CAPITULO 27 Axel

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Cierro la puerta con pesar. Era increíble todo lo que había pasado, todo lo que se dijo. Esto traería repercusiones graves y lo sabía, lo tenía bastante claro.

Al entrar escucho los gritos de Elena en el piso de arriba. Los pasos van de un lado a otro, acompañados de cajas y objetos que son movidos de forma irregular.

La tensión se cierne en mi espalda al recordarme que apenas habían llegado hoy, que ni siquiera nos habíamos tomado el tiempo de desempacar las pocas cosas que traían con ellos. Lo que me indicaba que las cosas que movían eran esas valijas.

Subo las escaleras de dos en dos, pretendiendo no parecer asustado. Abro la puerta en donde Elena y Marcus conversan y la veo guardar los juguetes de Darla en el baúl que traía con ella, enmarcando los pasos apresurados que había escuchado desde abajo.

—¡No, Marcus, esa amenaza fue real! No importa cuánto quiera estar con él, no importa si él me ama o no, fue real y no expondré a mi hija a esto —su voz apresurada no concuerda con su amigo, quien intenta hacerla recapacitar.

—Elena, el tipo está molesto, piensa que tú le ocultaste la existencia de su hija a propósito...

—¡Pero no lo hice!

—¡Lo sé, no tienes por qué gritar! Vas a despertar a Darla —musita.

Me involucro antes de que entren en una discusión y las cosas se pongan peores.

—Elena, Marcus tiene razón —uso mi voz conciliadora en cada palabra que apunto—, Draco acaba de enterarse de alguna manera, sí, pero esa amenaza representa lo acorralado que se siente y el dolor que le ha producido descubrir tantas cosas juntas. Ese idiota te adora.

Elena niega con la cabeza y continua guardando las cosas regadas por el piso.

La tomo del brazo para hacerla parar y algo pasa.

Mi energía brota y logro hurgar en el interior de la mente de mi hermana, como nunca antes pude. Su enojo, su tristeza y su debilidad me abruman tanto como el sentir todo su poder concentrado en mis manos.

La fuerza de la magia, la necesidad de sentir sangre en las manos. La maldad...

Siempre creí que Elena tenía un endiablado poder, siempre se lo dije, pero esto iba más allá de lo que imaginé, esto era destrucción, esto era como tener a un demonio aconsejándote acabar con todo. Recuerdo cuando Bertha dijo que el miedo y la ira eran los sentimientos que nos arrastraban al camino del mal. Recuerdo cómo le advirtió a Elena protegerse de ellos, porque estos serían sus peores enemigos.

De alguna manera mi hermana gemela había podido hacerles frente, y no sólo eso, había podido apaciguarlos hasta usarlos a su favor, porque debo admitir que Elena tiene mucha ira sobre ella y no es para menos, ella ha pasado por demasiadas cosas, más de las que muchos podremos pasar a lo largo de nuestra vida.

La observo, perplejo. Estoy completamente sorprendido de haber podido sentir algo proveniente de su aura, ya que jamás pude hacerlo.

—¿Qué fue eso?

Me dedica media sonrisa.

—Antes no te permitía entrar porque tenía miedo de que descubrieras lo que soy en verdad, pero ya no temo más.

Me deja con la boca abierta.

»No lo hacía de forma consciente. Yo tampoco me daba cuenta de que te bloqueaba porque temía que me descubrieras —confiesa—, eso lo supe hace un par de años, en una de las tantas lecciones que el Oráculo me dio. Ella fue quien me dijo que había mucho temor en mi corazón, que eso me impedía avanzar.

DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora