Capítulo 19 (parte 1)

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—¿Tienes más galletas?

Maldición. ¿Es una broma? Piensa, Denisse, piensa, es un caballero, no va a acostarse contigo ahora, apenas se conocen... pero ¿cuál sería el problema en que así fuera? Nos queremos, ¿no? Los dos somos mayores de edad, bueno, yo creo que no.

—Sí, espera.

Salgo de la cama improvisada, voy por la mochila, encuentro el otro paquete de galletas y me acerco para dárselo aún de pie.

—Aquí tienes.

Gonzalo extiende el brazo, en lugar de tomar las galletas por donde mi mano no las rodea pone la suya sobre la mía y me observa como si estuviese pidiéndome algo... ¿qué?, ¿qué es lo que esta vez quiere pedirme?, ¿otro paquete de galletas?, no, no lo creo. Sus ojos están gritándome aunque de seguro no más que los míos en que quiere algo más que un beso. Pero ¿estoy lista para eso? Por un lado no hay otra cosa que mis sentidos me estén exigiendo que ser revolucionados por este hombre, pero por otro ustedes saben que he estado tratando de no escuchar aquella voz que me dice que quiere estar en sus brazos porque temo que esto se vuelva una locura mayor de la que es, y... tengo que confesarles algo... no solo es eso sino que... jamás lo he hecho con nadie. No quiero decepcionarlo porque es obvio que debe tener una amplia experiencia en la materia y yo... quizás sí soy una niña después de todo. Oh, maldición, echaré todo a perder.

Gonzalo hace que me incline para que caiga en el colchón y encima de él, por supuesto, pero no puedo, no hoy.

—Espera —Retrocedo y de los nervios no dejo de darle vueltas a las galletas.

—¿Qué sucede? —Se pone de pie.

—Yo —¿Cómo voy a explicarle que soy virgen? Me moriría de vergüenza—... nada —Ya, de alguna forma acabé diciéndolo, qué torpe.

—¿Nunca lo has hecho? —Se acerca a mí, apoya su frente sobre la mía, yo bajo la mirada y él con sus manos rodea mi rostro.

No puedo responderle así que simplemente niego con mi cabeza.

—Despreocúpate, yo te enseño —susurra—. Por algo soy tu profesor, ¿lo recuerdas?

Su boca encuentra la mía y con ello no puedo, no quiero, responderle porque si lo hago estoy segura de que podría llegar a estropear las cosas. No le daré a mi mente el tiempo justo para seguir cuestionándome todo lo que en realidad quiero hacer. Una noche como esta será difícil de que vuelva a repetirse y no dejaré que la oportunidad de ser suya se esfume como un sueño al despertar. Respondo a su beso con mayor intensidad de la que recibo. Son tantas las ansias que tengo de que esto jamás acabe que quisiera de ser posible comérmelo entero.

—Tranquila —me dice al igual que la primera vez que nos besamos—, solo relájate y disfruta.

Vuelve a besarme con delicadeza. Quisiera apresurar su ritmo, pero decido seguírselo. Al fin y al cabo es él el que sabe y el que estoy segura de que me llevará a conocer la gloria.

Arrojo a un lado las galletas y sin desprenderme de su boca poco a poco vamos cayendo hacia el colchón. Cuando finalmente siento su pecho sobre mi cuerpo Gonzalo se detiene y prácticamente me deshace con la mirada. Está deseoso de hacerme suya, aunque no tanto como yo. Me acerco para volver a besarlo, Gonzalo se quita la camisa y luego soy yo la que se detiene, pero para ver sus increíbles pectorales que quedan solo a mi vista, qué delicioso sería pasar mi lengua sobre ellos. Después se quita rápido el calzado, los pantalones y de uno de sus bolsillos saca su billetera.

—Quiero que te sientas segura —me dice sacando de ella un condón.

Observo primero sus fuertes piernas cubiertas de vello. Recorro sus muslos hasta detenerme en el tremendo paquete, no de galletas, que veo despertarse. ¿Aquella cosa va a meterse dentro de mí?

Gonzalo se acerca, toma una de mis manos y la apoya sobre el bóxer que cubre su sexo.

—Siéntela, le agradas mucho.

Río por su comentario y él lo hace también, ni siquiera en un momento como este deja de ser gracioso.

—¿Qué te parece? —me dice a medida que la sigo acariciando.

—Me parece estupenda —Está dura y... caliente.

—Vamos a dejar que la conozcas, pero antes... —Me toma el pie y me quita la zapatilla. Yo hago lo mismo con mi otro pie y luego mientras me saca los pantalones me encargo de que mi camiseta también vuele por los aires.

—Eres hermosa —vuelve a decir Gonzalo.

Y aquí estamos los dos, solos, semidesnudos sobre un colchón dentro de una casa abandonada en medio del bosque, con el solo ruido y luz de la leña que el fuego está consumiendo.

—Ven aquí —Me da un beso apasionado y después su cabeza baja a mis senos, no son los exuberantes que de seguro debe haber tocado pero aun así parecen gustarle.

Con una de sus manos desprende el sujetador entretanto con la otra no deja de presionar y besar uno de mis pezones. Ay, se siente tan rico, tanto que... pero ¿qué rayos? ¿Acaso están creciendo?

—Te gusta, ¿verdad? —me dice.

—Pues sí.

—Entonces, espera a ver esto.

Baja a mis bragas. ¿Qué es lo que va a hacer? Oh, no, me las quita, luego abre mis piernas de par en par y mete su lengua dentro.

—Ahhh... —suspiro.

—Voy a volverte loca, Denisse.

Algo ha ocurrido, no sé qué, pero ya no siento el temor que hace unos minutos tenía. Este hombre está acabando con la poca vergüenza que me queda.

—Pues hazlo.

Rodeo su rostro con mis manos y le doy un beso. Gonzalo toma una de ellas y hace que vuelva a apoyarla sobre su sexo.

—Sacúdela.

Se hace a un costado el bóxer y entonces yo rodeo aquel tronco con mis manos. Subo y bajo oyéndolo a Gonzalo gozar.

—Ohhh... Eso es, preciosa. Dime, ¿no la quieres en tu boca?

¿En mi boca? 

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora