Creí que el día en que perdí a mi papá había sido el más tormentoso de toda mi existencia.
Me equivoqué.
Si bien no esperábamos la muerte de mi mamá cuando ocurrió aquel accidente, ver a mi papá enterrado en una tumba fue la peor experiencia por la que pude haber pasado. Fue horrible el simple hecho de no haber estado ahí para ellos cuando más me necesitaban.
Pero esta noche los dioses nos han puesto a prueba nuevamente. Esta sin lugar a dudas es la noche que jamás podré olvidar.
He venido hasta el fuerte Rousell, atendiendo al llamado de Draco. El guardia que acudió a mi puerta dijo que era grave, que se solicitaba mi presencia inmediata, al igual que la de los Whensy —la mujer del rey Dragmut y los dos medios hermanos de Draco. En cuanto supe que íbamos a pasar por ellos para ir todos directo al fuerte, supe que esto era más serio de lo que parecía o de lo que querían aparentar los soldados con su tranquilidad fingida. El hecho de que los Whensy fuesen exhibidos ante los ojos de todos era algo extraño, ya que siempre se mantuvieron en el anonimato.
En cuanto entraron al carruaje que nos llevaría hasta el fuerte, pude sentir su temor, su energía estaba plagada de angustia y desorden. Eran comparables a un ave que ha perdido el rumbo coordinado de su parvada en los aires. La familia no dijo nada, todos se limitaron a hacer una señal con su cabeza para saludarme y permanecer en silencio por lo que restó del camino.
El viaje es largo, desde la casa de los Whensy hacemos varias horas al fuerte, lo que me deja agotado mucho antes de llegar al destino. Al bajar me quedo helado viendo el desastre. La frontera ha sido atacada, hay heridos por todas partes; cuerpos quemados y muchos mutilados. La mayoría son personas galesas, las personas que han intentado cruzar las fronteras con Goll. Los médicos se han puesto manos a la obra para ayudarlos, la gente va de un lado para otro, trayendo agua y vendas a los que tratan desesperadamente de atender a los que pueden.
Es un desastre.
—¡Rayos! —digo para mí mismo al ver la catástrofe.
¿La guerra nos ha alcanzado?
Respiro profundamente, tratando de aminorar mi desánimo, no quiero que los Whensy vean la inseguridad reflejada en mi rostro, necesito mantener la calma. Sigo a los Whensy al interior de la fortaleza. El aire se siente tan frío como en el exterior, siempre lo he pensado de la misma manera. Pero lo que realmente logra congelar mi alma es lo que encontramos al otro lado de una puerta en lo alto de una torre. Los guardias nos dirigieron ahí directamente a petición de Draco.
Al interior del lugar hay una cama que luce bastante elegante, plagada de objetos costosos y telas rojas con los escudos reales, al parecer es una habitación monárquica. Pero eso no es lo que me impacta, sino quién se encuentra recostado sobre ella.
Dragmut yace al centro de esta, velado por un cobertor que a simple vista parece abrigador. Su piel es tan pálida que es irreal. Su semblante es terrible y al verlo temblar de frío, no puedo evitar pensar en Draco estando herido en una tina hace cuatro años. El frío no es algo común para un dragón, no es natural.
Al vernos entrar Draco dirige su atención a sus hermanos y a la mujer de cabello castaño que espera pacientemente en la puerta. Mi amigo va directo a ella y la toma de la mano para indicarle que debe acercarse al rey. Después se gira hacia mí y tengo un frente claro de cómo sus ojos delatan lo que está sintiendo. Sus ojos azules están acuosos y tan rojos que podría afirmar que le hace falta descansar. Agacha la cabeza y yo me tomo el atrevimiento de darle un abrazo, uno fuerte, uno reconfortante, uno que lo haga sentir que estoy con él, en las buenas y en las peores.
Esto podría considerarlo como una de las peores.
—¿Qué fue lo que pasó? —me atrevo a preguntar, lo escucho suspirar en respuesta inmediata, aun así las palabras no tardan en salir de su boca.
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DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!
عاطفيةDos amantes separados por el destino. Un rey herido. Una hechicera que es la debilidad de un dragón. Un reencuentro picante. Bienvenido al reino donde gobierna el dragón