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Cuando me desperté comprobé que Masie ya se había ido a trabajar. Era una mierda que tuviera que trabajar un sábado pero al menos el domingo ambas lo teníamos libre. Por la tarde tenía que ir al hospital, pero tenía toda la mañana y parte de la tarde libre para desconectar del trabajo.

Ese era el día que había quedado con James para salir por ahí y la noche anterior habíamos hablado de que pasaría a recogerme a las doce. Así que, sin perder más tiempo, me metí en la ducha y procedí a enjabonarme entera y lavar mi cabello.

Cuando terminé me enfundé en unos vaqueros ajustados y un suéter blanco, me puse un poco de rímel en las pestañas y salí a la cocina a desayunar algo antes de que mi amigo viniera a por mí.

Llamó al timbre mientras yo masticaba un trozo de tostada con mermelada y no tuve más remedio que abrir la puerta con la boca llena.

-Tranquila, tómate tu tiempo no vaya a ser que te atragantes -dijo sonriendo al ver mis mejillas hinchadas por el pan.

Mastiqué lo más rápido que pude para poder contestar.

-Yo también me alegro de verte.

-No he dicho eso -respondió con una sonrisa maligna. La mirada asesina que le dediqué le hizo decir-: Eh, que era broma.

Entró al salón siguiéndome de cerca.

-¿Estás lista?

-Sí -contesté cogiendo mi bolso y metiendo mi móvil en él.

Cuando salimos al exterior del apartamento me aseguré de cerrar la puerta con llave y seguí a James por las escaleras. Llegamos a la puerta principal del edificio y vi un lujoso cohe blanco aparcado justo frente a nosotros, las luces se encendieron en cuanto James apretó el botón de la llave que tenía en la mano.

-¿Adónde vamos? -pregunté poniéndome el cinturón de seguridad.

Antes de responder, James arrancó el vehículo.

-Había pensado en ir a algún salón recreativo y luego a comer en un restaurante, ¿qué te parece?

Me encogí de hombros.

-Suena genial.

El camino se me hizo bastante corto. Tanto James como yo hablábamos de tonterías y cosas con respecto al trabajo en el trayecto y, para cuando quise darme cuenta, él ya estaba aparcando en el parking.

Habíamos llegado a un centro comercial al cual yo había ido muy pocas veces, pero al parecer James sabía a la perfección dónde se encontraba el salón recreativo.

El sitio en sí estaba lleno de gente, sobretodo de jóvenes. Habían montones de máquinas de todo tipo de juegos, desde canastas de básquet hasta caza de patos de plástico. Había mucho ruido procedente de las máquinas y de la gente que allí había, pero no me quejé porque supe que iba a divertirme, y a desconectar de mi mente que era lo importante.

-¿Por dónde quieres empezar? -me preguntó mi amigo mirando hacia todos lados.

-Me da igual, la verdad.

Justo en ese momento, un par de chicos salieron de una cabina y a James le llamó la atención esa máquina.

-Vamos a ver qué hay ahí -dijo encaminándose a la cabina. Yo le seguí de cerca.

Dentro de la cabina habían dos asientos, dos grandes metralletas ancladas al suelo y una pantalla enorme. El juego consistía en matar dinosaurios que querían comerte. Ambos nos sentamos y mi amigo metió un par de monedas por la ranura antes de darle al botón de "empezar".

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora