Su mano era sostenida con una fuerza que lo hacía resentirse, su mano estaba totalmente eclipsada por otra de mayor tamaño, firmes pero cálidas. En un comienzo hizo un intento por liberarse sin éxito y ya no lo volvió a intentar porque si era sincero consigo mismo, elle agradaba esa situación aunque no entendiese nada. Presenció en silencio el agarre y no sintió nada más correcto que eso aunque el supiese que en realidad todo aquello era incorrecto. Desde el momento en que su cabeza pensó en escribirle a un desconocido, asistir al encuentro y consultas, haberse entregado e ir más allá creando sentimientos que debían ser embalsamado y enterrado dentro de un sarcófago en el suelo más profundo de la Tierra.
No tenía permitido realmente gustar de ese hombre pero lo había hecho. Quizás su gusto en un comienzo fue superficial, una atracción física que despertó una pasión que fue aumentando de una forma descomunal durante largos meses hasta que decidieron ponerle fin a ello y consumaron el acto. Fue un tonto al pensar que una vez que eliminaran esas ganas todo desaparecería. Muy por el contrario, desde el instante que decidieron darle libertad a sus instintos y deseos contenidos, había acabado su propia tumba.
Esto solamente le sirvió para darse cuenta que en todo ese año que se estuvieron viendo, lo que sentía por el desconocido no era simple atracción física y deseo carnal. Podrían haber sido las largas y amenas charlas que daban casi siempre antes de ir a por lo que pagaba. Quizás se fue enamorando de esas cosas que mentalmente le criticaba como su exceso control de todo, su fragancia y los aromas que siempre llenaban el lugar. Desde entonces él usaba casi todos sus productos de higiene personal con esencia de jazmín. Aunque se decía que simplemente era un delicioso olor, bien sabía que era una forma de mantener viva la presencia de ese hombre en su vida, de los torrentes encuentros que tenían el último viernes de cada mes.
Se fue enamorando de su metódica forma de desplazarse como si lo hubiese ensayado. Lo recibía en la puerta lo acomodaba en la sala e iba por una botella de vino y dos copas cuando no estaban ya esperando sobre la mesa. Su forma de agarrar e inclinar siempre la botella ante, durante y después de abrirla durante varios segundos mientras aspiraba el aroma impregnado en el corcho. Siempre servía ambas copas con delicadeza y las acomodaba en el mismo sitio de la mesa. El tiempo era siempre el mismo, controlado por su reloj, desde el momento que lo recibía hasta que le entregaba su copa sosteniendo la de él con indiferencia, pasaban exactamente ocho minutos, ni uno más ni uno menos.
Sus pláticas al comienzo siempre eran iguales, distantes casi como si fueran forzadas pero terminaban incluso intercambiando sonrisas. Habían día en los que iba solamente para eso, para verlo y charlar con él como si de un amigo más tratase olvidando el verdadero motivo de sus encuentros. No obstante, cuando pasaban a esa otra habitación, todo el ambiente cambiaba como si brincara de un bioma a otra en segundos. Se perdía en sus caricias y entonces recordaba que también le fascinaba ser tocado con tanta precisión de una forma tan estimulante. No exageraba cuando decía que junto a él tuvo casi los mejores orgasmos de su vida porque sí, aunque lo negase con Min Yoongi también había tenido muy buena intimidad pero no era comparada en lo absoluto.
Aún sabiendo que desde el comienzo sus encuentros tenían fecha de caducidad, no pudieron controlar las descontroladas emociones que de ambas partes iban creándose y creciendo. No encontraban las palabras exactas para describir que les ocurrió en los meses que no se vieron y mucho menos después de reencontrarse. No creían que fuera un enamoramiento, al menos Namjoon, quien no sabía lo que realmente era sentirse así. Era simplemente una inquietud, una atracción inexplicable que los mantenía pensando en el otro aunque tuviesen otras obligaciones en las cuales enfocarse.
Se mantuvieron embaucados por el silencio dentro del ascensor, sus miradas no se cruzaron. Ni siquiera miraron sus reflejos en los espejos o hicieron algún movimiento más allá del que realizó el residente cuando presionó el botón que los llevaría al vestíbulo principal del edificio. Solamente cuando descendieron, Namjoon cayó en cuenta de que aún sostenía la mano de su empleado, a decir verdad, recién tomaba consciencia y se percataba de que le había tomado su mano. Evitando hacer cualquier movimiento brusco para que no se sintiera mal, abrió con parsimonia su mano hasta dejarlo libre, sintiéndose de alguna forma raro, como si estuviese vacío y Jimin sintió la frialdad al no tener el calor que la piel contraria le estaba brindando.
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Dr. Control - NamMin
FanfictionKim Namjoon es un joven empresario coreano , desconfiado, apuesto y exitoso internacionalmente que radica en Munich, Alemania. Es un hombre que le gusta tener el control sobre todo y aunque nadie lo menciona en su presencia, ha sido apodado por sus...