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Semana veintiuno, quinto mes de embarazo y la barriga ya empezaba a pesarme. Mi vientre ya estaba lo suficientemente abultado como para no poder esconderlo, aunque no era mi intención esconder una de las cosas que más maravillosa me hacía sentir.

A pesar de todos los problemas, todos los secuestros, armas, disparos y personas que querían vernos sufrir, Axel y yo avanzábamos en nuestra vida como si nada de eso hubiera pasado nunca. Yo sabía que lo de Bruce todavía afectaba a Axel, pero él sabía esconder muy bien sus preocupaciones y gracias a dios, o a Luka, él ya no estaba para hacernos daño, sobretodo ya no estaba para hacerle daño a Axel.

Abrí la puerta del vehículo de Axel y bajé de él, esperando a que mi prometido también lo hiciera y que juntos pudiéramos entrar a la consulta del ginecólogo. Luka quiso acompañarnos porque le hacía ilusión saber el sexo del bebé, creo que incluso más que a nosotros. Ya nos había regalado montones de cosas para cuando naciera, como una cuna, peluches, ropita de colores unisex... La verdad era que mi tío estaba comportándose con nosotros mejor de lo que podía pedir. Él era encantador, educado y se estaba volcando tanto en mi embarazo que me hacía sentir que nos conocíamos de toda la vida, que siempre fue mi tío.

–Estoy deseando saber el sexo del bebé –dijo Luka en cuanto entramos a la consulta.

–Y yo –admitió Axel–. Ya he comprado pintura azul y rosa para no fallar, aunque espero no tener que usar la azul.

–Sea lo que sea, le querremos igual –le dije posando una mano en su mejilla, y él me sonrió asintiendo.

–Sí.

Ni cinco minutos pasaron cuando ya estábamos entrando a la habitación donde el doctor nos esperaba.

Estaba nerviosa y entusiasmada a la vez. Necesitaba saber ya el sexo para empezar a pensar nombres. Axel y yo habíamos hablado que hasta que no lo supiéramos no pensaríamos en cómo llamarle. Pero, a decir verdad, ya había elegido algunos que me gustaban, sin decírselo a Axel, claro.

El doctor nos saludó con educación a los tres y, con un gesto por su parte, procedí a tumbarme en la camilla y a levantarme la camiseta para que me pusiera esa crema transparente y fría en la barriga.

Axel, como la otra vez, se puso a mi lado y agarró mi mano mirando la pantalla ansioso. Luka, por su parte, se puso a los pies de la camilla y fijó su mirada en el mismo punto al que mi amor miraba.

–¿Sabremos con seguridad el sexo, doctor? –preguntó mi tío mientras el hombre movía la maquinita sobre mi vientre.

El sonido de los latidos del corazón del bebé se escuchaban veloces y agitados y algo cálido se instaló en mi pecho por la alegría de oírlo.

–Es lo más probable, sí –respondió el doctor sonriente–. ¿Prefiere un nieto o una nieta?

Axel, Luka y yo intercambiamos miradas cómplices durante un par de segundos y me obligué a hablar ante el gesto sorprendido de Luka, quien no sabía qué decir.

–No, él no es el abuelo.

–Oh, lo siento –se disculpó el hombre mirándome–. Había supuesto que era tu padre.

–No, es mi tío –contesté con una pequeña sonrisa.

Axel se aclaró la garganta antes de decir:

–De todas formas, preferimos una niña.

Eso hizo que los demás le mirásemos y Luka negó con la cabeza.

–De eso nada –protestó Luka–. Nick y yo hemos hecho una apuesta y tiene que ser un niño.

–¿Nick quiere que sea niña? –preguntó Axel con el ceño fruncido en señal de confusión.

Nada más importa si estás junto a mí (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora