Las risas infantiles de mis sobrinas se escuchan en los jardines del palacio. Mi hermano Abel ha venido para que Natalie pase tiempo con Darla. También han asistido Amber y sus gemelos, lo que me hace sentir totalmente incómodo, mas no lo demuestro o intento no hacerlo. No deseo darle más vueltas al asunto. No quiere estar conmigo y punto, no se acaba el mundo y deseo con todas mis fuerzas ignorar el latido de mi hostigoso corazón y la sensación desmedida de mi estómago a punto de estallar.
Pongo los ojos en blanco para mí mismo. Hemos estado separados meses, no es como si de verdad me importase que ella esté con mi hermana riendo como si nada entre nosotros hubiese pasado y yo no fuera más que un elemento decorativo en los jardines congelados del palacio.
Elena se ríe de un comentario que Amber le ha hecho y ella casi se va de espaldas al soltar una carcajada efervescente. Un parte de mi desea estar ahí mismo, con ellas, escuchando lo que esa boquita graciosa expresa, pero debo contenerme.
Todos saben del embarazo de Elena, todos han venido a felicitarla por las gemelas y Draco, Abel y yo, nos hemos hecho espacio para que este día no fuésemos interrumpidos por ningún asunto atrasado, sólo de ser necesario.
—Va a notar que la estás mirando, hermano —chista Draco, sentado frente a mí, moviendo una pieza del tablero de ajedrez y comiendo a mi alfil.
«Maldita sea».
—Creo que no estoy capacitado para enfrentarme a ti el día de hoy —pongo los ojos en blanco y me doy golpes mentales en la frente por perder esa pieza.
Me sonríe de manera afable.
—Deberías hablar con ella, en algún momento tendrán que hacerlo, después de todo, es la mejor amiga de tu hermana. Va a estar por aquí en ocasiones —tiene razón, pero no me siento listo para ver esos ojos grises y recordarme que no puedo besarla, que ya no es algo que me sea permitido.
—No, no haré eso, no por lo pronto —muevo mi torre, amenazando a su caballo.
—¿Sabes? Para ser empático, no crees mucho en el amor. ¿Qué pasó con ese chiquillo que me recomendaba que fuese con su hermana y que arreglara las cosas?
—Creo que te he dicho eso hace poco, hace unas semanas, si mal no recuerdo —le sonrío abiertamente y él se ríe de mis tonterías y de la falta de interés fingida que intento impregnar en mi vocabulario.
—¿Qué fue de él? ¿Qué fue del Axel que luchaba por unir a su hermana y a su amigo? Presumes el producto pero no lo consumes... ¿es eso?
Vuelvo a ponerle los ojos en blanco cuando se traga mi torre, misma con la que pensaba devorar al caballo.
«¡Maldito!»
—Me hirió, me siento hecho polvo, me siento como la perra de Amber, como el tapete que fue pisado por sus suelas —trato de sonreír nuevamente, me sale muy mal ya que Draco no hace ningún gesto.
—Supongo que no puedo entenderlo, después de todo, yo no soy un humano, no siento igual a ti —afirma, con algo de resignación, aunque pretende no demostrarlo al centrar su atención en la partida de ajedrez—. Por Elena, yo cruzaría el mismísimo infierno, por ella sería capaz de dar mi vida, mi integridad y todo cuanto poseo. Supongo que en un humano es diferente —alza las cejas, desafiándome.
Ahora intentaba llegar a mí con psicología inversa, mi campo de especialidad, así que le sonrío con suficiencia, como si sus palabras no fuesen un flecha bien lanzada a mi quebrado corazón.
—Desde el mismo instante en que conocí a Amber, supe que se convertiría en un problema —le cuento, como si este fuese mi más grande secreto—. Esa chica me volvía loco de muchas maneras que no alcanzaba a comprender. Al pasar del tiempo, me di cuenta de que era mejor dejarlo por la paz, porque prefería verla feliz y permanecer con mi corazón intacto. Eso fue lo que elegí —atizo los ojos al cielo, como tratando de rememorar el momento en que tomé la decisión—. Tenía siente años, hermano. Me acostumbré a verla sólo como una amiga; una amiga, una muy guapa amiga, que... ¡carajo! —despotrico—. La imaginaba a cada instante, la soñaba, la idealizaba y... siempre la alejaba, bajo la fachada de sólo verla como una amiga.
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DRÁGONO. El rey dragón © ¡YA A LA VENTA!
RomansaDos amantes separados por el destino. Un rey herido. Una hechicera que es la debilidad de un dragón. Un reencuentro picante. Bienvenido al reino donde gobierna el dragón