EL BRUJO (BENJAMIN)

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   Pasaban las horas y Zacharias aún no llegaba, cada minuto que transcurría era un infierno que quemaba mi pecho, era como si mi corazón estuviese en llamas mientras me movía caminando de un lado a otro en la sala de la casa de mi padre.

   —¿Qué tal si te tranquilizas un poco viejo? —Dijo Simon.

   —Sí, creo que sería lo mejor, si sigues así terminaras dejando un camino subterráneo bastante profundo en la casa de tu padre —Añadió Emira.

   —Lo siento —Dije sentándome en el sofá.

   Pasaban los minutos y aún no recibíamos ni la mas minima señal de Zacharias, ya era preocupante aunque Emira insistía en que no nos debíamos preocupar por su hermano, pues él sabía cuidarse solo.

   De pronto la iluminación de la sala ya no provenía de una bombilla normal, común y corriente, provenía de una especie de agujero que se estaba abriendo en el medio de la sala, en pleno aire, como si de una imagen colgada por hilos del techo se tratase.

   No era una buena iluminación, era muy tenue, apenas y se lograba ver algo, todo tenia ahora un color muy verdoso y del agujero que ahora yacía en el medio de la sala emergió una figura que a primera vista parecía humana, sin embargo tras verlo bien, tenía ciertas características que lo diferenciaban.

   Era un sujeto alto, incluso más alto que Zacharias, su cabello color castaño apenas y se podía apreciar con la tenue iluminación que ahora tenía la sala, sin embargo uno de los rasgos que lo diferenciaba con un ser humano eran sus ojos, extrañamente eran negros en su totalidad.

   —Ya llegamos —Dijo Zacharias saliendo tras aquel extraño sujeto de aquel extraño agujero.

   —¡Dan! —Gritó Emira y salió corriendo a abrazar al sujeto que venía con Zacharias.

   De un momento a otro comencé a pensar donde había escuchado ese nombre anteriormente, sin embargo no lograba recordarlo con claridad, solo miraba aquella conmovedora escena donde Emira abrazaba a aquel extraño sujeto y Zacharias se sentaba exhausto.

   —Dan es nuestro maestro de herbología, creo habértelo mencionado cuando encontramos lo de las semillas de Ajora en los libros que robó Emira —Dijo Zacharias.

   —Maestro de Emira porque luego de nuestra discusión ni siquiera volviste a tomar una lección conmigo —Respondió Dan.

   —¿Discusión? —Pregunté.

   —Zacharias suele ser un poco necio y arrogante muy a menudo —Comenzó a decir Dan.

   —¿Un poco? —Intervino Simon.

   —Tu cállate tarado —Dijo Zacharias.

   —Prosigo —Comenzó a decir Dan—. Suele ser un poco necio y arrogante y pues cuando comenzamos a conversar sobre las semillas de Ajora él decía que solo eran un mito, solo historias de camino, mientras que yo le decía que grandes maestres del consejo de Lortz eran conscientes de su existencia, sin embargo, se decía que permanecían ocultas, solo para el uso de las familias nobles de Calah, el ducado licántropo.

   —Luego de eso te mandé al infierno —Dijo Zacharias riendo.

   —Y luego nuestro padre te castigó —Se burló Emira.

   —Nuestro padre está muy molesto por sus libros Emira, lo notó días después de que nos fuimos —Comenzó a decir Zacharias—. Me dijo que no te sorprendieras si cuando volviésemos a Livurna te encerraba en los calabozos por varios meses.

   —Demonios, pensé que ni los notaria —Respondió Emira.

   Tras varios minutos de una charla amena donde Zacharias nos contó cómo había ido a Mirah a través de un portal temporal que hicieron en la casa de brujos donde se estaba quedando cerca de King's College, llegó a Livurna, habló con su padre sobre sus sospechas y luego pudo hablar con Dan quien se puso a sus servicios para ayudarlo en lo que fuese necesario.

AMOR DE LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora