—Gonzalo —respondo con algo de culpa.
—¿Qué? —dice Kevin sorprendido.
No puedo creer que no se haya dado cuenta. Debe estar tomándome el pelo.
—Gonzalo, nuestro profesor de matemáticas, y sí —sigo diciendo al ver que Kevin comenzará a regañarme—, lo sé, lo sé, no hace falta que me lo digas... es mucho mayor que yo y además si alguien se entera podría causarme más problemas en la escuela.
Kevin echa un largo suspiro, ni siquiera he escuchado a mi madre echarse uno de esos. ¿Qué es lo que irá a decirme?, ¿que está mal lo que siento?, ¿que ni siquiera debería estar pensando en él? Pues en ese caso yo ya sé lo que iré a responderle: simplemente le diré que no puedo y que tampoco quiero sacármelo de la cabeza. ¿Por qué estaría mal que me dejara guiar por lo que el corazón me dicta?
—Y si sabes todo eso ¿por qué te empeñas en querer llamar su atención?
—Porque me gusta... y ¡tú me ayudarás a conquistarlo! —le propongo para ver si así logro animarlo un poco.
—De ninguna manera —Se cruza de brazos.
—¿Por qué no? Oh, vamos, Kevin —Me acerco e intento descruzarlo—, vamos. Di que sí.
Kevin permanece en la misma posición sin decir una sola palabra aunque de todas formas creo que no hace falta que diga algo. Puedo ver por la expresión de su rostro lo enfadado que está, y no entiendo por qué. Le he dicho que me gusta Gonzalo; le he confesado la verdad, estoy tratando de compartir con él parte de mi alegría y ¿él prefiere rechazar la aventura que le propongo? Juntos podríamos pasarla fenomenal buscando la manera de llamar su atención.
—Lograré convencerte, lo sé —Vuelvo a acercarme con una sonrisa. Siempre logro contagiarlo con mi humor.
—Convénceme ahora de no darte un buen golpe a ver si reaccionas —Se aparta antes de que lo toque.
Acaba de dejarme helada. Es la primera vez que reacciona de esta forma, y todo porque no está de acuerdo en que quiera conquistar a Gonzalo. Un momento. Kevin no puede enfadarse por eso... ¿o sí? Bueno, siempre me ha tratado o siempre me he sentido como su hermana menor. Tal vez el motivo de su enojo sea el hecho de que cree que en esta situación no puede protegerme. Pero yo no necesito que me proteja, no de lo que siento esta vez. Ahora lo entiendo un pocomejor. Está preocupado, cree que puedo llegar a deprimirme tanto como sucediócon aquel niño a quien no quiero recordar y que me rompió el corazón hace unpar de años. En aquel entonces yo también pensaba como una niña. Hemadurado, no puede seguir creyendo que soy la misma persona.
—Kevin... Kevin, ¿a dónde vas? ¡Espera! ¡No te vayas!
Tomo la maleta y lo sigo antes de que desaparezca. Al igual que mi madre, Kevin cierra la puerta de un golpe, pero yo me apresuro, tomo las llaves de la casa, trato de que las camisetas que cargo no vuelvan al suelo y salgo tras mi amigo. No dejaré que nada arruine nuestra amistad.
—¡Kevin! —le grito, sin embargo no me hace caso y sigue caminando.
Tengo que detenerlo. Si es necesario que cruce la calle corriendo aun con el peso de la maleta y las camisetas que llevo, pues lo haré.
—¡Oiga! —Golpeo la cubierta del automóvil que casi me mata—. ¡Fíjese por dónde va!
La puerta del vehículo rojo se abre y un sujeto baja, pero no cualquier sujeto... sino él.

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Loca de amor #1
Roman pour AdolescentsUn ¿accidente? puede hacer que tu vida gire por completo; que las bravuconas que a diario te molestan ya no te resulte tan importante, que asistir a la escuela ya no sea tan aburrido, al contrario, que te haga contar los minutos para que la clase qu...