Capítulo 8 (parte 2)

37 4 0
                                    

***

—¿Puedo entrar? —la voz de Kevin se escucha del otro lado de la puerta.

—Claro... —digo sacando una toalla de la maleta. Tenía pensado tomarme un baño, pero tranquilamente puede esperar ahora que Kevin ha venido a hablarme de ese asunto tan importante. Espero que no le haya dicho nada a Gonzalo.

Mi amigo abre la puerta, pero Biancca, que estaba acomodando sus prendas dentro del armario, se apresura a interponerse en su paso.

—No, no puedes. Lo siento, Kevin, este piso es solo para chicas y hasta donde sé tú todavía no lo eres, así que adiós —Le cierra la puerta en la cara.

—Estaré en mi habitación que es la número dos... —Kevin grita desde el corredor.

—Biancca —Suspiro. Ya tengo suficiente con ella en la escuela como para encima tolerar que se meta entre Kevin y yo, pero ¿cómo se lo hago entender sin que se enfade y la cosa se ponga peor?—... Por favor, es mi amigo.

—Por eso. Le estoy haciendo un favor.

—No entiendo lo que quieres decir.

—No te lo explicaré porque no creo que seas tan idiota como para no entenderlo. ¿Tomarás un baño? —Señala la toalla junto a la ropa que dejé sobre la cama.

—Pues sí.

—Pues tendrá que ser más tarde —Saca su bata del armario y una bolsa repleta de cosas de baño—. Adiós.

—Oye, Biancca, espera —La sigo antes de que se meta en el baño. Tengo la sensación de que no saldrá de allí en horas y realmente necesito tomarme un baño antes de salir a hablar con Kevin—. ¡Biancca! —la llamo, pero es inútil, Biancca me escucha y aun así cuando estoy a punto de alcanzarla me cierra la puerta en la cara.

Tal y como lo intuía tuve que esperar a mi buena compañera de habitación sentada en la cama más de una hora. Por momentos cuando la almohada me tentaba a quedarme dormida como si fuera a propósito la música de Biancca que se escuchaba en el baño subía a más no poder. Tuve ganas de acercarme, golpearle la puerta para que saliera, pero no lo hice porque estaba segura de que iría a tardarse incluso más. Es tan mala que haría cualquier cosa con tal de seguir fastidiándome, y todo por diversión.

—Es todo tuyo... —Biancca abre la puerta. Un vapor sale del baño como si hubiera habido un incendio dentro. Me asombra que haya salido con vida después de haber usado tanta agua caliente.

Oh, no... Me levanto de la cama. No, no, no, no, no. Me apresuro a meterme en el baño antes de que cambie de opinión o quiera volver a entrar, aunque estoy segura de que Biancca se ha gastado hasta el agua que no era del camping. Ay, espero estar equivocándome porque a pesar de que haga calor no me gusta bañarme con agua fría.

—El agua está helada... —le digo tocando el agua que sale a la tina.

—Lo sé, por eso salí. ¿O creíste que lo hice de buena que soy?

—Tú de buena no tienes nada —digo en voz baja.

—Disculpa, no te oí, ¿dijiste algo? —Se acerca hasta la puerta. ¿Habrá escuchado lo que dije?

—Nada —Camino a la puerta—. Voy a... cerrar la puerta, me bañaré de todos modos.

Cierro la puerta. Doy la vuelta y suspiro aliviada apoyada contra la superficie de madera. Al menos por un buen rato estaré, digamos, lejos de Biancca y de cualquier cosa que pueda decir o hacerme, o al menos hacerme. Pongo el cerrojo y me pregunto qué haré mientras el agua se calienta un poco. Bueno, quizás podría salir y esperar a que eso ocurra estando en mi cama... ¿con Biancca dando vueltas por la habitación, molestándome? No, paso. Creo que por más que en este momento no pueda bañarme prefiero tomar un respiro, un recreo de ella aquí aburriéndome un poco. Aunque de hecho creo que no sería necesario que eso ocurriera si tan solo el rostro de Gonzalo apareciera por mi mente para jugar un poco... Ay, Gonzalo, mi lengua saborea mis labios como si hubiera probado los suyos alguna vez. Mi respiración al igual que el corazón empieza a sentirse cada vez más rápido, tanto que no puedo evitar acariciarme los muslos luego de que me bajo los pantalones. Suspiro. Sería tan placentero, mucho más que mis dedos, que fuese el sexo de ese hombre tan atractivo el que se introdujera con todo su calor dentro de mí.

—¡Ah! —gimo recordando cuánto me excita el vello sobre su cara, la fuerza de sus brazos cuando me sostenía.

—Denisse —Biancca golpea la puerta—. ¿Estás bien?

¿Y a esa por qué ahora le interesa saber si estoy bien?

—Sí —alcanzo a decir entre tanto que experimento—. Estoy bien.

Me termino de quitar los pantalones y el calzado. Con la desesperación de que en este instante Gonzalo estuviese frente a mí listo para hacer lo que quisiera conmigo, me quito la camiseta sintiéndome mucho más acalorada de lo que el vapor me hacía sentir hace un rato. Me acerco completamente desnuda a la tina. Ya no le temo al frío del agua.

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora