Capítulo 17 (parte 2)

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Gonzalo y yo estamos a punto de subirnos a la camioneta. Por una razón que no logro comprender Gonzalo abre la puerta del copiloto y se sienta al lado del Sr. Clayton. ¿No se suponía que no quería que me despegara de él ni por un segundo? ¿Por qué deja que me quede sola en el asiento de atrás? ¿Tal vez para controlar más de cerca que el viejo no se pase de la raya? Bien podría hacer eso mismo sentado junto a mí. Bueno, al parecer no tengo otra alternativa más que sentarme detrás.

—Dime, niña, ¿no tienes miedo de andar por el bosque? —El sujeto me dice ni apenas me acomodo.

«Niña» me dice y aun así me observa de esa forma que me da náuseas.

—Quizás lo tendría si estuviera sola, pero Gonzalo es bueno dando puñetazos así que sé que no corro ningún peligro —le contesto a ver si capta la indirecta.

—Tienes mucha suerte de estar acompañado por una criatura tan hermosa —le dice a Gonzalo encendiendo el motor—. Ojalá pudieras prestármela, al menos por un rato, creo que la pasaríamos muy bien juntos...

—Sí, apuesto a que sí.

—Oye, ¿qué...?

Gonzalo toma el rifle que el viejo llevaba a su lado y antes de que el Sr. Clayton pueda tocarlo se lo da por la cabeza.

—¡Ven aquí, toma el volante! —me dice.

El viejo trata de quitarle el arma, Gonzalo lo usa para volver a golpearlo esta vez en el estómago.

—¡Pero no sé manejar!

—¡Solo mantenlo!

La camioneta sigue en movimiento. Tengo miedo de caerme o peor aún que entre tanto forcejeo salga algún disparo hacia Gonzalo que intenta acercarse a la puerta del conductor. ¿Qué es lo que quiere hacer? ¿Echar al viejo por la borda? Salgo de mi asiento y con el mayor de los cuidados que puedo tener me paso al otro lado. Pongo mis manos al volante e intento que esto no termine en un terrible accidente. Solo tengo que hacer que esta cosa siga derecho mientras los pies de Gonzalo hacen el resto del trabajo.

—¡No te saldrás con la tuya! —grita el viejo.

—¡Fuera! —Gonzalo abre de una patada la puerta y lo arroja de la camioneta.

—Ya está, dame eso —Toma el control del volante y yo no me despego de su lado. Se lo ve tan contento, tan vivo, tan animado y tan sexy con su cabello al viento.

—Tal vez no debería decir esto, pero me alegro de que lo hayas golpeado —Me inclino por unos segundos sobre su hombro—. De nuevo gracias.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Si no hubieses hecho algo después de eso que dijo el viejo no sé qué hubiera pasado conmigo o contigo.

—Escucha, Denisse, quiero que sepas que haré lo que sea con tal de cuidarte, hasta de matar de ser necesario. No quiero que nada malo te ocurra, ¿entiendes?

—Entiendo —Me alegro de escucharlo hablar así—. Bien, mi sexy guardaespaldas —Le corro el cabello hacia atrás—, ¿a dónde vamos?

—Abre la guantera. ¿Está allí dentro el mapa?

—Sí, aquí está —Lo encuentro a primera vista y luego lo abro.

—¿Ves algo que te resulte familiar?

Observo a mi izquierda; solo veo el bosque que dejamos atrás y... al viejo bocabajo, sí que Gonzalo le ha pegado duro, bueno, pues se lo merecía. Bien, ¿qué hay a mi derecha? Oh, un pequeño arroyo. Veamos si aparece en este mapa.

—Según esto hay un pueblo a un par de millas nada más —digo esperanzada.

—Fantástico —Gonzalo se acerca rápido a mi boca y me da un beso... ligero, pero explosivo.

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora