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Algunas veces el mejor descanso no lo encuentras en una cama suave, con almohadas mullidas y sábanas de seda. A veces, está en una incómoda y pequeña camilla de hospital, con una dura almohada, una fría y rasposa sábana y el fresco y limpio aroma a océano de tú omega. El tranquilo rostro de Harry fue lo primero que Louis vio al despertar. Y lo tranquilizó como nada lo había hecho nunca. El dolor abdominal que vino después, no tenía tanta importancia.

Quizás sea por el estado de vulnerabilidad en el que se encontraba, pero no quería que este momento terminará nunca.

Le costó un poco procesar la información y asimilar como llegó al hospital. Lo primero que recordaba es que durante los últimos días su cuerpo estaba dándole una batalla terrible; vómitos y fiebre, falta de hambre y por último el intenso dolor que comenzó en su ombligo y aumento a una escala insoportable. Louis siempre fue resistente a las enfermedades, pero su mente y su cuerpo estaban al límite de su capacidad y terminó colapsando. Recordaba que intentó alcanzar el teléfono y pedir ayuda pero el dolor era tan intenso que no pudo más que recostarse sobre el escritorio.

Si no fuera porque Harry llegó... los resultados hubieran sido... no quería ni pensarlo. Una peritonitis lenta y agobiante podría ser una causa de muerte asegurada. Y morir de esa forma, a causa del exhaustivo ritmo de vida que llevaba, sería patético.

Recostado en esa camilla de hospital y con una intravenosa, se puso a pensar en cómo había transcurrido su vida hasta este punto. Desde niño fue instruido para ser responsable, fuerte, firme. El lema de la familia Tomminson era «Entre más grande el obstáculo, más grande mi persistencia». En los últimos años descubrió que la persistencia era su mayor defecto. Tenía dos pruebas de ello justo ahora. La primera: estar a punto de morir por no saber cuando descansar; y la segunda: el omega que dormía tranquilo a su lado.

La persistencia era buena cuando tu mentalidad es positiva y ves las cosas desde su mejor ángulo, no cuando tu mente está cegada y lo único en tu cabeza es que no puedes equivocarte o rendirte, nada puede salir mal, y la persistencia se convierte en tu más patética excusa para
aferrarte a los proyectos fallidos.

Eso es justamente lo que pasó con Harry.

A estas alturas, Louis ya no sentía ni cólera o tenía reproches hacia el omega. Sólo sentía pena por no saber cuando era tiempo de decir «He tenido suficiente». ¿Que habría pasado si se hubieran emparejado? ¿Estaría Harry a su lado en este momento?

Probablemente ni siquiera soportaría verse. Harry estaría por ahí, en el algún lugar del mundo tomando el sol, mientras su vida se cae a pedazos. Serían uno de esos matrimonios distantes y fríos. Ahora lo sabía.

Y por eso, prefería no pensar en los "y si hubiera..." el alfa era de aquellos que odiaba conformarse con decir que las cosas pasaban por alguna razón pero, en este preciso momento, encajaba muy bien. Harry estuvo en el lugar correcto cuando más lo necesitaba y seguía estándolo ahora.

El lobo de Louis, quién se mantuvo arañándolo por dentro y rabiando de cólera, estaba calmado. Estaba más vivo y despierto de lo que había estado en todos estos meses.

—Me lastima más tenerte lejos.

Louis se dio una palmada en el rostro al recordar su actitud accesible y necesitada ante Harry. Había estado vulnerable y buscando consuelo y el omega no dudo en darle lo que necesitaba. Habían sido los anhelos de su lobo interior. ¡Cuan estúpido y ridículo debió haberse visto frente a él!

—Ya estás gruñendo... —La voz ronca por el sueño de Harry, era preciosa. —Me alegra que te sientas mejor.

Louis lo miró entonces.

Hermoso, Coqueto y Vanidoso (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora