Mi mente me arrastra directo a un bosque en el que he estado otras veces. La oscuridad abunda en este lugar y las sombras son comunes en el sitio más aterrador del mundo.
Hacía años que no estaba aquí, hace tanto que no me veía parado en este lugar en sueños que por un momento creo que es un efecto adverso de estar medicado casi todo el tiempo, al menos los momentos en que siento que la falta de Elena me cala en los huesos.
Trato de estabilizarme un poco, ya que mi corazón corre como un loco y no puedo hacerlo callar. Puedo sentirlo latir tan repetidamente que siento que va a salirse de mi pecho y que mi cuerpo se echará a correr por la ruta que ya se sabe de memoria, el camino que me lleva al encuentro con mi cierva roja.
Sigo mis instintos y comienzo a abrirme paso tan rápido como puedo entre las ramas y las hojas negras que cubren los caminos. La hierva resuena con cada pisada que doy y mi cuerpo tiembla cada que me recuerdo que estoy cerca del riachuelo en donde siempre la encuentro.
Avanzo y sigo avanzando, no me detengo ni me detendría por nada en el mundo, no ahora que la siento tan cerca de mí.
Esto es lo que necesito, necesito ver a mi mujer, saber que se encuentra bien y de ser posible ayudarla a volver. Quiero que vuelva a mí. ¡Oh, dioses! Lo deseo fervientemente...
El riachuelo se plasma frente a mis ojos y me quedo estático en mi lugar apreciando a la cierva roja que bebe a la orilla. Siempre hace lo mismo; bebe de esas tranquilas aguas para después observarme. Esta vez no soy precavido, siempre me he acercado tanteando el espacio personal de Elena, pero estaba vez soy un hombre desesperado, uno que no ha visto a la mujer que ama en cuatro años.
Me acerco hasta casi acorralarla y ella responde echándose hacia atrás de un brinco. Sus instintos son marcados cuando su representación astral toma el control de su alma. Casi puedo jurar que Elena es un verdadero animal cuando nuestros encuentros se dan.
—Elena... —mi tono de voz es casi un susurro, el viento fácilmente se lo lleva entre los contornos que guían el nuevo aire que respiro.
La cierva reacciona inmediatamente a mi voz. Se agacha tanto como puede y hace una elegante reverencia frente a mí, me parece un gesto de sumo respeto —es precisa y bastante agraciada. Esto es algo que jamás había hecho.
Me acerco un poco más hasta lograr tocarla, ella no me lo impide. Me aferro a su pelaje rojo y me arrodillo para poder atraerla a mí en un abrazo que siento tan real como tenerla frente a mí. La siento, puedo sentirla de nuevo, como siempre fue y como nunca debió dejar de ser. Mi alma vibra y yo me siento renacer.
Estos sueños siempre fueron así, reales, cálidos y llenos de vida.
El abrazo se convierte en un lazo fuerte cuando Elena recarga el hocico en mi hombro para poder corresponder mi gesto. Ella también me abraza y es todo lo que necesito para volver a inhalar aire, para volver a sentirme vivo.
¡Por los dioses, es tan bella! Incluso en esta forma luce hermosa y es que esta es la representación de su alma en un plano al que no tenemos acceso. Y es que su alma es tan preciosa que ha logrado hacer florecer el jardín de mi oscuridad. Ella es la chispa que enciende las llamas en mí, para dejarlas fluir.
Mi corazón vuelve a experimentar todas la sensaciones que había olvidado y renueva la llama del amor más intenso, el más comprometido. Ahora que la tenía frente a mí no pensaba dejarla ir por ningún motivo. Ella era mi milagro y la luz de la esperanza que jamás quise perder. Elena había vuelto, no había errado al percibirla en la coronación.
«Mi Elena volvió».
»Hola, preciosa... —se me corta el habla por la emoción. No me puedo creer que ella esté aquí, conmigo—. Elena necesito que me digas en dónde estás —le indico, tratando de sonar tranquilo, pero mis esfuerzos menguan, no puedo esconder cuánto la he extrañado y cuán desesperado me encuentro por tenerla conmigo.
Sé que no puede responderme, nunca lo hizo, pero no he tenido otra oportunidad como esta en años y si podía darme el menor indicio de su paradero, lo tomaría con toda mi fuerza y correría a su encuentro.
Ella me observa con las orejas bajas, parece afligida, incluso triste. Los ojos negros de la cierva roja se tornan acuosos y las lágrimas escurren por los costados de su hocico, dejando una línea a su paso más oscura que el resto del pelaje.
Verla tan triste me parte el alma.
Puedo tocarla, puedo sentirla, mas no puedo olerla, cosa que me exaspera, mi cuerpo me implora su aroma porque es lo que más apremio. Lo necesito tanto como necesito respirar. Siento que muero sin ella y que no podré soportar esta agonía por más tiempo.
Es entonces que mi cuerpo me traiciona, los espasmos comienzan a suscitarse en mis piernas y me hacen doblarme, sacudiéndome con toda la fuerza que sale del interior de mi ser. Este es el peor episodio que he tenido a lo largo de todo este tiempo y me es imposible permanecer tranquilo. El ataque es poderoso, tanto que me roba de ese hermoso sueño y me trae directo a mi alcoba, a mi soledad, a lo que es mi vida, día tras día sin ella.
Caigo de la cama ante los involuntarios movimientos de mi cuerpo y me veo obligado a arrastrarme hasta mi mesita de noche para tomar el sedante que le pondrá fin a esta tortura. Tomo el maldito frasco y lo bebo de golpe.
Necesito frenar el dolor.
Me recuesto en el suelo y espero pacientemente que las convulsiones dejen de afectarme. Me toma más tiempo del debido volver a la normalidad.
Fue incontenible, doloroso. Estaba siendo sometido a la peor de las angustias. Preferiría pasar mil veces por el dolor infringido por el veneno ancestral a perder el contacto resurgido con mi pareja.
Tenía que hacer algo, Elena estaba cerca de mí, más cerca que hacía mucho tiempo y no podía perder el tiempo.
Cuando logro reponerme del todo, no puedo hacer otra cosa que vestirme rápidamente y salir por el balcón en mi forma dragón.
Voy a encontrarla cueste lo que cueste.
...
Gracias por seguir, valen más que el oro. :)
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DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!
RomansDos amantes separados por el destino. Un rey herido. Una hechicera que es la debilidad de un dragón. Un reencuentro picante. Bienvenido al reino donde gobierna el dragón