Dijo Emira separando a Zacharias de mí—. En vez de andar peleando entre ustedes ¿por qué mejor no hacen un plan para encontrarla?

   —Tienes razón, lo siento Zach, no debí reaccionar así, todo es mi culpa —Dije mientras me extendía la mano.

   —No amigo, discúlpame a mí, no debí haber dicho lo de las advertencias —Respondió Zacharias.

AMOR DE LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora