Le he pedido a la Señora Ginglue que deje la cena lista para esta noche. Planeo volver temprano para encontrar a Amber aquí. No sé exactamente cuáles sean sus intensiones o que planee de la reunión de esta noche, pero lo que sea, me emociona a morir.
Si revivo el pasado, cuando ella era una niña convirtiéndose en jovencita, puedo rememorar con exactitud el momento en que me gustó, el primer instante en que dejé de verle como una amiga. Ella iba vestida en color turquesa, fue el día de su presentación ante la sociedad. A los galeses les gustaba declarar a sus hijas como casaderas en cuanto su periodo venía. Era una tradición que en mi cultura no se acostumbraba, pero siendo nuestros mejores amigos, fuimos invitados al baile para disfrutar de la recepción de la nueva jovencita que se anunciaba al mudo como alguien disponible para casarse.
Este tipo de eventos se hacían en especifico para que las chicas conocerán prospectos a pretendientes en el mismo baile.
Para mí era algo grotesco pero quién era yo para criticar la cultura de Gale.
Ese día, recuerdo que Amber iba con su vestido turquesa pegado al cuerpo, su cabello negro azabache perfectamente peinado en una coleta alta y su rostro relucía cual lucero.
En cuanto la vi mi mundo se movió, mi cuerpo reaccionó, como si hubiese estado dormido durante años y mis ojos dejaron de ver a la niña para enfocarse en la joven que gustaba de bailar con todos.
En cuanto salgo de casa rumbo al palacio, el cochero ya me espera en la entrada, como todos los días. Reluciente, elegante y con el porte distintivo que los define es que me abre la puerta para que yo suba al interior, que me recibe con terciopelo rojo por todas partes.
El camino no es lago, vivo a unos minutos del palacio rojo, aun así me gusta salir a la misma hora, cada día. Era un cales en tierra gollense, por lo que mi esfuerzo debía ser constante, diario.
No por ser el asesor del rey iba a comenzar a bajar mi ímpetu. Sería el inicio de una nueva oportunidad para los de mi clase y debía esforzarme más que el resto. Tal vez, un día dejarían de ver a los caleses como invasores de Oberón y les darían la oportunidad de crecer en el sector que eligiesen, Yo he tenido suerte de encontrar mi rumbo y ser aceptado, pero no todos pueden aseverar lo mismo.
Al llegar al palacio rojo acudo directamente hasta mi despacho, el que me ha sido asignado por Draco desde hacía ya dos semanas.
En ese instante entra mi hermano, Abel, quien se ha encargado de llevar acabo servicios para mí, como mi asistente —no sabía de nadie mejor para desempeñar ese rol que Abel, quien es sumamente dedicado al trabajo—. Era la manera en que se me había ocurrido ayudarlo, siendo mi asistente. De esta manera el podría mantener el estilo de vida que había llevado con su familia todo este tiempo.
—Buenos días, te tengo noticias —afirma, extendiendo la mano para entregarme un documento.
—Buenos días para ti, Abel —le doy media sonrisa y reviso los papeles que me está entregando.
«¿Qué?»
»¿Qué es esto? —pregunto a mi hermano mayor al leer detenidamente todo el informe.
—Perri Lux, consejo sector tres, ha estado hablando con sus subordinados a espaldas del rey. Afirma que al no haber herederos al trono aptos para gobernar ante la guerra, Goll corre peligro. Dice que al rey le es indiferente el futuro del pueblo, que ve sus intereses propios sobre su gente —Abel hace una pausa y me mira directo a los ojos—. Sus subordinados comienzan a exponer el caso ante los líderes comunales y ellos a su vez lo harán ante su sector. Esto me suena a golpe de estado, Axel.
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DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!
RomanceDos amantes separados por el destino. Un rey herido. Una hechicera que es la debilidad de un dragón. Un reencuentro picante. Bienvenido al reino donde gobierna el dragón