***
—Vamos, apresúrense, tendrán tiempo de sobra para conversar después —dice Gonzalo a toda voz, pero nadie le hace caso.
—Chicos, por favor, suban si no quieren que yo los ayude a hacerlo —dice la señora Nesbitt exasperada—. De nada, Gonzalo —oigo que le dice.
Avanzo con el resto de mis compañeros para subir al autobús. Me pregunto cuánto tiempo tardaremos en llegar a la «expedición del día» porque ya estoy algo cansada de tanto viaje. Si hubiese sabido que andaríamos todo el tiempo de un sitio al otro no hubiera venido, es más, hubiera convencido a Kevin de irnos hacia cualquier otra parte. Bueno, si es que otra vez el idiota de Richard no lograra convencer a mi madre de lo contrario. A veces me supera. ¿Qué tiene de malo que dos amigos que se conocen desde siempre quieran pasar tiempo a solas? Ah, no, pero eso él no lo entiende o no quiere aceptarlo porque según piensa la amistad entre chicas y chicos no existe. Bueno, será porque nunca ha tenido una amiga. Lo más absurdo de todo es que muchas veces mi madre le sigue el juego, ¡mi madre que es amiga de la mamá de Kevin!
—Créale cuando dice que sería capaz de hacerlo —le dice Biancca a Gonzalo que está junto a la puerta esperando que cada uno de nosotros suba.
Claro que la señora Nesbitt con su fuerza sería capaz hasta de levantarnos por los aires y lanzarnos a todos directamente hacia la puerta del autobús, pero eso no sería políticamente correcto y creo que lo sabe, así que solo nos echa un par de gritos y con eso basta para que nos movilicemos un poco. Aunque se rumorea que hace mucho tiempo hizo volar de las trenzas a un niña, lo sé, suena como esa película que no recuerdo ahora el nombre, la de la niña con poderes mágicos. ¿Habrá sido verdad o solo alguien se encargó de esparcir esa historia por tener algo que contar? En mi escuela son especialistas en eso.
Pongo mi atención en Gonzalo. Sonríe al verme y yo le devuelvo la sonrisa. Debe estar recordando el lío en el que pudimos habernos metido. Oh, pero ese será nuestro secreto y nunca nadie tendrá por qué enterarse, a excepción de Kevin, claro, a él le debo una explicación, si es que estuvo esperándome como quedamos, le debo una grandísima explicación si es que no quiero que vuelva a enfadarse conmigo. Espero que me comprenda, mi intención nunca fue dejarlo plantado.
Subo al autobús. Seguramente mi amigo ya debe estar aquí dentro, sentado y junto a la ventanilla por si le da náuseas. Fuera no estaba y teniendo en cuenta el episodio que tuvo cuando era niño con su mamá... Oh, ahí está, y está sentado solo. Eso quiere decir que tal vez no esté enojado, es más, debe estar guardándome el lugar para que yo me siente. De seguro se quedó dormido, sí, eso debió pasar... eso espero.
—Oh, Kevin, aquí estás. Te he estado buscando... —Estoy a punto de sentarme, pero interpone su pie para que no avance—. ¿Qué sucede? —Claro que sé lo que le pasa, pero tengo las esperanzas de estar equivocada.
—Estuve esperándote como un idiota más de una hora y tú ni siquiera contestabas el móvil —El móvil, el móvil, pero si lo dejé cuando fui a buscarlo.
—Lo siento, es que —Si alguien de aquí me escucha estaré en problemas, será mejor que susurre—... vas a reírte de esto cuando te lo cuente, o tal vez no, la cosa es que fui a buscarte, pero por accidente no entré en tu habitación, sino en la de... tú sabes.
—¿Qué? —dice a toda voz. ¡Cielos! Por muy amigo que seas si llegas a gritar su nombre, Kevin te mato.
—Sí, creí que tu habitación era la doce —sigo susurrándole a ver si se da cuenta de que podría meterme en un lío.
—¿Te acostaste con él?
—¿Qué? No, Kevin. ¿Qué estás diciendo?
—Todos a sus lugares, por favor —escucho que dice Gonzalo.
—Denisse —Alguien toca mi hombro.
Cuando doy la vuelta no solo me encuentro con el apestoso de Eddie, sino también con Helen que se acerca seguramente dispuesta a hacer que me siente.
—Señorita Denisse, creo que no ha escuchado la indicación de su profesor, ¿o sí? Siéntese, por favor.
Observo a Kevin, observo a Eddie y la señora Nesbitt. ¿A dónde se supone que deba sentarme? Oh, no, ¿por qué el único asiento libre que hay es junto a Biancca? Bueno, no sé por qué me sorprende, ¿quién querría sentarse a su lado? Se ha metido con toda la escuela, todos la odian, o casi todos porque hay muchos que por una extraña razón la siguen como si fuese una celebridad. Vuelvo a mirar a Kevin antes de alejarme, no puedo creer que se haya enfadado otra vez, ¡si le he dicho que me equivoqué de habitación!, ¿o es que no me escuchó? Claro que me escuchó, ¿cómo no va a escucharme?, si hasta me preguntó si me había acostado con Gonzalo.
—¿Qué pasó? ¿A tu perrito ya no le saben bien las sobras que le das? —me dice Biancca al sentarme.
—¿De qué hablas? Kevin no es ningún perro faldero, es mi amigo.
—Sí, por eso se anda enfadando contigo muy seguido últimamente. ¿Qué le decimos a Denisse, chicas?
—¡Tonta! —repiten a coro las falderas junto a su líder.
—No te lo tomes personal, estoy segura de que pronto te darás cuenta de lo que hablo.
—Sí —repiten a coro las falderas.
¿Que no me lo tome como algo personal? Pero si me viene molestando desde hace años. ¿A qué se refiere Biancca con que pronto me daré cuenta de lo que habla? Debe querer fastidiarme solo porque a diferencia de ella yo sí tengo un buen amigo. Lo sé, lo sé, ahora está enojado, pero no por eso ni él ni yo dejaremos de sentir el gran cariño que nos une como los buenos hermanos que siempre hemos sido. Sí, Biancca debe estar molesta por eso. Quizás si no nos hubiésemos peleado por esa tontería a la que estoy segura de que utilizó de excusa para no vernos más, seguiríamos siendo amigas y hoy no se comportaría como lo hace.
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Loca de amor #1
Teen FictionUn ¿accidente? puede hacer que tu vida gire por completo; que las bravuconas que a diario te molestan ya no te resulte tan importante, que asistir a la escuela ya no sea tan aburrido, al contrario, que te haga contar los minutos para que la clase qu...