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Un año después.
París, Francia.

La música del piano lo acompañó mientras caminaba hacia la oficina del encargado de aquella prestigiosa galería situada en la 5ta Ave. La enorme pintura que llevaba en los brazos era difícil de cargar pero estaba determinado a mostrarsela a Luca, el encargado que ya había rechazado sus trabajos anteriores. A mediados del año pasado, perdió la cuenta de cuantas veces recorrió ese pasillo con la ilusión de que uno de sus cuadros fuera exhibido. Pero nunca había tenido éxito, tras examinar sus pinturas, Luca movía la cabeza en negación y lo hechaba a patadas diciéndole

Que él era un insulto para quienes se dedicaban a tan sagrada profesión como lo era el arte, que él jamás tendría una pizca de talento.

La última vez que estuvo allí, tras examinar de nuevo la pintura, Luca se frotó la sien y lo miro por debajo de sus gafas. Su expresión lo decía todo. Estaba cansado de recibirlo. Cansado y hostigado con la insistencia del omega. ¿Cuando iba a aprender que para pintar se requería algo más que motivación? ¡El talento y la pasión debían ir de la mano!

—¿Si quiera sabes que fue lo que pintaste? No entiendo que técnica has utilizado aquí.

—El arte no es para que se entienda.—El omega mostró su mejor sonrisa cuadrada, aquella que lo hacía ver más adorable de lo que ya era. Sus palabras tan sinceras que Luca no dudaba que realmente las creyera en el alma.—¡Se interpreta con el corazón!

¡Era tan tierno que le dolía el corazón cada vez que lo rechazaba!

—Mon Dieu ! —Luca había estado horrorizado, conmovido y aterrorizado del poder de convencimiento del omega que, si éste seguía insistiendo, terminaría exhibiendo esa abominable pieza tan solo para no verlo irse desanimado otra vez. —¡Vete de mi galería y no vuelvas nunca!

Le hablo feo, pero era necesario.

Pero el hermoso omega no era conocido por rendirse con facilidad,ya no más. Así que dedicó una gran parte de su tiempo para estudiar y practicar distintas técnicas, además tenía cada tipo distinto de pinceles, brochas, lienzos... ¡Su habitación se convirtió en su estudio privado! Estaba tan decidido a convertirse en un artista que toda su energía estaba enfocada en lograrlo. Y debía ser honesto, el adorable omega se esforzaba.

Y mucho. La galería impartía talleres para artistas principiantes, a menudo podías ver al hermoso omega al frente de la clase con su lienzo y bastidor, con todo y pincel en mano, listo para aprender. Era una lástima que tuviera toda la pasión más no el talento. ¿Pero eso lo frenaria? ¡Por supuesto que no! Al contrario, estaba convencido de que alguna de sus pinturas tenía que ser digna de transmitir algún sentimiento y reconfortar a alguien más, tanto como hacerla lo reconfortaba a él. La pasión y entrega que impregnaba el omega Harry Malik a sus desastrosas pinturas era digna de admiración. Su hermoso rostro era expresivo y coqueto, nunca estaba serio, era solamente cuando pintaba que su semblante se llena a de tranquilidad. Como si en los trazos y colores encontrará algo de paz. Como si hubiera encontrado un camino.

Luca conocía muy poco de Harry.

No sabía nada más que lo que había en los medios de comunicación: hijo de una familia absurdamente acaudalada de Londres, al parecer era la oveja negra de la familia. Había estado comprometido, pero su rebeldía lo llevó a estar envuelto en un escándalo de infidelidad que acabó con su compromiso y buscando alejarse del caos, llegó a París. Sería fácil juzgar a un niño rico como él, castigarlo por su conducta inmoral y la reputación que lo perseguía, pero a Luca no le interesaba nada de eso. ¿Por qué juzgar a una persona antes de conocerla?

Todos tenían sus razones para comportarse de cierta manera en determinadas épocas de su vida y Luca no era nada para juzgar.

Si lo sabía él que en su época salvaje se hizo un tatuaje en el trasero y se perforó el pene.

La primera vez que Luca vio al omega fue mientras este daba un recorrido por la galería. Su semblante cansado y triste hablaba de mucha soledad.

Harry usaba ropas holgadas y arrastraba los pies mientras su mirada vagaba por los pinturas. Parecía perdido.

—¿Podría ayudarte en algo? —Le pregunto el tercer día que lo vio llegar a la galería.

—Quiero aprender.

—¿Aprender?

El omega asintió con tantas energías que Luca temió que su cabeza saliera volando.

—El arte transmite y sana el alma, ¿no es así? Como esa pintura de allá. —Señaló un cuadro en donde un pequeño cachorro rubio te daba la espalda, sentado sobre un colchón en el piso y cubierto por una manta amarilla, mientras sostenía la cuerda de un globo. —Cuando veo ese cuadro solo puedo pensar en calma. ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo logran transmitir eso?

Luca sabía que tenía ante él a una persona que recién había quedado hechizado con el arte. Y ese era un amor que valía la pena cultivar. En especial hoy en dia.

—Tenemos un pequeño taller de pintura y dibujo por las tardes. Es para niños, pero si te interesa...

Eso fue todo lo que le dijo y fue más que suficiente.

Así que ahora, un año después,

Harry llevaba su mejor pintura hasta el momento para mostrársela.

Cuando Luca lo vio entrar a su oficina soltó un grito de desesperación.

— Merde! —No estaba nada feliz de verlo otra vez. —¿Mi ingles no es bueno? ¿No entiendes que no te quiero ver por aquí, niño? ¡Tú no tienes talento!

El omega puso sobre el escritorio la pintura cubierta y sonrió.

—¡Traje algo que te encantará!

El beta no tenía muchas expectativas.

—Lo dudo. —Movió una mano, con mala cara. —Anda, salgamos de esto de una vez.

El omega descubrió la pintura y Luca se quedó mudo.

— C'est impossible!

—¿Te gustó? ¡Es mi mejor trabajo hasta ahora!

Luca contempló al omega frente a él, tan feliz e ilusionado, que no quiso darle otra decepción. Era el cuadro más horrible que había visto, si sus anteriores trabajos fueron un fracaso, esto era lo peor de lo peor. Las líneas y colores brillantes en el lienzo carecían de armonía. El arte reflejaba el alma del artista pero el alma de este pequeño omega era un explosión de colores chillones que se mezclaban sin armonía alguna. Era como si sus pensamientos estuvieran dando vueltas en una espiral que no llegaba a ningún lado y, sin embargo, ese maravilloso caos, de alguna manera funcionaba.

¡No malinterpreten a Luca! Era la pintura más horrible que había visto nunca. Y eso no cambiaría.

Pero transmitía algo parecido a sentimientos felices.

—¿Que dices? ¿Podrías hacerme un rinconcito en la galería?

Luca suspiró.

—Los nuevos artistas a menudo escogen un seudonimo. ¿O quieres usar tú nombre real?

Y con esto, Harry supo que lo había logrado.

Harry ya había pensado en su nombre como artista y estaba decidido a no usar su nombre real, esto era algo que quería hacer con méritos propios. El apellido de su familia y los escándalos que pesaban sobre su nombre atraerian la atención de la forma equivocada y algo que era preciado para él, su nueva motivación, terminaría siendo ensuciado y corrompido. Así que esto sería algo que mantendria en secreto. Algo que era verdaderamente suyo.

—Quiero mantener mi identidad en secreto.

—Me parece bien. ¿Que nombre usaras?

Harry hizo una E con sus dedos frente a su cara y sonrió alegre.

—¡Soy el nuevo artista Edward!

—¿Artista? ¡Já! ¡Se necesita toda una vida de dedicación para que seas uno! —Luca soltó una carcajada irónica.—No te emociones aún, él que me hayas convencido no te asegura el éxito. Que bueno que tú familia tenga dinero, tendrás suerte si logras vender al menos una sola pintura.

Pero Luca no hablaba en serio.

Tenía un pequeño presentimiento de que había encontrado un diamante en bruto.







Hermoso, Coqueto y Vanidoso (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora