Capítulo 3 (parte 2)

79 9 2
                                    

De acompañarnos la señora Jenkins estaría fastidiándome al igual que lo hizo cuando participamos del concurso. Todo el tiempo quería que le llenara su taza de té. No entiendo cómo hacía para no mearse encima. Y no solo había hecho que fuera su asistente personal, sino el de su amiga también. La señora Nesbitt, la profesora de teatro, parecía confabularse para hacer de mi vida una pesadilla. Creo que por primera vez supe lo que Cenicienta, si habría existido, hubiera sentido teniendo dos hermanastras tan insoportables. Aunque debo decir que la señora Nesbitt no se parece en nada a la señora Jenkins cuando tenemos clases. Ah, pero cuando están juntas no hay nadie que pueda contra ellas, son dinamita. Por eso al igual que Kevin me alegro de que solo vaya a acompañarnos Helena y... el profesor «príncipe azul» nuevo. Creo que sería bueno incluir en el viaje a alguien más joven y... fuerte, sobre todo si andaremos por las montañas.

—Silencio, por favor —dice Gonzalo y luego pone su vista en mí. Espero que no se note la alegría que me produce el saber que irá con nosotros al viaje—. Denisse, tú compartirás habitación con Biancca.

—¡¿Qué?! —La sorpresa me hace levantar de la silla—. ¡No!

—Por supuesto que no —Biancca se cruza de brazos desde su lugar.

—Así lo ha dejado en constancia la señora Jenkins. No estoy autorizado a hacer ningún cambio, lo siento.

—¿Lo ves? —le digo a Kevin sentándome—. Esa vieja no deja de molestarme ni aun fuera de la escuela.

—Silencio, por favor —Gonzalo vuelve a pedir—. El tiempo fuera será tan solo de un par de días. La semana siguiente estaremos de regreso y con ello retomaremos el programa. ¿Alguna pregunta?

—¿Qué sucederá con las evaluaciones que hicimos? —pregunta Biancca todavía cruzada de brazos. Debe estar sumamente molesta ahora que sabe que sus altas calificaciones corren peligro.

—La señora Jenkins las terminará de corregir en cuanto pueda y luego yo les haré saber las notas.

—No pienso ir a ese viaje, Kevin —susurro antes de que vuelvan a hacerme callar. Una llamada de atención más y de seguro voy a hacerle otra visita al director.

—Vamos, ¿por qué no?

—¿Estás hablando en serio? Compartir habitación con Biancca es mucho peor que tener como acompañante a la señora Jenkins.

—No perderás el viaje que con tanto esfuerzo hemos ganado por culpa de esa perra, ¿o sí? Piénsalo.

Entiendo lo que quiere decir. Kevin estuvo dos meses para hacer aquella magnifica historia que luego representamos. Todos los días me llamaba por teléfono para contarme las ideas que se le iban ocurriendo, yo le hacía algún comentario al respecto y entre los dos lográbamos sacarle un poco más de provecho al asunto. Recuerdo que una vez nos quedamos en su casa hasta pasada la medianoche con tal de presentar la obra en las condiciones que quería. Fue un poco agotador, sobre todo por lo detallista que suele ser a veces, pero ambos la pasamos genial mientras repasábamos texto por texto de cada uno de los personajes. Disfruté mucho de la experiencia de haberlo ayudado con el proceso creativo y también luego durante los ensayos. De la muestra final no puedo decir lo mismo, pero de todas formas creo que lo volvería a repetir. Tiene razón, no puedo perdérmelo. Nadie se merece el viaje más que nosotros dos. El trabajo que hemos hecho en esa obra lo vale.

—Está bien, iré, pero promete algo —menciono con la intención de que este viaje sea incluso más motivador.

—Claro, dime.

—Prométeme que la pasaremos genial juntos —Lo tomo fuerte de la mano—, que haremos cosas locas como solíamos hacerlo de niños. ¿Lo prometes?

—Lo prometo —Sonríe y cuando lo hace me recuerda al pillo que era antes.

No es que quiera que Kevin cambie, pero extraño aquellas cosas que hacíamos de niños, travesuras sobre todo. Sé que el tiempo, la adolescencia, más que cualquier otra cosa, nos ha cambiado a ambos y hay cosas que ya no podríamos o no quisiéramos volver a hacer, pero hay otras que sí, y a eso es exactamente a donde quiero llegar. Kevin no ha dejado de ser el mismo que conocí, estoy segura, solo tengo que escarbar un poco para encontrar ese lado desinhibido que a veces pienso que oculta por temor. Si logro hacerlo durante el viaje tal vez logre que el efecto sea un poco más duradero o incluso eterno. De solo imaginármelo haciendo bromas comienzo a reírme en voz alta como una loca.

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora