Gonzalo se acuesta en el suelo y se queda observándome mientras sigo de pie. Bien, volveré a compartir con él un espacio donde dormir. No sé cuánto tiempo más pueda seguir resistiendo el hecho de estar a su lado y no poder hacer o decir nada sobre lo que siento. Me morderé la lengua o quizás lo mejor sería irme a dormir a cualquier otra parte. El bosque es grande, ¿no? Pero peligroso también.
—Ven, acuéstate —me dice.
Suspiro. No tengo otra alternativa más que hacer lo que dice, aunque la verdad es que por un lado me alegra de que así sea. Le hago caso y busco estar al menos un par de centímetros lejos de él. Oh, vaya, esto de estar acostada sobre la tierra es peor de lo que pensaba, no hay posición en la que pueda estar bien.
—Estás algo incómoda, ¿cierto? Si quieres puedes —Se acerca y extiende su brazo para rodearme —... ¿Mejor?
Mucho, mucho mejor, solo falta que me dé el beso de las buenas noches, pero no en la frente.
—Sí, apague la luz, por favor.
—Claro —Presiona mi nariz.
—No sabía que tenía un interruptor ahí.
—Pues ahora lo sabes.
Es tan lindo. Su sonrisa me encandila hasta que se mueve un poco acomodándose y me abraza más fuerte. Podría estar así entre sus brazos horas y horas, ¡qué digo horas, días, meses, años! Se siente tan bien estar rodeada de alguien que fue capaz de arriesgar su vida por ti y por quien además no pierdes las esperanzas de que te quiera. Presiento que esta noche dormiré mucho mejor que en toda mi vida. Volveré a soñar con él, estoy segura, así como también sé que cada vez que estamos a punto de besarnos algo sucede y termino despertando. ¿Por qué tengo tanta mala suerte incluso en mis sueños? Bueno, al menos en ellos casi toco sus labios. Oh, miren cómo duerme. Debe estar cansado, mucho más que yo seguramente. Qué pestañas tan lindas tiene. ¿Se habrá dormido ya? ¿Se dará cuenta si lo toco? No pienso tocarle más que la cara. Sí, se ha dormido, su respiración no me dice lo contrario. Extiendo mi mano y con mucho cuidado la acerco hacia el lado derecho de su rostro. Lo acaricio, su barba es tan suave, su piel también. Quiero darle un beso ahora mismo. Cálmate, Denisse, cálmate y duérmete. Sí, será mejor que me duerma.
***
Abro los ojos oyendo el canto de los pájaros y con la vista puesta en la cantidad de ramas cubiertas de hojas. Ay, me duele todo el cuerpo. ¿Cómo es que no desperté cuando Gonzalo se levantó? Vieron, les dije que dormiría fenomenal y así ha sido. ¿Dónde estará? Desde aquí no lo veo por ningún lado. No me habrá dejado sola, ¿verdad? Me levanto de un tirón. Quizás se haya ido a buscar algo que comer, algo que cazar, pero... ¿Gonzalo sabe cazar animales? ¿Qué clase de hombre es? ¿Habrá participado cuando era niño de alguno de esos grupos de niños exploradores o entrado en la mili? No lo sé, es lo único que se me ocurre para que sepa tanto de supervivencia.
Mmmm... qué extraño. Oh, por allí veo algo y... son sus ropas. ¿Por qué están arrojadas en el suelo? Alzo la vista. ¡Dios mío! Mi mente dice que me tape los ojos, pero mi corazón dice: «hazlo y te daré una bofetada». Gonzalo ha emergido a mitad de la laguna y está... aparte de cómo quiere, sin la camisa, los pantalones y... no estoy segura de que lleve su ropa interior puesta. Este hombre va a darme un infarto si sigo mirándolo. Que alguien traiga una cubeta o lo que sea porque estoy comenzando a babear de nuevo, ¡cómo no hacerlo si tengo frente a mí a ese pedazo de carne musculado, apetitoso, al cual quiero devorarme como una loba hambrienta! Ya, retírenlo de mi vista o me veré obligada a ir por él.
—¡Ven! ¡Necesitas un baño! —me grita.
No, Gonzalo, no tientes al diablo. ¿Qué hago?, ¿qué hago?, ¡¿qué hago?! De ser por mí iría por él corriendo a la velocidad de la luz. Bueno, suficiente. No resisto estar aquí sola y sé que tampoco resistiría estar junto a él sin tocarlo. Al diablo todo.
Me quito las zapatillas. Es lo único que pienso quitarme antes de entrar. Me daría mucha vergüenza si Gonzalo llegara a verme semidesnuda. Yo no tengo los senos o el trasero grande, no soy el tipo de chica con las que de seguro ha tenido algo, y no quiero que el ver mi cuerpo lo decepcione. Espero que en caso de que llegara a enamorarse de mí mi aspecto físico no le importe demasiado.
—Vamos, ¡ven! —vuelve a decirme.
Entro corriendo como una niña directo a jugar, pero esta niña no es ninguna niña y más que jugar tiene ganas de hacer dulces travesuras.
—No estará desnudo, ¿o sí?
El agua corre por su pecho marcado. No puedo sacarle la vista de encima. Tengo que mirar hacia cualquier otro lado. ¿Qué tal su boca? No, también está húmeda, quizás como yo lo estoy.
—No, claro que no, podría ser peligroso.
¿Peligroso? ¡¿Qué?! ¡Oh, no, ahora recuerdo esa película donde un cocodrilo gigantesco le devoraba de una sola mordida la pierna a una joven! Me largo.
—Tranquila, solo bromeo —Gonzalo me toma del brazo antes de que gire para irme—. No hay nada en estas aguas. ¡Cuidado! —Se mueve de manera repentina y logra asustarme.
—¡No es gracioso!
—Sí que lo es —dice entre risas.
Le echo agua a los ojos, a ver si eso le resulta igual de gracioso. Cuando era niña me lo hacían y no me caía nada bien. Gonzalo me responde, claro, echándome más agua encima porque tiene las manos más grandes.
—¡Eso no es justo! —le digo.
—Nada en esta vida lo es —Sigue riéndose y vuelve a echarme más agua.
Tomo toda la fuerza y el impulso que tengo y le devuelvo la jugada antes de que huya. Gonzalo se tambalea un poco mientras se aleja, pero no creo que sea por el agua que le eché encima, no, sino por la tierra que por donde está yendo debe estar algo movediza. Lo sigo y cuando compruebo que eso es cierto, vuelve a la carga arrojándome más y más agua.
—¡Esto no se quedará así!
—¿Tú crees? —responde y me echa agua de nuevo.
Vuelvo a hacer mi mayor esfuerzo por ganarle esta vez y cuando estoy a punto de arrojarle agua mis tontos pies se resbalan hacia adelante.
—Te tengo —me dice Gonzalo sosteniéndome con sus fuertes manos, pero enseguida cae hacia atrás y yo con él.
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Loca de amor #1
Подростковая литератураUn ¿accidente? puede hacer que tu vida gire por completo; que las bravuconas que a diario te molestan ya no te resulte tan importante, que asistir a la escuela ya no sea tan aburrido, al contrario, que te haga contar los minutos para que la clase qu...