Han venido personas de todo Oberón a la coronación. Quebereck ha traído consigo a sus embajadores —once individuos muy risueños que me han caído bien de inmediato—, la familia real de Quebereck, Florell de la casa de Quent, Molly Osmón y sus nueve hijos, que van de los veinte años a los cuatro. «Es una familia bastante grande». También ha venido el rey de Gale, Augusto con su esposa, la reina Edwina, y tres de sus hijas, entre ellas se encuentra Gabriela, que luce bastante incómoda en este lugar, y no la culpo, ¿quién querría ser visto ante todos cómo la que fue plantada en el altar? También han traído consigo a sus embajadores, regentes poblacionales y asesores comerciales. Me imagino que ellos han venido porque planean ver de qué manera pueden resolver la crisis económica que ha estado azotando a su nación en los últimos meses debido a la guerra.
También estaba mi familia. Clara Whensy y mis hermanos habían accedido a venir a la ceremonia para acercarse más a mí. Estaba seguro que habían aceptado trasladarse al palacio con el único fin de hacerme feliz, ya que siempre habían vivido en esa casa tan linda, siempre vivieron cómodamente. Por lo menos ahora podía asegurar que mis hermanos podían volar sobre Goll con la plena confianza de saberse seres libres y no dos dragones que debían volar por las noches para recuperar su energía sin ser vistos. También había venido mi cuñado; Abel, su esposa; Jane y la pequeña Natalie, que no paraba de colarse por debajo de las mesas para robarse bocadillos de la mesa en la recepción del evento. Amber había venido con sus gemelos y con sus padres, quienes estaban fascinados con los atuendos que portaban todos, podía escucharlos parlotear con lo brillante que era el vestido de "cierta" dama o del chaleco decorado que llevaba el "otro" caballero. Eran muy graciosos, me hacían reír.
Y por último, Axel, que no podía faltar, además de ser mi cuñado y como un hermano para mí, ahora era mi asesor y cabeza de consejo. Podía considerarse que Axel era uno de los hombres más poderosos en toda la nación y de hoy en adelante tendría que hacerle frente a muchos problemas, desde económicos hasta políticos. Él sería mis ojos cuando yo no estuviera, mi mano cuando yo no pudiese firmar y mi estabilidad cuando necesitara una buena sacudida de realidad.
Rio al ver a los gemelos correr hacia Natalie y meterse por debajo de la enorme mesa que está situada al fondo del salón, justo a un lado del ventanal donde daré mi primer discurso como rey en un par de horas.
La tradición pactaba que la ceremonia se llevaría en el palacio de justicia. Un acto que debería ser sellado frente a los dioses. Una sacerdotisa vendría y bendeciría mi reinado para que este tuviese la aprobación divina. Juraría frente a todos los invitados cargar con el peso de la corona y diría las palabras que sellarían el suceso para después dirigirme a mi pueblo, saltar del balcón y sobrevolar la ciudad despidiendo mi fuego a los cielos. Esa es la manera simbólica en que los gollenses aceptaban a su nuevo líder. Tradiciones que tendría que seguir al pie de la letra aunque no me gustase la formalidad de mi cargo.
De hoy en adelante ya no sería el príncipe que trataba de zafarse de los convencionalismos, ahora tendría que entrar a un plano servicial, acorde a mi nuevo rango. Ahora no sólo tendría que satisfacer las necesidades de mi propia familia, tendría que ver por miles de personas que dependerían directamente de mi buen juicio.
—¿Estás nervioso, querido? —me pregunta Amber, cargando a Owen, su gemelo varón.
—No en realidad —confieso, porque es cierto. En mi universo estos eventos me eran agotadores, pero tendría que acatarme y satisfacer mi prejuicio, desarrollando actividades de mi agrado en mis tiempos libres.
—Entonces, ¿por qué llevas contigo ese gesto de desagrado?
—Porque a Draco nunca le han gustado estas cosas —le dice Axel con una sonrisa en los labios. No puedo evitar advertir la mirada embobada que le lanza a la pelinegra. De verdad está muy entusiasmado con ella.
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DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!
RomantikDos amantes separados por el destino. Un rey herido. Una hechicera que es la debilidad de un dragón. Un reencuentro picante. Bienvenido al reino donde gobierna el dragón