Capítulo 9 (parte 1)

38 5 3
                                    

—Pásame la sal, querida. Gracias —dice Helen desde el otro lado de la mesa aun con sus lentes de sol. ¿Será que hasta duerme con ellos?

—Está delicioso, señora Nesbitt —dice Biancca como siempre tan simpática. No entiendo para qué finge ser amable con ella si ya no nos da clases, bueno, quizás le sea útil para estos días que pasaremos con ella.

—Ay, siempre tan encantadora, Biancca, gracias.

—Lo único que hizo fue poner a hervir el agua —dice Gonzalo de pie mientras llena mi vaso.

¿Cómo es que él solo se ha encargado de preparar la cena y que además ahora esté sirviéndonos mientras Helen se queda muy a gusto comiendo? La paciencia de mi profesor es admirable, yo en su lugar hubiera hablado serio con ella. Se suponía que ambos iban a estar coordinando y colaborando durante este viaje, ¿verdad?

Gonzalo se aparta para llenar el resto de los vasos de mis compañeros y yo aprovecho para indagar a Kevin. Cuando salí de tomarme el baño no pude ir a buscarlo porque la señora Nesbitt llegó a la habitación para decirnos a Biancca y a mí que la cena ya estaba lista y que debíamos de apurarnos en llegar al comedor porque todos habían empezado a comer. No se marchó hasta que mi buena compañera de cuarto y yo la seguimos.

—¿Y bien? ¿No vas a decirme de qué se trata eso tan importante que tenías para decirme?

—Ahora no... —responde bajando la mirada.

—Entonces, ¿cuándo? Vamos, Kevin, ¿qué es?

—Te lo diré después de que hayamos terminado de comer.

—Pues ya —Me levanto de la mesa—, yo ya he terminado y tú también... —Lo tomo del brazo para llevarlo afuera.

—Espera, un bocado más —Kevin pincha con su tenedor un poco más de pasta.

—Oigan, ¿a dónde van? —pregunta la señora Nesbitt dándose cuenta de nuestras intenciones, había estado muy atenta a la conversación que tenía con Biancca.

—Afuera... —respondo y por dentro ruego que de una vez nos dejen a Kevin y a mí tranquilos.

—De ninguna manera. Si ya han acabado de cenar vayan directo a sus camas, mañana tendremos un día largo.

—La señora Nesbitt —Gonzalo se acerca a nosotros con su jarra en mano—, digo Helena —vuelve a decir cuando nota su cara de enfado—, tiene razón. Vayan a descansar, mañana tendrán que despertarse bien temprano.

—De acuerdo —les digo a ambos viendo que no tengo demasiadas alternativas—. Vamos, Kevin —Lo vuelvo a tomar del brazo y salimos juntos.

La verdad es que no quiero compartir el tiempo con Kevin hasta que la señora Nesbitt o Gonzalo o quien sea venga a interrumpirnos. Extraño a Kevin, extraño pasar tiempo con mi amigo, sobre todo ahora que ya no estamos peleados y que podemos divertirnos juntos como se lo hice prometer aquella vez en clase. Desde que llegamos no hemos estado ni media hora juntos y eso... eso no es para nada justo. Algo se me tiene que ocurrir para que nadie nos moleste... Lo tengo.

—Nos encontraremos aquí en la puerta del albergue después de que todos se hayan dormido —le digo a medida que entramos—, así podremos estar un rato más juntos, ¿te parece? Y de paso aprovechas para decirme eso tan importante.

—Claro —Se alegra por el plan que acabo de decirle—. Escríbeme al móvil o llámame por si me quedo dormido.

—Lo haré.

Kevin sigue sonriendo, pero esta vez noto algo extraño en su expresión, es como si además de estar contento también estuviera nervioso o algo apenado, no lo sé... ¿Tendrá que ver con lo que todavía no me ha contado? Tal vez sí.

—Nos vemos luego —Le doy un beso en la mejilla y quizás porque no se lo esperaba, Kevin parece sorprenderse tanto que le da un temblor.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Sí, sí...

—No te estarás por enfermar, ¿o sí?

—No, no, solo... solo fue un escalofrío.

—Bien —Me río—, adiós.

—Adiós... nos vemos al rato.

Me marcho y por simple curiosidad antes de subir a mi piso, giro para verlo. Kevin continúa de pie sin siquiera moverse hasta que alza la mano para despedirme. Pero ¿qué le pasa? Nos volveremos a ver en un par de horas. Vaya, mi amigo se ha puesto más sentimental que yo por el hecho de haber estado distanciados. Lo despido también y me apresuro en llegar a la habitación. Si tengo suerte podré hacerme la dormida antes de que Biancca llegue. No quiero que sospeche que solo estoy fingiendo porque podría traerme problemas, más de los que ya me ha causado. En caso de que llegase a darse cuenta de que estoy despierta podría empezar a preguntarse el motivo y después acusarme de haber desobedecido a la señora Nesbitt y a Gonzalo.

Loca de amor #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora