Capítulo 62

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No había logrado dormir nada, si bien aún era temprano, poco más de las diez de la noche, no logró pegar el ojo junto a su hija por estar pensando en Namjoon y toda esa situación que todavía o tenía clara.

Quiso llamarlo para poder saber al menos algo pero era imposible ya que había destruido completamente su celular. La forma en que lo vio perder el control en la oficina, el miedo reflejado en sus ojos mezclado con una infinita furia fue algo para lo que no estuvo preparado en ese instante.

Por mucho que intentó parecer calmado, hablándole en un tono bajo, bien sabía él que Namjoon estaba muy lejos de sentirse así. Agradecía que no se descargara en él dándole un trato que a cualquiera se le saldría en una situación de esas pero no quería que se guardara toda esa frustración y dolor para él solo cuando estaba ahí para él, juntos en eso.

Este fue el motivo principal por el cual después de dejar a Mila completamente dormida en su cama, se escabulló de esta para ir a la planta baja a esperarlo. Ni siquiera prendió el televisor, se quedó en silencio sintiendo por primera vez incómoda la amplitud de esa casa que parecía querer devorarlo con soledad e incertidumbre.

A excepción de la tenue luz de la escalera, todas las demás estaban apagadas, su respiración era todo lo que podía escuchar y aún así esta le molestaba. Caminó en círculos, se sentó, acostó en el sofá y volvió a levantarse para caminar formando con esto un ciclo repetitivo que no cesó hasta el momento en el que vio el reflejo de las luces del auto por el ventanal de cristal, avisándole que Namjoon había llegado.

Hasta el sonido de su auto se le hacía diferente, podía diferenciarlo entre muchos. Aunque a diferencia de él el mayor no solía tener el volumen de la música muy alta cuando conducía — algo por lo que el peligris solía reconocerlo inmediatamente — lo diferenciaba, lo conocía.

Escuchó el motor apagarse y la puerta del vehículo cerrarse mas no escuchaba señales de que estaba a punto de entrar. Mordió suavemente su pulgar como cada vez que la preocupación lo volvía nervioso hasta que oyó un estruendo frente a la puerta. Corrió a abrirla encontrándose con un Namjoon empapado en sudor, rasgándose la camisa con torpeza. Su cuerpo literalmente temblaba y su respiración era errática, hiperventilaba como aquella vez que lo vio en su oficina.

— ¡Nam! — Exclamó con el temor bañando sus expresiones, circulando por su interior a mayor velocidad que la sangre. — Nam...

Se acercó para abrazarlo pero instintivamente este se alejó de él, arrastrándose con dificultad, cayendo por el único escalón que tenía la entrada a la casa por el garaje. Lágrimas corrían por su rostro, miraba a Jimin como si fuera un desconocido y el menor no podía evitar sentirse dolido. No porque lo mirase de esa forma porque bien sabía que sus sentimientos eran reales y muy diferentes, sino por ser incapaz de ayudarlo correctamente, no sabía qué hacer.

Recordando lo ocurrido en su empresa, insistió una vez más, atrayéndolo hacia él para fundirlo en un abrazo que al comienzo rehuyó.

— Mi amor, soy yo, mírame... — Habló con calma, con un deje de tristeza que no quería evidenciar, preguntándose nuevamente qué había ocurrido para que estuviera así. ¿Cómo alguien que exudaba fortaleza mental y física por cada poro quebrarse de esa forma? Parecía un niño pequeño, justo como Mila, sentía la necesidad de cuidar y proteger al mayor de lo que sea que lo estuviese atormentando. — Soy yo...

Namjoon elevó la mirada con lentitud, encontrándose con el rostro firme pero con evidencia de tristeza y ojos cristalizados por un llanto contenido. Se aferró a él con fuerza, dejando que lo abrazara. Esos brazos no lo iban a dañar, no lo iban a someter ni le infligirían dolor. Ese hombre no lo trataría como un objeto, abusaría de él y marcaría como ganado. Ese rubio al que estaba preocupando y que lo abrazaba intentando pasarle toda su fuerza y energía era su pareja, su familia, la persona que él amaba.

Dr. Control - NamMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora