Capítulo 19 (parte 2)

30 3 0
                                    

—Si no quieres, no tienes que hacerlo —vuelve a decirme.

Quizás si me lo hubieran preguntado antes habría respondido que no; le habría dicho a quien me preguntara que jamás metería el pene de nadie en mi boca, pero hoy... con este hombre, con lo bello que es su sexo...

—Ohhh... Sí.

Mi lengua lo lame como la paleta de un helado mientras lo veo deleitarse y luego su sexo se mete entre mis labios.

—Tienes una boca exquisita, Denisse... pero ahora vamos a jugar a otro juego.

¿Hay otro juego más divertido que este? Oh, claro que sí. Gonzalo aparta su sexo de mi boca, busca el condón, abre el envoltorio y se queda pensativo un instante.

—¿Qué sucede? —le pregunto.

—¿Quieres ponérmelo?

—Claro —Se lo quito de la mano para hacerle creer que puedo con esto.

Pero ¿cómo se supone que se tenga que colocar? No tengo la más mínima idea así como tampoco tengo idea de cómo el sexo debe practicarse. No creo que haya ningún manual instructivo al respecto, y si lo hay ya es algo tarde para conocerlo, lo mismo tiene que pasar con el hecho de poner un condón, o a lo mejor no, quizás un tutorial en la Internet sea útil pero no ahora. Rayos, ¿para qué le dije que sí si no sé hacerlo? Bueno, ¿qué tan difícil puede ser?

—Es del otro lado —me dice Gonzalo— ¿Lo ves? De aquí tiene un orificio —sigue explicando.

—No entiendo cómo vas a...

—Se estira, pero quiero que me lo pongas... con la boca.

¿Qué?

Gonzalo ve mi cara de extrañeza y se sonríe. Por favor, que no esté pareciéndole una tonta.

—Escuche, señorita Denisse —Enseguida adopta una postura formal. Cómo me divierte verlo así—Se lo pone en la boca del orificio para afuera y me lo coloca. ¿Me hago entender?

—Sí, profesor, no se enoje, por favor.

—Bien.

Se echa la cabeza hacia atrás y abre las piernas tanto como puede. Su sexo sigue tan erecto como lo vi desde el primer momento. Me acerco con el condón en la boca, bajo y luego mis labios rozan el principio de su entrepierna y van acomodándole poco a poco el regalo maravilloso que acaba de darme para hacerme pasar a mí una de las noches más increíbles que seguramente tendré.

—¿Lo ves? No era tan difícil como parecía —Me da un beso ligero—. Ahora se viene la mejor parte —dice sosteniendo con una de sus manos su sexo.

¿Y ahora qué?, ¿qué debo hacer? Pues sé que aquello tiene que venir aquí dentro por muy gracioso que eso pueda sonar.

—Oh, así me gusta —dice al verme recostar con mis piernas abiertas que lo invitan a que entre.

Sé que no soy ninguna zorra o experta en la cama, es cierto. Me da cierta vergüenza ni siquiera haberle prestado atención a algunos de esos programas de televisión donde se habla del tema, pero haré el mejor intento por al menos aparentarlo. Sé que así él la pasará mejor y yo no me sentiré del todo mal. Además, esto es divertido. Me pregunto si será igual de divertido cuando estemos teniendo sexo. Lo poco que he escuchado, y por las películas, es que es genial, así que...

—Quizás te duela un poco al principio —¿Doler?, ¿ha dicho doler? —, pero luego no querrás que te la quite —Me convence con su sonrisa descarada.

Siento un calor que me inunda, algo extremadamente duro, grande y caliente que entra y está llegando a...

—¡Ah!

Ahí, a ese lugar que ni siquiera sabía que existía. Otra vez, por favor, ¡ah! Duele un poco, pero al mismo tiempo se siente tan bien.

El sexo de Gonzalo sale de aquel sitio maravilloso y vuelve a tocarlo con más intensidad sin otra cosa que me produzca más que placer. Mis brazos rodean su cuello y a medida que continúo tocando las estrellas con las manos acaricio su suave, pero fuerte espalda.

—Ohhh...—gime Gonzalo. Su rostro repleto de pasión me enciende todavía más.

Aferro mis manos a ambos lados del colchón. No sé por cuánto tiempo pueda seguir resistiendo. Siento como si una bomba en mi interior fuese a estallar. ¿Qué es lo que este hombre está haciendo con mi cuerpo?, ¿qué es lo que tiene que es capaz de provocarle todo esto a mis sentidos? ¡Su olor! Tiene algo en su piel que a pesar del tiempo y de los espacios por donde estuvimos sigo percibiendo en ella como delicioso. ¡Su voz! Cada vez que lo oigo suspirar me vuelve loca... y su cuerpo, su hermoso, hermoso cuerpo que parece hacer magia.

—¿Así o más lento? —me pregunta, es tan caballero que lo hace, que se preocupa por mí.

—No te detengas.

Gonzalo toma mis manos y las entrelaza a las suyas, luego me da un dulce beso en los labios y apresura el ritmo.

—¡Sí, Gonzalo! ¡Así!

—¡¿Así?!, ¡¿más rápido?!

—¡Sí! ¡Ah!

—Voy a acabar.

No tengo idea de a qué se refiere exactamente, pero calculo al igual que yo que estará a punto de llegar a esa explosión que su cuerpo junto al mío irá a hacer.

—Hazlo.

De repente siento como si su sexo estuviese descontrolándose porque su velocidad se altera tan notablemente que todo mi cuerpo se sacude. Va cada vez más y más rápido hasta que en un momento se detiene de manera brusca y luego sigue bombeando, aunque más lento que al principio. ¿Ya?, ¿ya ha acabado? Oh, no, esperen, aquí vengo... ¡Ah! Mis ojos se cierran y vuelven a abrirse del máximo placer que en mi vida he experimentado. Cuánto me alegro de haberlo hecho con este hombre, mi hombre. Gonzalo echa un poco más hacia afuera su sexo del mío y luego arremete con todo dentro sacudiéndose a más no poder mientras gime como todo un animal.

—¡Ohhh! —grita a mi oído.

Atesoraré por siempre en mi mente la fuerza de su voz.

—Eso fue... maravilloso —dice apartándose y luego se recuesta a mi lado.

Nos quedamos observando el techo, yo de la impresión no puedo quitarle los ojos porque aún no puedo creer que esto haya pasado. Con decir que fue maravilloso no me alcanzan las palabras. Fue... divino, celestial, mágico, todo eso junto, no lo sé.

—Tú eres maravilloso.

Me acerco para acariciar su rostro. Sus ojos siguen en llamas al igual que los míos. No puedo contenerme, ya no hay motivos para que tenga que hacerlo así que vuelvo a besarlo aunque esta vez de manera cálida. Para mi sorpresa, ahora es cuando Gonzalo me responde de forma salvaje. La leña poco a poco termina de consumirse y yo me pregunto si mi superhéroe tendrá deseos de repetir lo que hicimos. 

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora