Capítulo 71

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— Te llevaré hoy a la escuela pero, a partir de la próxima semana te recogerán al igual que a Lena. — Comentaba Namjoon mientras él también se sentaba a desayunar.

Su hija había estado insistiendo en que quería ir sola a la escuela como la mayoría de los compañeros, según ella, ya era una niña independiente. Jimin no estuvo de acuerdo al comienzo pero él lo pudo persuadir bien. Después de todo, no había riesgo alguno en que el mini bus privado de la escuela la recogiera junto con sus compañeros y un profesor, mismos que después la volvían a traer a la casa.

Ya tenía diez años pero para sus padres parecía que aún no pasaba de los cinco años y sinceramente creían que una parte de sus corazones jamás dejarías de sentirla así. Mila sonrió ante la noticia de Namjoon, agradeciéndole por permitirle ir con sus demás compañeros.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué no terminas de comerte los huevos revueltos? Dijiste que querías eso para el desayuno.

— Están salados papi. No me los puedo comer así. — Le respondió Mila ofreciéndole un trozo de lo que aún tenía en el plato.

Con una mueca, el mayor cogió su servilleta para depositar aquel fallido plato que había cocinado para su hija, haciendo que esta se riera frente a la graciosa situación. No era nada nuevo, cuando era Nam quien se encargaba del desayuno, siempre había algo que no encajaba del todo.

— Todavía tenemos tiempo, prepararé algo más. — Se levantó apresurado, tanto, que chocó con la mesa haciendo que la jarra de agua se derramara y en su intento por detener aquel desastre, creó uno mayor. Su vaso con jugo de naranja cayó ensuciando su traje y causando un gran estruendo en el comedor. — ¡Maldición!

— Papi, despacio... — Pidió la menor haciendo que Namjoon se controlara. — Vas a despertar a papá.

— Papá ya está despierto y llegando al rescate. — Comentó Jimin haciendo acto de presencia, viendo la penosa cara de culpa de su pareja.

Le dio un beso a Mila en la cabeza y uno rápido a Namjoon en sus labios, casi como si no se rozaran, ignorando la típica sonrisa que su hija ponía cada mañana cuando los veía junto o cuando se saludaban al regresar del trabajo cuando alguno salvia antes para recogerla. Mantenían al mínimo las muestras de afecto que incluían cosas como besos o caricias subidas de tono porque la menor era tan perspicaz que siempre podía darse cuenta de todo.

— Buenos días.

— Lo siento, no quise despertarte porque sé que no dormiste bien en la noche. Intenté hacerle el desayuno pero los huevos me quedaron salados, entonces iba a preparar más y terminé rompiendo uno de tus vasos preferidos. El juego ahora no está parejo, lo siento mucho, yo...

— Mi amor, respira... — Musitó Jimin con una sonrisa en sus labios acariciando sus mejillas. — Fue solo un vaso, sé que siempre lo intentas. Sin embargo, sabemos que la cocina no está hecha para ti, es una de las tareas que prefiero no dejarte. Yo prepararé algo rápido para los tres, tú vete a cambiar.

— Si hubiéramos conservado a la señora Madjovic, te hubieras ahorrado trabajo.

— La seguimos conservando, ella es la que se encarga de la limpieza grande de la casa. Cosas como el desayuno, prefiero hacerlas yo, un momento íntimo que solamente me gusta compartir con mi familia. ¿Sí? — El peligris asintió, lo cierto es que él también se había acostumbrado a ver a Jimin en su cocina, solo ellos. — Ve a cambiarte. Ahora tú, ¿huevos revueltos con parmesano y pimienta?

— Sí pa, aromat también.

Jimin llevaba casi tres días en los que no podía dormir bien. Desde que aquella mujer se presentó en la empresa para soltarle todo aquello, su sueño y estado de ánimo se había visto un poco afectado. Habló con su pareja y constató las sospechas que sintió en todo el tiempo que la estuvo escuchando. Todo lo que dijo era una mentira.

Dr. Control - NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora